La suma de todos los miedos
Cansada, agobiada y al borde del hartazgo, la sociedad argentina se encuentra parada frente a la puerta del túnel. Sabe o intuye que el tránsito será largo. Presumiendo que aún falta lo peor, se percibe frágil justo cuando más necesitará sus fuerzas. Los miedos se apilan unos sobre otros y pelean entre sí por el dominio de una agenda cotidiana que se vuelve cada vez más densa y traumática.
La condición surrealista de la cuarentena y su consecuente efecto anestésico esconden múltiples tensiones que por ahora están acotadas al adentro. En el afuera espera la realidad.
Una vez más, el temple de los argentinos será puesto a prueba. Eternos sobrevivientes, expertos en crisis de todo tipo y color, se disponen a enfrentar la que quizás sea su hora más oscura en décadas. El virus amenaza su vida. La caída económica, su dignidad. Dos amenazas temibles por sí solas, que se potencian al operar en simultáneo sobre la psiquis de millones de personas. Las que a su vez iteran la desazón al infinito en su interacción digital.
El estado de ánimo colectivo llega resquebrajado al "retrocede cuatro casilleros" que promete traer el invierno. El reconocido y prestigioso médico psiquiatra y psicoanalista José Eduardo Abadi viene alertando públicamente sobre lo que significa el encierro para el ser humano: "pulsión de muerte". Podrá discutirse la cuarentena. Este será un terreno de los científicos y los políticos. Lo que no puede hacerse es subestimar sus consecuencias.
Las económicas ya son plenamente visibles y lo serán mucho más cuando la sociedad se encuentre cara a cara con la realidad al llegar la primavera. Las psíquicas las iremos descubriendo con el tiempo. Suponer que no existirán no solo sería iluso, sino también peligroso.
Sentimiento poderoso
El miedo es un sentimiento muy poderoso. Pone al ser humano, y a todos los animales, en estado de alerta para defenderse de un potencial peligro, que en caso de hacerse presente genera dos reacciones básicas: huida o enfrentamiento. Dado que somos seres simbólicos, con memoria, con registros conscientes e inconscientes, con la capacidad de imaginar, los miedos cruzan el tiempo.
No hace falta que algo exista en el presente para que nos genere temor. Basta con que esté en nuestro registro mental, tanto por su recuerdo pasado como por su proyección futura, para que la amenaza entre en la escena afectando nuestro registro de lo que sucede y, por ende, nuestras acciones.
En su libro Miedo líquido, publicado en 2006, mucho antes de la pandemia, el sociólogo Zygmunt Bauman ya señalaba los múltiples temores que acechaban a la sociedad global, con los cuales debía acostumbrarse a convivir para poder vivir. Lo definía de este modo: "Miedo es el nombre que damos a nuestra incertidumbre, a nuestra ignorancia con respecto a la amenaza y a lo que hay que hacer para detenerla en seco o para combatirla, si pararla es algo que ya no está a nuestro alcance". Para luego detallar los tipos de miedo del ciudadano globalizado del siglo XXI. "Los peligros que se temen pueden ser de tres clases. Los hay que amenazan el cuerpo y las propiedades de las personas. Otros tienen una naturaleza más general y amenazan la duración y la fiabilidad del orden social del que depende la seguridad del medio de vida (la renta, el empleo). Y luego están aquellos peligros que amenazan el lugar de la persona en el mundo: su posición en la jerarquía social, su identidad (de clase, de género, étnica, religiosa) y, en líneas generales, su inmunidad a la degradación".
En términos de Bauman, nuestras investigaciones cualitativas más recientes revelan que los argentinos sienten hoy que se les entrecruzan miedos de las tres clases. Y de un modo creciente. La encuesta semanal que elabora Poliarquía expresa lo mismo. Los sentimientos negativos crecieron 9 puntos en una semana y alcanzaron el valor más alto de la serie desde que comenzó la pandemia en la Argentina. El 68% de los argentinos se siente preocupado o estresado o angustiado o cansado. Y muy probablemente, varias de esas cosas juntas. Apenas el 22% manifiesta sentirse bien. El resto oscila entre la indiferencia y el aburrimiento.
Es sobre esa trama sensible, llagada, lastimada que se apoyará el invierno. Algo que todos los que toman decisiones deberán tener muy en cuenta. Tanto en lo que hacen como en lo que dicen y en cómo lo dicen. La gente está a flor de piel.
¿De dónde puede provenir la esperanza que nos ayude a tolerar el miedo? Del mundo.
En medio del fárrago de malas noticias que continúan inundando el torrente de información global, llegan algunas a las que vale la pena prestarles atención. Las bolsas de valores temblaron nuevamente ante el temor de una segunda ola de contagios. Se calmaron cuando China anunció que en su caso ya lo había controlado.
El mismo recorrido que Wall Street mostró la curva de reservas en restaurantes de Estados Unidos, de acuerdo con los datos de Open Table. El 30 de abril estaba en -100: todo cerrado. El 31 de mayo, -80. Este mes había llegado a -65 y volvió a caer a -78 por el miedo a lo que la OCDE definió con un "segundo golpe". Ya está otra vez en fuerte ascenso tocando el -60. Todavía le falta mucho para volver al nivel prepandemia, pero la línea de tendencia es clara. A medida que se va el miedo, vuelven los clientes.
El 16 de junio, el presidente Donald Trump festejó por Twitter que las ventas del comercio en Estados Unidos tuvieron en mayo el mayor crecimiento intermensual de su historia: +17,7%. Muy por encima de lo proyectado. Obviamente desde el subsuelo al que habían caído. Eso ya lo sabíamos.
El dato ahora es la velocidad de recuperación. El barril de petróleo Brent cotizó en mayo a U$S29, cuando un mes antes valía U$S18 dólares. El barril del WTI -indicador del petróleo norteamericano- había llegado a un inédito, insólito e histórico valor negativo en abril. Hoy ya vale casi U$S40. Las ventas de los comercios en China, que en enero/febrero - pico de la pandemia- cayeron 20,5% interanual, se recuperan velozmente. En mayo cayeron apenas -2,8% vs. mayo 2019. En el mismo mes se vendieron 11.565 autos Tesla. En abril, 4633. Un 150% más. Los pasajeros transportados por Air China en mayo aún fueron 69% menos que un año atrás, pero ya un 50% más que en abril. Todo, según lo datos oficiales del instituto nacional de estadísticas chino.
La revancha de la vida
En las redes sociales empiezan a circular cada vez con más fuerza videos e imágenes de "la revancha de la vida" que llegan del hemisferio norte. La agenda de los europeos ya está puesta en el verano. En la playa y en los bares. Europa concretó la apertura de sus fronteras a los turistas y los aviones llegaron llenos. La agenda de los norteamericanos va en el mismo sentido. Todavía con algunas precauciones -cada vez menos- y temor a una segunda ola.
Mientras los científicos debaten si sucederá o no, la OMS anunció que entiende como muy probable tener cientos de millones de dosis de la vacuna antes de fin de año. El proyecto de la Universidad de Oxford viene prometiendo de manera consistente desde hace meses que la tendrá lista para septiembre.
Asia, Europa y ahora Estados Unidos nos muestran cada vez con más claridad que "hay un día después". No es Disneyworld, de ninguna manera. Las consecuencias de haber cerrado el mundo que teníamos 24/7 durante meses no serán gratis ni mucho menos. El Banco Mundial proyecta una retracción del PBI global del 5%.
Sin embargo, no por ello podemos perder de vista la señal más relevante que nos están enviando: "Hay luz al final del túnel". Nos queda juntar fuerzas para cruzarlo. Y prepararnos para el encuentro con la realidad. Será complejo.
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