La táctica de llegar al alargue para ir a penales
Massa optó con el programa Precios Justos por regular directamente los rubros de consumo masivo que mayor incidencia tienen sobre el IPC a través de los “acuerdos” forzados con fabricantes y supermercadistas más la amenaza de aplicar multas
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Nada que ver con Lionel Scaloni, la selección argentina y la instancia decisiva de mañana en el mundial de Qatar. La táctica de Sergio Massa con su plan “aguantar” se parece a la de esos equipos con pocos recursos ofensivos que especulan con dejar correr el tiempo, llegar al alargue del partido con un empate y apostar a un incierto golpe de suerte en la definición por penales. A algunos les resultó, pero ninguno llegó a la final.
Al margen de la analogía futbolera, el objetivo final del ministro de Economía está bastante más lejos. En palabras del economista Alfredo Romano, director de la carrera de Economía Empresarial en la Universidad Austral, el plan sigue pero no es de estabilización, sino electoral: “Massa 2023″.
Por lo pronto, su modesto objetivo inicial es evitar el impacto psicológico de una inflación de tres dígitos en el cierre de 2022, aunque deberá conformarse con un nivel de 96/98% que no cambia demasiado la situación. En noviembre ya se ubicó en 92,4% interanual y resulta el más alto de los últimos 30 años. De ahí que el Gobierno haya presentado con tono triunfalista la imprevista variación de 4,9% en el índice de precios del mes pasado (casi un punto menos que en la CABA y la pronosticada por la mayoría de las consultoras privadas) como una “baja” inflacionaria, cuando en realidad se trató de otra suba pero inferior a las de los últimos ocho meses.
A la inversa de Guillermo Moreno, que intervino el Indec, se dedicó a falsificar groseramente el IPC y multar a los analistas que registraban alzas superiores, Massa optó con el programa Precios Justos por regular directamente los rubros de consumo masivo que mayor incidencia tienen sobre el indicador a través de los “acuerdos” forzados con fabricantes y supermercadistas más la amenaza de aplicar multas. Una medida a gusto del paladar kirchnerista. En noviembre tuvo además la fortuna de que se alinearan otros planetas: hubo bajas en hortalizas y carnes, debido a la sequía, que permitieron contrarrestar los aumentos en energía, comunicaciones, transporte y cigarrillos. También jugó a favor de la desaceleración de algunos precios la retracción del consumo, debido al deterioro del poder adquisitivo de salarios y jubilaciones.
Aun así, la intención oficial de mantener la inflación mensual un escalón más abajo está en duda para diciembre, cuando estacionalmente suele ser más alta por las fiestas de fin de año. Para curarse en salud y evitar presiones sobre los costos, el ministro ya anunció acuerdos con los fabricantes de insumos que se utilizan en la fabricación de envases. Y una baja de 20% en los precios del calzado deportivo, que significa una suerte de “donación” de márgenes a cambio de la promesa verbal de dólares al tipo de cambio oficial para importaciones, cuyas autorizaciones salen a cuentagotas.
Pero este activismo sobre la oferta no impide que se inyecten más pesos a la economía para estimular el consumo y que una mayor demanda termine por convalidar nuevas subas de precios. El mayor gasto público que implica el medio aguinaldo, combinado con bonos extras para jubilados, empleados estatales y receptores de planes sociales, ya se plasmó en el DNU que amplía el presupuesto de este año en $1,5 billón. A esto se suma el bono de suma fija ($24.000) para los trabajadores que perciben menos de tres salarios mínimos, que impacta sobre los costos de las empresas privadas y fue cuestionado por las principales entidades de la industria, el comercio y la construcción al superponerse con las paritarias. Como diría el economista Miguel Ángel Broda, es como prender la refrigeración y la calefacción al mismo tiempo.
El paso siguiente de Massa será mostrar una inflación de 4% mensual (compatible con la pauta de 60% anual incluida en el presupuesto 2023) cuando llegue el otoño, se ponga en marcha la campaña electoral y pueda aparecer como “presidenciable” del Frente de Todos. Sin embargo, se trata de una apuesta tan poco segura como ir a una definición por penales.
Los motivos de la desaceleración de precios en noviembre, que extraoficialmente dejó trascender ayer el Ministerio de Economía por Whatsapp, no sólo son discutibles, sino que tampoco se corresponden con un plan sostenible a lo largo del año electoral, por más que en 2022 se haya cumplido el acuerdo con el FMI con un déficit primario de 2,56% del PBI.
Si bien se afirma que desde que asumió Massa se suspendió el financiamiento (del Banco Central al Tesoro) a través de la emisión, no incluye otros destinos.
El último informe de la consultora Equilibra precisa que, en diciembre, el BCRA tendría que emitir más del doble que los pesos “deseados”, principalmente por cuatro factores: 1) La diferencia entre el tipo de cambio oficial y el dólar soja; 2) el financiamiento del déficit fiscal; 3) el pago de intereses de los pasivos remunerados y 4) la recompra de bonos soberanos en pesos en el mercado secundario para las licitaciones de deuda interna. En este sentido, prevé que emitirá $1,3 billón y deberá esterilizar unos $780.000 millones excedentes (0,7% del PBI) para quitar presión sobre el mercado cambiario y financiero. También calcula que la “cotización tendencial” del dólar contado con liquidación que arrojan los datos en años de cepo cambiario, ubicaría al CCL en torno de $392 a fin de este año, un 18% por encima del cierre de ayer ($332,6). Aun así, sostiene que el mayor desafío será en el primer bimestre de 2023, ya que la base monetaria suele contraerse en promedio 4,8% en términos reales y podría expandirse nominalmente apenas $367.000 millones en el bimestre (con una inflación esperada en torno de 12%), mientras que sólo el pago de intereses de pasivos remunerados implicaría $600.000 millones mensuales.
El mensaje informal del Palacio de Hacienda destaca además la política de tasas de interés positivas, aunque “empataron” en octubre y por primera vez superaron la inflación en noviembre. Y que el ordenamiento de las reservas del BCRA tuvo impacto en la baja mensual de la inflación, al pasar de negativas (US$426 millones) a positivas (US$7000 millones) por el ordenamiento de los desembolsos del FMI, el BID y el Banco Mundial, aunque no precisa el nivel de reservas líquidas. Esta omisión relativiza el impacto del nuevo régimen de importaciones (SIRA), los pagos pendientes por refinanciaciones forzosas y los problemas de abastecimiento en distintas actividades, que van desde repuestos de autos hasta tinturas de cabello femenino. También la afirmación presidencial de converger hacia un dólar único, que claramente no se producirá durante su mandato.
Por ahora, Massa se ilusiona con el programa Precios Justos, que congela por 120 días los de unos 2000 productos e impone un tope de 4% mensual para cerca de 49.000 en cadenas de supermercados y de insumos para la producción, que explican el 68% del consumo masivo. Pero también incluye rubros con alto impacto sobre los costos como los combustibles y las tarifas de gas, que en este caso regirán a comienzos del año próximo. A su vez, el tipo de cambio oficial se ajusta por encima de la inflación, pero en los últimos doce meses se ubicó 25 puntos porcentuales por debajo.
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