La salida de capitales de la zona euroexacerba el fortalecimiento del dólar
Un cambio profundo en el flujo de dinero alrededor del mundo está llevando el euro a la baja con gran velocidad, el dólar al alza y dejando a los países más pequeños frente a las consecuencias de una avalancha de efectivo.
Una ola de dinero está saliendo de la zona euro, donde los rendimientos sobre activos seguros son ínfimos —si es que hay tasas de interés positivas—, camino hacia Estados Unidos y a refugios como Dinamarca y Suiza.
En menos de un año, la moneda común europea ha caído 22% frente al dólar, de US$1,39 a US$1,08. Este mes, el euro tocó un mínimo de 12 años de menos US$1,05.
El Banco Central Europeo está frenando las tasas de interés, mientras que la Reserva Federal de EE.UU. espera subirlas, una combinación que ejerce presión sobre el euro frente al dólar.
Pero la caída, dicen varios analistas, ha sido exacerbada por la voluntad de los grandes inversionistas de desligar sus activos del euro, no sólo de especuladores que apuestan a que la moneda común seguirá en caída.
Los caminos divergentes que han tomado las políticas monetarias de Europa y EE.UU. han sido el detonante para que los ahorristas y los inversionistas europeos le otorguen una mayor preponderancia a EE.UU. en sus portafolios, a expensas de Europa, en busca de retornos más jugosos. Los grandes bancos centrales, como el de China y los de varios países de Medio Oriente, que habían invertido sus reservas en euros, están siguiendo el ejemplo.
"Lo único que importa son los flujos de capital", asevera Roger Hallam, director de inversión de divisas de J.P. Morgan Asset Management, que supervisa US$1,7 billones. La firma ha apostado a un euro más débil a lo largo del reciente declive y cree que caerá aun más.
A mediados del año pasado, el Banco Central Europeo redujo las tasas de interés a casi cero y la tasa que paga por guardar depósitos de bancos comerciales con tasas de interés negativas.
Desde que en junio el BCE empezó a fijar tasas de interés negativas sobre depósitos, más dinero ha salido de la zona euro para comprar acciones y bonos en otras regiones comparado con el que ha ingresado, muestran datos del banco central. Últimamente, ese flujo constante se ha convertido en un torrente. En el último trimestre de 2014, la brecha era de 124.400 millones de euros (US$134.350 millones). El euro ha caído, pero las acciones y bonos europeos han repuntado. Esto se debe en parte a la flexibilización cuantitativa, que suele llevar a los inversionistas a comprar activos de mayor riesgo como acciones, mientras el propio programa de compras de bonos del BCE apoya el mercado, incluso cuando algunos inversionistas salen de la zona euro.
Las consecuencias más drásticas de estos cambios se pueden apreciar en los vecinos más pequeños de la zona euro. El banco central de Dinamarca, por ejemplo, ha reducido este año las tasas de interés en cuatro ocasiones en un esfuerzo por impedir que los inversionistas foráneos disparen el valor de la corona danesa. La entidad ha impreso enormes cantidades de coronas para vender por euros e impedir su apreciación. La corona danesa tiene paridad con el euro.
El ingreso de capitales a Suiza fue tan abrumador, que el banco central no tuvo más remedio que dejar que el mercado determinara el valor de la moneda, lo que produjo un alza de 40% en el valor del franco suizo en un día.
EE.UU. tampoco ha salido ileso. La gigantesca demanda europea ha contribuido al alza del dólar este año y ha alimentado un repunte de los bonos del Tesoro, pese a que la Reserva Federal está cada vez más cerca de empezar a subir las tasas de interés de corto plazo. En 2014, los inversionistas extranjeros aumentaron sus tenencias de bonos del Tesoro estadounidense en US$374.300 millones, según datos de la Fed. La tendencia ha persistido durante este año.
Otro factor ha potenciado el flujo de fondos de Europa hacia EE.UU. El programa de flexibilización cuantitativa del BCE tiene lugar en un momento en que los gobiernos europeos se están ajustando el cinturón. Eso implica una menor emisión de bonos soberanos, lo que les da a los inversionistas una nueva razón para salir en busca de mejores retornos en lugar de tener que pagar caro por activos relativamente escasos o enfrentarse a la posibilidad de tener que pagar por mantener efectivo en euros.
La demanda del BCE ha elevado los precios de los bonos y llevado sus retornos, que se mueven en la dirección opuesta, a mínimos históricos. La deuda del gobierno alemán a 10 años rinde apenas 0,18% y la de vencimientos de siete años y menos tiene tasas negativas.
APG Groep N.V., una entidad que supervisa unos 415.000 millones de euros en fondos de pensiones en Holanda, ha estado trasladando una mayor proporción de sus inversiones fuera de Europa.
"En momentos en que las tasas de interés en la zona euro están tan bajas y el euro está cayendo, es lógico que acudamos a (bonos soberanos de) EE.UU. o Gran Bretaña puesto que han cobrado mayor atractivo, tanto desde el punto de vista de preservación de capital como de retornos", dice Harmen Geers, portavoz de la firma de gestión de activos.
Los inversionistas europeos tienen que tomar una decisión, dice Stephan Hirschbrich, que gestiona una cartera de renta fija de unos 232.100 millones para la firma alemana Union Asset Management Holding AG: invertir en deuda de plazos más largos o mayor riesgo o salir fuera de Europa. "Para los clientes que pueden hacerlo, hemos estado entrando en EE.UU., donde nos podemos beneficiar del alza del dólar y rendimientos más altos", aseveró.
Algunos analistas creen que las grandes salidas de capital desde la zona euro seguirán. Deutsche Bank prevé que el euro descenderá a 85 centavos de dólar en 2017 a medida que un exceso importante de ahorro, en especial de economías como las de Alemania y Holanda, desembarca en países fuera de la zona euro.
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