La psicóloga que se convirtió en experta fabricante de juguetes por el trabajo en su consultorio
Luciana Goldstein es psicóloga infantil, pero en el mismo momento en que terminó su residencia en el Hospital Gutiérrez y comenzó a atender en un consultorio, se convirtió también en emprendedora y empresaria juguetera. "Yo me formé como psicóloga infanto-juvenil y el juego está muy en la base de mi trabajo, así que empecé a buscar materiales didácticos para usar en el consultorio. Los de plástico que compraba en Once me duraban dos minutos y faltaban materiales que se pudieran manipular, que representaran bien los objetos de la realidad y que no lastimaran si me los tiraban por la cabeza", cuenta.
Goldstein, que no sabía coser, buscó ayuda en Internet y fabricó una berenjena con pañolenci, relleno de vellon siliconado y gomaespuma: el primer ejemplar de lo que sería la marca Ponchi Ponchi Comiditas. Hoy recuerda: "Empecé a coser para mi consultorio y para mis colegas psicólogos, pero cada vez que se los mostraba a alguien me decían ‘quiero’. Iba a alguna feria y vendía todo. Acá hay algo, pensé".
Era el año 2014 y la venta por Internet estaba todavía en una etapa germinal, pero Goldstein empezó a mostrar sus producciones por Facebook. Las redes sociales propiciaron el despegue y la venta uno a uno comenzó a tomar volumen, hasta que decidió que era momento de profesionalizar el proyecto y aumentar la escala.
Hoy trabaja con un equipo de 15 personas, que incluyen cortadores, costureras, diseñadores y personal de contabilidad; tiene un showroom en el microcentro porteño y llega, vía comercio online, a todo el país. Además, adaptó el diseño para la venta en jugueterías (un packaging que permite ver el producto y no la bolsa de red con que le llega a los clientes que ya saben lo que van a encontrar dentro) y abrió un unidad de venta mayorista.
Los modelos que más se venden son, según Goldstein, el kit de frutas y verduras, el de insumos para sándwich y el de almacén. Pero la firma renueva todo el tiempo su oferta: hay sushi, pasta, asado, helados, cupcakes, pastelitos.
"Nos subimos a esta ola de pensar el juego más allá del género. El juego es de la infancia y de todos los niños y niñas", dice Goldstein, que tiene 35 años y es mamá de dos nenas. "Además, por mis conocimientos en juego infantil hago hincapié en el juego compartido; ningún niño juega solo. Desde Ponchi invito a acompañar el desarrollo sano de los niños y a ofrecer escenas de juego involucrándose".
La inversión inicial fue de $6.000, con los que Goldstein compró los primeros rollos de tela. "Como no sabía nada compré una tela que no servía y, cuando me di cuenta, me tiré a llorar sobre los rollos". Finalmente pudo devolver la mercadería y con la plata reintegrada compró menos tela, pero más adecuada. "Así con todo: aprendí sobre la marcha", dice.
En 2016 Goldstein sacó un crédito del Gobierno de la Ciudad que le permitió inyectar capital para aumentar la escala de producción. En 2017 estuvo en la Feria Puro Diseño y desde ese mismo año es parte de la plaza de juegos de la Feria Masticar, donde descubrió una nueva unidad de negocios: el servicio de espacios de juegos. Además, el año pasado ganó el Premio Ciudad Productiva Joven, que entrega la Federación de Industria y Comercio de la Ciudad y se reunió con el ministro de Producción, Dante Sica, que la alentó a exportar. "Tenemos pedidos de Brasil, Uruguay; el interés de los otros países está, solo nos falta ponerlo en marcha", apunta.
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