La sobreproducción inunda los rincones de China
SUIZHOU, China—Hasta en los lugares más remotos de China, un exceso de producción implacable nubla el camino del país hacia la prosperidad y sacude la economía global. En esta ciudad, sobran los champiñones y los camiones de cemento.
Cuando Yang Qun, una agricultora de 48 años, empezó a operar en el ajetreado mercado matinal de champiñones de Suizhou hace cinco años, la industria de los hongos se expandía e incluso llamó la atención del negocio de financiamiento rural del banco británico HSBC Holdings PLC. Yang ahorró lo suficiente para comprar una camioneta. Cuando nevó en enero, estuvo dispuesta a vender a precios de liquidación seis bolsas de champiñones secos que demoraron seis meses en cultivar.
En el caso de Xu Song, un ruido estruendoso servía de bienvenido recordatorio que sus 200 colegas que estaban ocupados golpeando acero para transformarlo en esos barriles gigantescos que usan los camiones de cemento. Hace poco, se sentó a mirar videos en una oficina sin calefacción; era el único empleado que quedaba en la abandonada fábrica. "La caída fue precipitada", dice Xu dentro de la planta de Hubei Aoma Special Automobile Co. donde era el encargado del control de calidad. "No sé lo que nos ocurrió realmente".
Más allá del exceso de acero y apartamentos que lastró el crecimiento en los últimos años, la economía china también está saturada de los bienes que proceden del campo y las fábricas. Numerosas ciudades pequeñas y medianas como Suizhou, que prosperaron gracias al crédito barato y los subsidios del gobierno a la agricultura y la construcción, estaban supuestamente destinadas a protagonizar la segunda ola del crecimiento chino. Pero la economía se ha frenado, lo que ha deprimido los precios, las ganancias y el empleo.
Las vicisitudes de Suizhou ilustran cómo la desaceleración de China es amplia, profunda y difícil de superar. La sobreproduc-ción doméstica implica que el país gasta menos en el exterior mientras que las empresas que venden a China se preparan para enfrentar posibles medidas orientadas a proteger a las compañías locales. Además, en un momento en que la demanda china corre peligro, los colosos industriales del país que disponen de capacidad ociosa tratan de capturar cuota de mercado en el extranjero.
El gobierno ha dado prioridad a la eliminación de las llamadas compañías "zombies", que se mantienen a flote gracias a crédi-tos con los que producen bienes que nadie quiere comprar, para despejar el camino a los elementos más vibrantes de la economía. El ajuste no será fácil puesto que en lugares pequeños y remotos como Suizhou las firmas que se sobre-expandieron son los puntales de la economía.
El futuro de China depende de una mayor difusión de las oportunidades. Así como Shanghai y otras metrópolis de la costa fueron la fuerza detrás de las primeras décadas tras la liberalización de mercado, el gobierno quiere que las ciudades más pequeñas sean el motor de la próxima etapa de crecimiento. El gobierno pretende urbanizar a unos 100 millones de personas de menores ingresos dentro de cinco años con el fin de expandir una clase media con el dinero suficiente para costear una salida al cine y visitas al médico y sustentar la trayectoria alcista de la economía.
Con una población de 2,5 millones de habitantes, Suizhou es una de las 130 ciudades pequeñas de China en el umbral de esta campaña, sirviendo como un imán para convertir a los campesinos en trabajadores urbanos mejor remunerados y forjar nuevos mercados para las empresas locales. Los ingresos disponibles de los residentes de Suizhou alcanzaron los US$3.470 por persona en 2015, según cifras oficiales. La cifra es 40% superior a lo que ganaban los residentes rurales, pero inferior a los casi US$8.100 de los habitantes de Shanghai.
Ubicada en la provincia de Hubei, al norte del Río Yangtzé, Suizhou es el supuesto hogar del padre mitológico de la agricultura china, el Emperador Yan, que habría vivido hace 4.500 años.
La ciudad aprovechó la cercanía de la capital provincial, Wuhan, para industrializarse. Los talleres que demandaban mano de obra poco calificada modificaban los chasis de la potencia automotriz regional Dongfeng Motor Corp. para fabricar mezcladoras de cemento, recolectores de basura, autobuses escolares y productos similares.
Cuando la economía mundial colapsó en 2008, localidades como Suizhou no tardaron en recibir el estímulo del gobierno.
La ciudad financió un nuevo distrito urbano, emitió US$150 millones en bonos y construyó edificios de apartamentos cerca de una estación del sistema nacional de trenes de alta velocidad. Su Producto Interno Bruto creció en los últimos ocho años cuatro puntos porcentuales más que el del país, incluyendo dos años consecutivos de una expansión de 15%, en 2010 y 2011. El crecimiento descendió a 8,8% en 2015, cuando la economía china se expandió 6,9%.
El enfriamiento dejó al desnudo los excesos del auge. La ciudad ahora cuenta con 110 fabricantes de vehículos a gran escala.
Sentada en una silla roja, Xia Yue, una joven de 28 años, está al frente de las esperanzas de Suizhou de generar nuevas oportunidades. Inspectora de control de calidad para Hubei TKD Crystal Electronic Science and Technology Co., Xia opera una máquina que prueba osciladores de cristal más pequeños que un grano de arroz, y que se usan como diminutos relojes en teléfonos celulares, dispositivos de Wi-Fi y automóviles.
No obstante, la expansión de TKD depende de una salida a bolsa de US$36 millones en Shanghai, que aguarda el visto bueno de los reguladores desde mediados de 2014. Se trata, asimismo, de un negocio sumamente competitivo y con márgenes diminutos.
En tanto, en el mercado de champiñones en las afueras de ciudad, Yang reconoce su ignorancia sobre temas económicos, pero siente que la actividad pierde fuerza. Después de ver cómo los agricultores que ofrecen hongos de mejor calidad pueden obtener más de US$10 por kilo, Yang pedía US$6,40. Preocupada de que si no los vendía antes del Año Nuevo Lunar, que tuvo lugar este mes, la humedad podía arruinar sus champiñones, aceptó US$5,65 por kilo, quedándose con casi US$2.000. "Hoy perdí dinero", sentenció.
Rose Yu contribuyó a este artículo.