La TV de exportación gana un papel estelar en las finanzas de Hollywood
El ejecutivo de Warner Bros. Jeffrey Schlesinger organizó en mayo una opulenta cena en el jardín de su casa en las colinas de Hollywood. Entre los invitados figuraban estrellas y productores de series que estaban a punto de ser estrenadas como Gotham, una precuela de Batman, y Forever.
Los invitados de honor no eran las celebridades, sino ejecutivos de canales internacionales que visitaban Los Ángeles esa semana con el fin de comprar los últimos programas de la televisión estadounidense. Mientras disfrutaban de carne y raviolis, los compradores conversaron con los actores, directores y productores en un esfuerzo por saber más acerca de las series que se disponían a adquirir.
En el caso de Warner Bros., una filial de Time Warner Inc., y otros estudios estadounidenses, el negocio internacional nunca ha sido más lucrativo. La venta de licencias de los programas de televisión de Hollywood a otros países solía ser una parte marginal de los ingresos de los grandes conglomerados de medios de Estados Unidos, pero ahora constituye una fuente de crecimiento en momentos en que sus negocios internos pierden fuerza.
El dinero internacional está jugando un papel esencial en la financiación de producciones ambiciosas como CSI y The Blacklist. En cinco años, el costo de un episodio de una serie dramática típica de una hora de duración ha llegado a subir hasta 50% a más de US$3 millones, dicen agentes y fuentes de la industria.
Estudios como Warner pagan para producir los programas y luego los licencian a grandes cadenas como NBC y ABC. Pero los canales estadounidenses sólo pueden financiar una parte del costo, a menudo la mitad o dos tercios, dejando a los estudios con un importante déficit. Las ventas internacionales se han vuelto vitales para cerrar esa brecha.
En la industria cinematográfica, los productores han empezado a alterar las grandes películas de acción para cautivar a las audiencias fuera de EE.UU., en especial China. La cinta más reciente de la franquicia Transformers utilizó actores chinos y grabó escenas en Beijing.
En televisión, la situación es ligeramente distinta. Los programas no son diseñados desde cero para atraer a la audiencia fuera de EE.UU. No obstante, las series que muestran un amplio atractivo internacional, como Gotham, pueden justificar los grandes presupuestos que necesitan para competir en un entorno donde el contenido de alta calidad abunda en los canales de cable. "Hay que apostar en grande, no se puede escatimar en gastos", dice Schlesinger, presidente de distribución mundial de televisión de Warner.
No es de extrañar, entonces, que ejecutivos como Schlesinger tiren la casa por la ventana con tal de impresionar a los compradores extranjeros en los llamados "L.A. Screenings", un evento anual en el que los ejecutivos internacionales pasan de un estudio a otro viendo en sesiones maratónicas la nueva programación.
Este año, Warner les obsequió a los compradores internacionales mini iPads personalizados cargados con material de las nuevas series. El estudio también invierte en fiestas extravagantes, como un asado al estilo de los años 50 invadido por extraterrestres que ofreció hace unos años.
La venta de licencias de contenido a los canales de TV internacionales es una de varias estrategias que las compañías es-tadounidenses usan para expandirse en el exterior en momentos en que afrontan una desaceleración del crecimiento de la televisión paga en EE.UU., que en los últimos 30 años ha sido el motor de las ganancias. Ahora, las conexiones de cable y satélite en EE.UU. alcanzaron un máximo de unos 100 millones de hogares, lo que representa una penetración de 86,5%. En los mercados internacionales, en cambio, la cifra fue de sólo 48% en 2013, según la firma de valores Jefferies, lo que deja un amplio margen para crecer en Europa, Asia y América Latina.
La demanda internacional por contenido es voraz. El precio pagado por las cadenas internacionales por programas de la TV estadounidenses crece a dos dígitos, según Benjamin Swinburne, analista de Morgan Stanley. "Los estudios estadounidenses cuentan con una ventaja enorme", señala.
En todo caso, las ventas de contenido van en ambas direcciones y los canales estadounidenses importan los conceptos de reality shows y libretos de otros países como las novelas Juana la virgen y Betty la fea, de Venezuela y Colombia, respectivamente, que han sido convertidas en series en EE.UU.
Time Warner no es la única empresa que explota la demanda internacional por programas estadounidenses. CBS Corp., responsable de NCIS y CSI, facturó cerca de US1.200 millones por concepto de licencias internacionales en 2013 y prevé un crecimiento de unos US$250 millones al año, según Macquarie, banco de inversión australiano. Sony Corp., que produce The Blacklist, y 21st Century Fox, que produce Modern Family, creen que la distribución de contenido internacional es un negocio inmensamente promisorio.
Warner Bros. generó US$1.500 millones en 2013 de la licencia de sus programas de TV en el exterior. Cuando Time Warner realizó un evento el mes pasado para aplacar las dudas de los inversionistas sobre sus perspectivas de crecimiento, los ejecutivos resaltaron el potencial que representa la venta de shows al exterior. "En todo el mundo, observamos un incremento de la demanda por el mejor contenido", señaló Jeff Bewkes, el presidente ejecutivo de Time Warner. La empresa está aumentando su inversión en contenido que en 2018 llegará a US$18.000 millones, un alza de casi 30% frente a 2013.
Schlesinger dice que el crecimiento es más vigoroso en mercados europeos, como Alemania, Francia y Reino Unido, y lati-noamericanos, como Argentina, México y Brasil.
No todo es color de rosa. Algunos compradores señalan que los estudios producen un exceso de programas serializados oscuros con la intención de crear el próximo Breaking Bad o House of Cards y no suficientes series de detectives como CSI, que han tenido éxito fuera de EE.UU. "Son programas que son fáciles de mostrar, una historia por semana, un muerto por semana y se atrapa al asesino", dice Rudiger Boss, director de adquisición de programación para la cadena alemana ProSiebenSat.1. "Tengo la impresión de que los estadounidenses sólo quieren hacer series de primera clase, pero también necesitamos de clase ejecutiva y clase económica".
—Sam Shechner contribuyó a este artículo.