La trama detrás del dato: la pobreza en el retrovisor y la inflación en el horizonte

En sepia, mirando por el espejo retrovisor, el Gobierno celebrará mañana que la pobreza bajó al cierre de 2021. Los especialistas prevén que en el segundo semestre del año pasado, el dato oficial habrá cerrado en alrededor del 38% o 39%, por debajo del 40,6% que calculó la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) del Indec para el primer semestre de 2021. Si ese número se concreta, la pobreza seguirá siendo superior al 35,5% que dejó el gobierno de Mauricio Macri después de prometer “pobreza cero” en su campaña.

El de mañana es un dato anecdótico, pasado lejano, en una dinámica económica que se acelera en la Argentina. Hacia adelante, según un índice publicado ayer por la Universidad Torcuato Di Tella (UTDT), la inflación esperada por la población para los próximos doce meses es de 53,7%, cifra récord desde el comienzo de la elaboración de su indicador en 2006. Ese número suena parecido al 53,9% que dejó Mauricio Macri en 2019, pero no lo es.

Si se anualizan los datos del IPC de los primeros meses de este año, la inflación escalaría por encima del 70%. Pero, además, el equipo económico aún no comenzó a cumplir con las exigencias del acuerdo del Fondo Monetario Internacional (FMI), entre las que están una baja de subsidios energéticos (suba de tarifas) y una indexación del tipo de cambio. Son dos anclas que el oficialismo usó el año pasado en plena temporada electoral.

El aumento de la inflación, sobre todo de algunos alimentos y servicios básicos, se exacerbó en el primer bimestre. De hecho, la canasta alimentaria que mide el Indec –y que sirve para calcular la indigencia– aumentó 9% en febrero, cuando la inflación fue de 4,7%. Si este desacople entre el IPC y la canasta sigue creciendo, podrán observarse una nueva suba de la pobreza con el dato del primer semestre de 2022. De hecho, para cualquier especialista en la materia, si los precios siguen en estos niveles, será imposible bajar la pobreza núcleo de un 35%.

Ese desacople, pero a la inversa, se dio a finales del año pasado, en elecciones: “Plan Platita” con emisión por las nubes, tarifas congeladas, y los canastas de precios freezados unilaterales (y con cada vez mayor incidencia en el IPC) son el resultado de la acotada baja de la pobreza de fines de año pasado. Son los resultados limitados de una campaña electoral. Nada más que eso.

La evidencia de que ese mundo quedó atrás es el punto álgido que alcanzó la interna entre el cristinismo y el albertismo. “En el valor promedio de los salarios, al registrar Aportes y Contribuciones de la Seguridad Social, se observa que los valores mensuales y de promedio anual persisten en el nivel de finales del Gobierno de Macri”, escribió ayer Artemio López en Twitter con datos del Sistema Integrado Previsional Argentino (SIPA).

Ese es, por otra parte, el mundo de plenos derechos. La baja del desempleo al 7%, el menor nivel desde 2016, encierra esa paradoja: la recuperación de los empleos fue para los informales y con bajos salarios. Se consolida así la figura del trabajador pobre.

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