La única manera de no quedar debiéndole al día
Sonido recomendado para leer esta columna: Time is running out, Muse
El termino en inglés es slack, en español es holgura, de holgar. Según el diccionario de la RAE: espacio suficiente para que pase, quepa o se mueva dentro algo, anchura sobrada, espacio vacío entre dos piezas que han de encajar una en otra, desahogo, bienestar, disfrute de recursos suficientes, regocijo, diversión entre muchos.
Cada una de las acepciones nos da información sobre lo importante que es contar con esta holgura a la hora de planificar, de agendar compromisos y de trabajar. Pero solemos no tenerlo en cuenta como recurso productivo y de bienestar.
Es muy común encontrar calendarios con tres o cuatro videollamadas una detrás de otros sin tiempo ni para tomar un té o ir al baño sin llegar tarde a alguna. También lo hacemos con las tareas de casa, hobbies y obligaciones de los chicos: no hay margen para imprevistos. ¿Y saben qué? Los imprevistos, eventos fuera de lo planeado ocurren casi todo el tiempo.
Y para poder lidiar con ellos sin herir nuestro bienestar necesitamos ser más realistas y justos con nosotros y con los que dependen de nosotros.
Para pensar el tiempo de slack, el libro de Tom DeMarco Slack, getting past burnout, busywork and the myth of total efficiency, hoy cobra una relevancia nueva a 20 años de su publicación. En ese momento, en pleno 2001 con una economía global con recesión y despidos masivos (cualquier parecido con la actualidad no es pura coincidencia), el autor reflexionaba sobre la falsa idea de eficiencia corporativa con un manifiesto a favor del tiempo de slack para lograr los mejores resultados.
Un tiempo sin actividades pautadas que habilita la revisión y mejora. Hoy, en un contexto de cargas de trabajo abultadas, adecuación forzosa a los entornos digitales y el trabajo en casa con la familia y ansiedad marca Covid, no podemos pensar en una lista de pendientes igual a la que cumplíamos antes de la pandemia, ni a la cantidad de llamadas, presentaciones o informes preaislamiento.
Un tiempo nuevo requiere un plan nuevo, y este tienen que tener a la holgura como aliada. Para lograrla, una estrategia simple puede ser limitar los días u horarios de reuniones.
Muchos equipos están promoviendo, por ejemplo, los jueves sin reuniones. También se puede modificar el tiempo de reuniones, que el default de una hora pase al default de los 40 minutos. Y que esos 20 minutos restantes sirvan para reacomodar prioridades, respirar hondo y darle una segunda leída a eso que íbamos a entregar sin repasar.
En el ambiente de desarrollo de software, de donde provienen muchas metodologías de trabajo eficiente y ágil, los tiempos de slack se usan como momentos de mejora de los códigos construidos y también como espacios para pensar posibles soluciones a los problemas que se van presentando en esa construcción. Una idea completamente traspolable a la mayoría de las cosas que hacemos muchas veces en nuestros trabajos. Agendar con slack nos obliga a parar la ruedita del hámster, en la que muchas veces nos subimos, para darle a nuestro trabajo algo que necesita mucho, que es sentido, reflexión y mejora continua.
En su libro, DeMarco desarmó uno de los mitos corporativos más persistentes y dañinos: que los humanos somos eficientes de la misma manera en que lo son las máquinas.
Hoy más que nunca estamos experimentando los beneficios y la gran responsabilidad que requiere la autonomía a la hora de trabajar. Mientras avanza la automatización de muchas tareas, el valor de nuestro trabajo posiblemente se vaya a ver mucho más en el tiempo de análisis, aporte creativo e interpretación que podamos darle.
Quizás no tengamos la oportunidad de tener una agenda casi toda en blanco como ostenta Warren Buffet, quien dice que esa es a la mejor manera de liderar. Pero tener una agenda con espacios agendados "libres" y custodiados con la misma responsabilidad con la que agendamos las reuniones puede resultar en una herramienta secreta de gran bienestar, foco y productividad.
En casa y en el trabajo independiente, nadie va a cuidar esos espacios por nosotros. ¿Quién se anima a tener un día libre de reuniones la próxima semana? ¿Y a acortar los tiempos de reunión del lunes? Y un spoiler antes de terminar: ese tiempo nuevo, supuestamente libre, se va a llenar en segundos. De ideas, de mejoras, de soluciones y de disfrute de, por fin, estar planificando con nuestro bienestar en el centro.
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