Se dice que mucho antes de que los Estados Unidos declararan su independencia, en un terreno al norte de lo que años después sería Manhattan, practicaba sus rituales un grupo de adoradores del diablo. En ese punto exacto, el 27 de octubre de 1884 se terminó de construir uno de los edificios más reconocidos del mundo: el Dakota, un inmueble sobre el que, pese a su lujo y exclusividad, pende un halo de terror y sangre.
Erigida en el número 1 de la calle 72, justo frente al Central Park West, esta majestuosa propiedad que tardó cuatro años en concluirse fue obra de Herny Janeway Hardernbergh, quien trabajó sobre un diseño de Edward Clark. Si bien la obra de este arquitecto se puede inscribir dentro del eclecticismo, lleva el sello de la arquitectura centroeuropea; en particular el Dakota, es de estilo marcadamente renacentista de inspiración alemana.
El hombre elegido para construirlo no era uno cualquiera: Hardernbergh, de familia y formación holandesa y alemana, venía precedido por buen prestigio por haber construido el Geology Hall, la Capilla de Kirkpatrick, en New Jersey; el Windsor Hotel, en Montreal, y el "Vancorlear", primer hotel con departamentos en Nueva York. No serán menores los encargos después del Dakota, ya que hará nada menos que los hoteles Waldorf y Astoria (en cuyos emplazamientos se construiría mas tarde el Empire State), el Williard, el Martinique, entre muchos otros.
Según explica Jorge Néstor Bozzano, arquitecto y profesor de Arquitectura en la Universidad de Belgrano, a la calidad constructiva se suma su carácter sobrio y elegante. "Los muros externos están recubiertos de ladrillos claros, mientras que los portales, recuadros de ventanas, cornisas, esquinas, balcones, bow windows, son de piedra. Se complementa con paneles ornamentales de terracota, como la que lleva la cabeza del indio dakota rodeado por el año en que comienza la construcción", destaca el especialista.
Clark, dueño del emporio Singer, encargó el edificio con el objetivo de habitar en él, acompañado por un selecto vecindario, pero no lo pudo disfrutar ya que murió dos años antes de que la construcción finalizar. "En 1881, momento en que comienza oficialmente su construcción, no eran comunes los edificios de departamentos con la envergadura que proponía éste. En la ciudad solo le antecedía uno construido en la década anterior", relata Bozzano.
El por qué del nombre
Su nombre ya causó cierta curiosidad en su momento. ¿Por qué Dakota? La versión más fuerte es la que cuenta que fue bautizado de esa manera porque en aquel entonces esa zona de la ciudad tenía tan poca población y estaba tan alejada del resto de las edificaciones, que tenía bastante semejanza con el antiguo Territorio de Dakota, ubicado a casi 2800 kilómetros de allí. "Al estar alejado del centro, aseguraba tranquilidad, seguridad y vistas inmejorables. Con sus 9 pisos fue por largo tiempo el único edificio cuya silueta se recortaba inmensa en el lado oeste del parque", destaca Bozzano.
Originalmente, el Dakota tenía 65 departamentos de 4 a 20 habitaciones, ninguno igual a otro, a los que se accedía por escaleras y ascensores situados en las esquinas del edificio. Algunas salas de estar tienen 15 metros de largo, la mayoría de los techos tienen 4,3 metros de altura y los suelos están entarimados con roble, cerezo y caoba. "En su origen ocupaba una manzana, en dónde se emplazaban también los establos, y mas tarde garaje, jardines y área deportiva. Hoy subsiste solo una parte, y ésta sigue manteniendo el prestigio de antes", comenta Bozzano.
Por si todo eso fuera poco, el edificio tiene además una planta de energía independiente con la que se garantiza a los residentes que no se quedarán sin electricidad durante algún apagón que pueda suceder en Nueva York (y que en alguna época eran moneda corriente). Además, como agrega Bozzano, tenía los mismos servicios que un hotel, contaba con áreas de recreación y gimnasio en la parte superior, así como lavandería general y cuartos para la enorme cantidad de personal; una cocina servía al comedor privado exclusivo para residentes o al servicio de entrega a los departamentos.
Desde que abrió sus puertas, ha sido un sitio elegido por personajes reconocidos. La familia Steinway, fabricantes de la famosa marca de piano, fue una de las primeras residentes. Se dice que el músico ruso Peter Tchaikovsky vivió también ahí, al igual que la actriz Lauren Bacall (que fue dueña de un departamento de nueve habitaciones). Entre otros de sus notables huéspedes (actuales y pasados) se destacan John Lennon , Yoko Ono , Judy Garland, Bono , Sting , Rex Reed y Rudolf Nureyev. "Además, también fue residencia de políticos y empresarios de primera línea", acota Bozzano.
Para ilustrar la fiebre que despertó el Dakota en su momento, basta decir que durante sus primeros 45 años de "vida" no hubo vacantes de departamentos. En efecto, hasta 1929 todas las viviendas, con cuatro baños, salones y criados, permanecieron ocupadas.
Otra "perlita" de este símbolo neoyorkino es que no cualquiera puede ser propietario ahí. Los interesados deben atravesar un proceso de selección muy riguroso, que incluye la presentación de documentos fiscales que se remonten a años y el pago de una inicial bastante generosa más los impuestos. No hay preferencias a la hora en que una junta especial debe determinar una admisión. Bien lo sabe Madonna , que en su momento de mayor apogeo recibió "bolilla negra".
Es uno de los edificios residenciales con mayor prestigio en Nueva York y uno de los más reconocibles del mundo. Sus pisos se suelen vender a precios que llegan a 30 millones de dólares. Por sus pasillos y puertas han pasado millonarios, artistas y los más excéntricos personajes. Además, fue añadido al Registro Nacional de Lugares Históricos en 1972 y declarado Lugar Nacional de Interés Histórico en 1976. A punto de cumplir 134 años, se puede decir que es lo que "todo edificio quiere ser". Pero, siempre hay un "pincelazo" que arruina el cuadro.
El Dakota está maldito. Se dice que antes de su construcción, en épocas en que los Estados Unidos era colonia británica, se reunían en ese terreno adoradores del diablo. Su negra historia se reforzó aún más a principios del siglo XX, cuando llegó a vivir ahí Aleister Crowley, un famoso ocultista que hizo allí rituales de magia negra, que, según se afirma, engendraron las fuerzas maléficas que perduran hasta la actualidad.
Años más tarde viviría en el edificio Dakota el actor de cine de terror Boris Karloff, quien se haría famoso por su memorable interpretación de la criatura en la película "Frankenstein". Karloff habría participado en varias veladas de espiritismo en su departamento y se dice que después de su muerte varios vecinos reportaron haber visto su fantasma deambulando por el edificio.
Posteriormente, hubo otro ocupante que acrecentó la oscura fama del lugar: fue el inglés Gerald Brossau Gardner, escritor ocultista y brujo practicante, quien se alojó en el edificio cuando estuvo de visita en Nueva York. Él también habría celebrado allí un ritual para invocar a diversas potencias oscuras y malévolas.
La maldición no tardó mucho en traducirse en sangre. El famoso director de cine Roman Polansky eligió el Dakota para filmar allí un clásico del terror: "El bebé de Rosemary". Ocurrieron muchos hechos extraños que diezmaron al equipo durante el rodaje. Además, allí se produjo el desequilibrio nervioso de la actriz protagonista, Mia Farrow, y la ruptura de esta con Frank Sinatra.
Pero lo peor llegó el 8 de agosto de 1969, cuando una secta encabezada por Charles Manson ingresó a una mansión de la calle Cielo Drive, en Hollywood, y asesinó a cinco personas, entre las que estaba Sharon Tate, la esposa de Polansky, embarazada de ocho meses y medio.
No solo una, sino varias sectas satánicas habían amenazado a Polansky y le habían dicho que correría sangre si no dejaba de filmar en el Dakota, un edificio que consideraban como un ícono del satanismo. Por desgracia, una de ellas cumplió.
Pero faltaba aún el hecho más resonante de su negra historia. Fue un acontecimiento que conmovió al mundo entero: el 8 de diciembre de 1980, un músico que vivía allí volvía cansado después de un día completo de grabación y estaba a punto de entrar al edificio cuando un tal Mark David Chapman le disparó cinco tiros a quemarropa con un revólver 38.
La víctima, que murió en el acto, no era otro que John Lennon, uno de los más grandes genios musicales del siglo XX, que, como se dijo, vivía allí con su mujer, Yoko Ono. La leyenda negra del Dakota, una de las prestigiosas joyas que decoran la Gran Manzana, tenía así una víctima más de la cual alimentarse.
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