Más cepo. Tironeos entre funcionarios y una decisión para conformarlos a todos
¿Qué hacer con el dólar? Esa pregunta se repetía cada vez con más frecuencia en la primera línea del equipo económico de Alberto Fernández, mientras el Banco Central (BCRA) ampliaba sus pérdidas semanales de divisas.
Las alarmas sonaron luego de la masiva aceptación de los canjes de deuda con legislación extranjera y local, hecho que en el Gobierno creían mitigaría la desconfianza del sector privado y frenaría el goteo, además de lograr un alivio en los intereses a pagar por la deuda. Pero no alcanzó. Matices entre condición necesaria y suficiente.
El presupuesto, ante el reclamo de un plan, pasó a ser una meta. El tiempo y la cantidad de dólares que se estaban yendo cada vez más aceleradamente por el mercado no jugaban a favor del oficialismo.
La posibilidad de clausurar la compra de dólares para ahorro surgió en el gabinete económico. La fogoneaba el presidente del BCRA, Miguel Pesce, deseoso de evitar un reacomodamiento brusco del dólar como aquel de enero de 2014 en circunstancias similares. La resistía el ministro Martín Guzmán por considerar que ese bloqueo generaría más intranquilidad en una economía que todavía muestra desequilibrios graves.
La cuestión pasó a ser central, como alertó días atrás LA NACION, e hizo que todos los referentes económicos debieran aportar sus posibles soluciones al presidente Alberto Fernández. De hecho, el paquete de medidas cambiarias anunciado anoche deja a la vista justamente un esfuerzo por mantener en paz a los principales referentes del Gobierno que, no casualmente, llega luego de la polémica desautorización que debió sufrir el Presidente a mediados de agosto.
Si bien aquel traspié fue producto de su extrema locuacidad no fue políticamente sano que el ministro de Economía haya tenido que desmentir aquel sábado 15 de agosto al primer mandatario, que venía de admitir horas antes que el Gobierno estudiaba limitar o cerrar la ventanilla del dólar ahorro.
Guzmán tenía un fundamento sólido para lanzarse a hacerlo: cualquier modificación del esquema cambiario, por mínima que fuera, debía entonces ser informada a la Securities and Exchange Commission (SEC) de los Estados Unidos, ya que estaba en curso el canje de la deuda, lo que podría dilatar algo más su cierre. En el BCRA lo sabían y por eso quedaron descolocados cuando Fernández y la vicejefa de Gabinete, Cecilia Todesca, hablaron del tema.
Jugado a evitar ese bloqueo, Economía se lanzó a aclarar aquel fin de semana la supervivencia del cupo, aunque evitando un comunicado formal al respecto.
Luego la historia es conocida. Pese al resultado del canje, la pérdida de reservas no sólo continuó sino que se agravó obligando al BCRA a vender US$ 110 millones por rueda en lo que va del mes.
El nuevo parche cambiario vigente desde hoy es hijo de aquel enredo. Partió de una orden presidencial tras aquel suceso de buscar una respuesta a la caída de reservas que respete los deseos de Guzmán (mantener el cupo), del presidente del BCRA y amigo de Fernández (quien quería terminar con el cupo y logró recortarlo significativamente al imputar él los consumos en dólares con medios de pago) y del tándem que conforman Todesca con la titular de AFIP, Mercedes Marcó del Pont (que vio la oportunidad de sumar ingresos) y el ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas, quien estaba cada vez más preocupado por las restricciones para importar insumos que estaban enfrentando algunas empresas por su impacto en la actividad.
Todos conformes. Menos el mercado, según deja ver su reacción del día, y muchísimos argentinos que sienten que le vedaron la única opción de ahorro seria que tenían.
Para el Gobierno se trata de un "esquema de transición" de "una economía intranquila" a la que devolver la confianza llevará meses y acumulación de reservas. ¿Cómo llegarán esos dólares? Es todavía la parte de la historia no resuelta oficialmente.
Sin embargo, esta vez, la apuesta oficial consideró que las mayores restricciones no alcanzarían y apostó por hacer el anuncio en coordinación con la presentación de detalles del presupuesto 2021. El propio Guzmán lo mencionó en el Salón Belgrano del Palacio de Hacienda. Mientras develaba detalles de su plan fiscal y financiero a unas cuadras, dijo, se preparaban medidas cambiarias "coordinadas".
El plan que Guzmán siempre se negó a mostrar en un "powerpoint" y llevará la semana próxima al Congreso tiene dos pilares: apuesta al crecimiento con un rol clave del Estado y a la sostenibilidad fiscal. "Requerirá de esfuerzo consistente para lograr un equilibrio fiscal compatible con un crecimiento inclusivo", dijo.
El propio Guzmán dijo que el déficit previsto, de casi la mitad de este año, era "cauteloso". Se pasó de 8 puntos de rojo del PBI a 4,5% sin los gastos "extraordinarios" del IFE y el ATP, pero con nuevos impuestos para empujar la economía. Sin embargo, ese déficit (1,7 billones) será financiado en un 60% a través de la emisión monetaria que aporta el BCRA. Un dato clave que mira el mercado para entender si la presión sobre el dólar persistirá o no.
En el Gobierno aceptan que tenían problemas para frenar la demanda de dólares. Admiten que tenían que frenar el drenaje del dólar ahorro por lo que resolvieron acortarlo y encarecer su acceso. Y que, como eso no alcanzaba dada la débil posición de reservas, había que cortar parte del acceso al dólar a empresas que "lo compran con crédito barato en pesos y lo usaban para cancelar deuda financiera", dijo anoche Pesce. "Ahora que Argentina regularizó su deuda podrán hacerlo dado que mantendremos asegurado el canal para que paguen lo intereses", aclaró.
El resultado se acerca más al cepo que en 2013 comenzó a construir lentamente Mercedes Marcó del Pont cuando estaba en el BCRA y criticaron con fiereza desde la oposición, Guillermo Moreno y el propio Fernández. Preservó la armonía interna, pero dejó de lado la consistencia al dejar de lado el aliento a la llegada de dólares, en definitiva, el recurso escaso.
Aquel antecedente terminó en la devaluación de enero de 2014 con Axel Kicillof como ministro de Economía. Y convendría tener alguna vez presente una experiencia pasada.