La relación con el FMI: el problema no es Valdés, sino las discusiones por el plan
Más allá de los nombres, la sustancia de los tironeos de la Argentina con el Fondo es la misma
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WASHINGTON.- Mauricio Macri llegó a sugerir en su libro, “Primer Tiempo”, que David Lipton pudo haberle costado su reelección. Alberto Fernández y Cristina Kirchner denostaron al Fondo Monetario por el “préstamo político” a Macri, que después ellos renegociaron. Ahora es Javier Milei quien apunta a Rodrigo Valdés en medio de nuevos tironeos con el Fondo por plata y un nuevo programa, el tercero que busca la Argentina en seis años para encarrilar la economía.
En la relación entre la Argentina y el FMI cambian los gobiernos y los actores, pero las tensiones perduran. El problema es el mismo: no es una persona, es el plan.
La decisión de Rodrigo Valdés, el director del Hemisferio Occidental del Fondo, de retirarse de las negociaciones con la Argentina en medio de las feroces críticas de Milei apunta, en las palabras de Julie Kozack, vocera del Fondo, a desactivar la ofensiva y generar un “involucramiento constructivo”. La movida es atípica, pero las peleas no.
Valdés es el nuevo blanco, como antes fue Lipton o Alejandro Werner, o, en la época de Néstor Kirchner, Rodrigo de Rato. El próximo puede ser Luis Cubeddu –que ya estaba a cargo del día a día de las negociaciones y seguirá en ese papel– o Gita Gopinath, que ocupa el cargo que tenía Lipton, y ha adoptado el programa argentino.
El repliegue de Valdés, que es el jefe de Cubeddu, expone nuevas tensiones en las nuevas conversaciones entre el Fondo y la Argentina. Falta conocer la imagen completa. El motivo. Milei lo acusó de tener “mala intención” y de estar “poniendo ‘peros’” y lo vapuleó cada vez que pudo, pero nadie en el oficialismo ofreció muchos detalles sobre el foco de tensión: si es el atraso cambiario, el dólar, la dolarización, la salida del cepo, o la intención oficial de que el Fondo firme otro cheque en blanco. El problema de fondo es ese: la brecha entre lo que el Fondo quiere o puede dar, y lo que el Gobierno quiere y está dispuesto a ofrecer. La sustancia de la discusión no cambia aun si cambia el negociador.
Valdés es un economista ampliamente respetado en Washington, dentro y fuera del Fondo. La noción de que era el único obstáculo para que Milei accediera a un nuevo programa es inverosímil. Un plan debe pasar por el tamiz del staff –incluidos varios otros departamentos, además del que conduce Valdés–, el management, es decir, Gopinath y Kristalina Georgieva, y, por último, el board, controlado por el G7, y donde se sabe que Estados Unidos tiene una injerencia singular. Aun si Valdés desaparece, el Gobierno debe recorrer un largo y complejo camino hasta llegar a su objetivo final.
En su libro, Macri dijo que la causa principal por la cual no pudieron controlar el dólar durante la corrida cambiaria de la Semana Santa de 2019 que terminó por sepultar su reelección fue “la negativa tajante del FMI, y sobre todo de David Lipton, a reconocer el problema que teníamos y dejarle al Banco Central operar con más libertad” sobre el dólar.
En ese momento eran Nicolás Dujovne y Guido Sandleris quienes pujaban con Werner y Roberto Cardarelli. Al final, el Fondo dio luz verde para intervenir sobre el dólar. Para Marcri, demasiado tarde.
“La corrida de Semana Santa no fue gratis. Pero me cuesta no pensar que, si la decisión de Lipton hubiera llegado solo dos semanas antes, quizás el resto del año habría sido distinto”, concluyó Macri. Macri descargó responsabilidades en Lipton, pero el problema real de Macri no fue Lipton, sino su plan. El problema real del Gobierno ahora tampoco es Valdés.
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