La reforma al Banco Central, un regreso al pasado
La reciente reforma de la Carta Orgánica del Banco Central (BCRA) conspira contra su independencia porque amplía la discrecionalidad del Poder Ejecutivo Nacional (PEN) para financiarse con recursos de ese ente. Su resultado final será más inflación y menos crecimiento.
El BCRA ha sido de los bancos centrales más dependientes del poder político de turno. En 77 años, tuvo 55 presidentes y 12 cartas orgánicas, lo cual muestra su grado de dependencia política. Sin embargo, desde su fundación (1935) hasta 1991 se identifican dos períodos bien diferenciados.
En 1935/1944, el BCRA tuvo un sólo presidente (Enrique Bosch), que sobrevivió a cuatro presidentes de la Nación (Justo, Ortiz, Castillo y Farrell). Gozó de independencia política, no financió al sector público y la inflación promedió el 3,3% anual.
Por el contrario, el BCRA tuvo 50 presidentes en los siguientes 46 años (1944/1991). En ese período, no gozó de independencia y la emisión monetaria se convirtió en la principal fuente de financiamiento del exceso de gasto del Tesoro. La inflación ascendió a un promedio de 236% anual con un récord de 4924% (1989) y 1344% (1990).
En ese marco e identificando que la emisión monetaria era la principal causante de la inflación, en 1991 la convertibilidad prohibió que el BCRA financie al sector público, y se promulgó una nueva Carta Orgánica que dictaminaba que su objetivo primordial era "preservar el valor de la moneda".
¿Por qué debe ser autárquico el BCRA? Primero, porque los efectos de la política monetaria sólo se manifiestan con largos retardos y los resultados buscados no se obtienen inmediatamente.
Segundo, porque toda política en pos de preservar el valor de la moneda (evitar la inflación) es similar a un proyecto de inversión: tiene un costo inmediato a cambio de frutos que se recogen gradualmente con el paso del tiempo. Por lo tanto, si los gobernantes se encargan de la política monetaria, resultaría difícil que no priorizaran el corto en detrimento del largo plazo; persiguiendo un mayor crecimiento inmediato a costa de mayores niveles de inflación que afectarían negativamente el futuro.
En este sentido, tanto la teoría como la evidencia empírica (e histórica) muestran que las sobretasas de crecimiento buscadas por los políticos desaparecen en horizontes de tiempo más largos; quedando sólo una mayor inflación que atenta contra la sustentabilidad del crecimiento alcanzado.
Independencia
El hecho de que el BCRA sea independiente no significa que debe o puede elegir los objetivos de política económica en forma unilateral y autónoma. Por el contrario, en una democracia es apropiado que el Congreso (los representantes del pueblo) establezca esos objetivos y ordene al BCRA que los alcance.
Sin embargo, el Central debe tener total libertad para decidir cómo va a perseguir sus objetivos y, además, sus decisiones deben ser muy difíciles de revocar por cualquier otra instancia política. En pocas palabras, se define como independencia del BCRA el hecho de tener independencia para elegir y mover libremente los instrumentos (reservas, tasas de interés, cantidad de dinero o tipo de cambio), pero no para determinar los objetivos (inflación, crecimiento, etcétera).
¿Qué y cuántos objetivos debe tener el BCRA? Imaginemos un Congreso que le impone cuatro objetivos al Central: minimizar la inflación, maximizar el crecimiento (para minimizar el desempleo y redistribuir más equitativamente el ingreso), mantener el tipo de cambio nominal cuasi fijo (para preservar la estabilidad financiera) y maximizar el saldo comercial positivo.
Indudablemente, son cuatro objetivos que cualquier político desearía alcanzar. Pero la maximización del crecimiento inevitablemente genera inflación. La inflación con tipo de cambio fijo aprecia la moneda en términos reales. Y la apreciación del tipo de cambio real sumado al crecimiento estimula las importaciones y reduce el saldo comercial positivo.
En pocas palabras, el BCRA no puede alcanzar los cuatro objetivos al mismo tiempo. En este marco, a menos que tenga un único objetivo, es el Central quien debe encontrar un equilibrio entre ellos, es decir debe hacer frente a varias disyuntivas. Cuanto más objetivos de política monetaria haya, mayor será la probabilidad que ninguno pueda ser alcanzado. En pocas palabras: "El que mucho abarca poco aprieta".
Lo aconsejable hubiera sido que el mandato del Congreso hacia el BCRA no incluyera múltiples objetivos. De hecho, la teoría y la evidencia empírica aconsejan que no tenga más de dos: inflación y crecimiento. Lo contrario es volver al pasado, es decir, las épocas en que no nos fue bien.
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