La reforma de las jubilaciones a la luz de la experiencia chilena y el mundo
El esquema previsional debería incluir premios por mejor salud y alimentación cuidada; pero antes de eso se debe hablar del sistema de pensiones y salud integrado
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En un índice global de jubilaciones elaborado por Mercer y el Instituto CFA que compara a 47 países, la Argentina quedó último en calidad de jubilaciones. Chile, mientras tanto, fue el país mejor calificado dentro de América Latina. En este contexto, cabe preguntarnos: ¿Debe reformar Javier Milei el sistema actual? ¿Debería tomar inspiración de Chile?
Nadie niega la necesidad de un sistema de jubilación básica, que asegure un nivel digno de prestaciones a jubilados independientemente de su historial laboral, y que se financie no sólo sobre la base de un impuesto general, sino que se incorpore además variables como el rendimiento de una canasta de commodities, premios por mejor salud y alimentación cuidada. Pero antes de eso, debemos hablar sobre un sistema de pensiones y salud integrado.
El exitoso modelo chileno ha caído en tela de juicio bajo las consignas de que las pensiones no alcanzan, o que no entregan la rentabilidad prometida. Pero justo es decir que si las cotizaciones de previsión tienen lagunas, no se puede esperar mantener las rentabilidades deseadas, ya que la continuidad del ahorro se interrumpe.
Al escuchar esas consignas, es posible ver un cambio de percepción respecto de lo que es la jubilación hoy en día. ¿De qué se tratan las pensiones hoy en día?
Las pensiones crecientemente se entienden como capital para gastar y asegurar ciertas experiencias o gustos, por sobre la idea de ahorrar para la vejez. Por lo anterior, creo que las pensiones deben estar unidas a la historia médica de los asegurados. No hay razón para tratar igual al que ha decidido libremente fumar o beber en exceso, con aquel que ha llevado una vida saludable. Incluso más, se debería premiar a todo aquel que lleve una vida saludable. Y, por tanto, la edad de jubilación no puede ser los 65 años, tampoco lo puede ser el hecho de comenzar a los 20 años a trabajar, cumplir 30 años, y jubilarse a los 50. Allí hay preconcepciones que son de otro mundo, anacrónicas, y que ya no vienen a la realidad.
Hemos escuchado que los 40 son los nuevos 30, que los 60 son los nuevos 40, y que los 70 son los nuevos 50. También queremos trabajar lo menos posible, y retirarnos antes. ¿Hasta cuándo decidimos ser jóvenes? He visto a “chicos” de 60 hacer trekking por días enteros con amargas quejas de que son demasiado viejos para trabajar de 9 a 18.
Debemos aceptar pasar a una edad de jubilación mayor donde las pensiones tienen un modelo híbrido de trabajo-retiro. Así, la idea del retiro definitivo de la vida de trabajo debe ceder a un sistema híbrido en que las personas trabajen de forma paulatinamente decreciente, de manera tal que una persona mayor de 75 años pueda trabajar 3 horas diarias, por ejemplo. Esto conlleva el incentivo por parte de actores privados y públicos en reeducar continuamente a la población, a objeto de que puedan reconvertirse laboralmente.
La propiedad exclusiva de los dineros ahorrados por los cotizantes no debe estar en discusión, ni tampoco su heredabilidad. Pero teniendo presente una función de coadyuvantes al desarrollo nacional. De tal forma que los dineros que se inviertan para asegurar el retorno necesario para poder cubrir las pensiones del futuro contemplen la inversión en la mitigación del impacto del cambio climático, por ejemplo. El ahorro previsional es personal, pero debe contemplar restricciones, por ejemplo: retirar por una sola vez, y sólo en relación con la primera vivienda, un porcentaje no mayor al 40% del total acumulado.
La preocupación de que la existencia de tantas personas mayores trabajando bloquearán el acceso a generaciones menores es real, pero a la vez trivial, ya que las sociedades modernas se enfrentan a una caída inexorable de sus poblaciones.
Incorporar la IA
Imaginar el futuro de un sistema de pensiones y salud conlleva proyectar los avances en inteligencia artificial, adaptando consejos y estrategias a las trayectorias profesionales individuales, datos de salud y objetivos de ahorro personal. Esto involucra ajustes dinámicos en las tasas de ahorro, elecciones de inversión y edad de jubilación basados en datos.
La educación financiera gamificada (gamified) ayudada de entornos de inmersivos de realidad mixta, (VR y AR) podrán permitir experimentar los resultados a largo plazo de diferentes estrategias de ahorro e inversión, de una manera visual y convincente. Esto llevará a una mejor planificación para la jubilación y fomentar decisiones informadas. También se debiese asegurar la interoperabilidad en la gestión de pensiones, facilitando a los trabajadores moverse entre trabajos o incluso países sin perder los beneficios de la pensión.
Otro beneficio de la computación inmersiva, o Realidad Mixta, es que contribuye a formas atractivas de mantener mentalmente activos y socialmente conectados a personas mayores. Los entornos virtuales eliminan barreras y facilitan interacciones sociales, aprendizaje y entretenimiento. Lo hemos visto en generaciones más jóvenes, quienes llevan años experimentando estos cambios. En este sentido, se podría abordar el problema de la soledad y falta de compañía, cada vez más presente entre los mayores.
Hablar de pensiones no es solo un tema financiero, ni mucho menos arena para reivindicaciones, sino para plantear el cambio cultural y social que la revolución científico tecnológica nos ha traído.
El autor es empresario, presidente de Fundación Libertad Humana
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