El dólar que quiere Caputo, la curiosa definición de Bullrich y cuándo bajarán los impuestos
El ministro de Economía participó del Cicyp; qué dijo sobre los impuestos, el cepo y la dolarización
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Acorralado contra la gran mesa central de los empresarios más poderosos, las manos de Luis Caputo estaban llenas de tarjetas de presentación. No había podido sentarse y alrededor suyo ya se arremolinaban hombres de negocios que querían presentarse, darle un consejo o pedirle alguna reunión. Una postal habitual en cualquier reunión que congrega a un ministro de Economía de la Argentina y al poderoso círculo rojo del establishment.
“¿Cómo ve la inflación de marzo?”, coló una pregunta LA NACION en ese enjambre. “Es difícil porque es un mes estacionalmente alto, pero vamos a ver”, respondió el titular del Palacio de Hacienda. “¿Y los precios de los alimentos?”, se repreguntó. “En los supermercados bajan”, dijo el ministro, que precisó que habrá que ver qué ocurre con ese capítulo del IPC teniendo en cuenta que, además de las grandes superficies, releva almacenes y productos “frescos”, esos que no están en góndolas.
Los alimentos ya habían sido un motivo de conversación previa con los organizadores del encuentro del Consejo Interamericano de Comercio y Producción (Cicyp) en el Hotel Hilton. “Vos bajá los precios del café”, le había dicho Caputo a Martín Cabrales, apenas fue recibido por los empresarios en un encuentro privado. Con LA NACION, Cabrales dijo que los precios se están acomodando. Que previamente, con el gobierno anterior, se ajustaron a un dólar a $1300 sin acceso al mercado de cambios y que, además, el dólar oficial saltó luego–con la actual gestión– a $800. Ahora, pese a que el valor internacional es elevado, le facilitaron el acceso a insumos al contado. “Todo el café es importado”, dijo cuando se lo consultó por la apertura de importaciones que anunció el Gobierno para contrarrestar los altos precios.
Esa última medidas oficial cruzó todas las conversaciones en los pasillos del Hilton. No sólo los pasillos sino también el escenario. A pesar de que Marcos Pereda, presidente del Cicyp y vice de la Sociedad Rural (SRA), habló de “gran determinación”, de “cambios de expectativas” y de la desarticulación de “kioscos”, reclamó bajas de costos y de impuestos, para –luego– integrarse al mundo. La secuencia es importante, porque, a contramano, Caputo –pese a que transitoriamente bajó gravámenes a las importaciones de alimentos– prometió que bajará los impuestos el año que viene luego de estabilizar la economía.
Vale recordar que la Secretaría de Comercio ya eliminó los permisos de importación y todas las licencias no automáticas. Si no entran más productos a la Argentina es por el goteo de pagos que habilita aún el Banco Central (BCRA).
Otro factor es la recesión y justamente la pregunta que se hicieron este miércoles los hombres de negocios es cuándo la economía “pegará la vuelta”, y qué cantidad de empresas y trabajadores quedarán en el camino frente al shock que impulsó el Gobierno para equilibrar las cuentas fiscales y bajar la inflación.
Sobre el escenario, Caputo hizo un repaso de la herencia. “La peor de la historia”, describió. Luego se mostró “satisfecho” por el bimestre con superávit financiero, el primero desde 2011, y la tendencia a la baja de la inflación tras el pico de diciembre. “Se hicieron los deberes”, dijo y criticó a aquellos que vaticinaron un dólar a $2000, $4000 u $8000. “Llegamos con uno a $1100 y sigue a $1100 [el CCL]”, sentenció.
“La estabilidad vino para quedarse”, afirmó, antes de rescatar que la base monetaria se redujo un 38% gracias a una tasa real muy negativa. “Vamos a seguir por el mismo rumbo”, dijo.
Luego sacó su celular y recordó que la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, definió en la última reunión de gabinete cómo se entendía hoy por hoy a la gobernabilidad, unas de las preguntas que suelen hacerse a la gestión de Javier Milei.
La definición de Bullrich
“La gobernabilidad siempre fue un concepto atado a la capacidad del sistema político de tejer acuerdos. Pero los resultados hacia la sociedad de esos acuerdos no eran tenidos en cuenta; sólo valía el hecho en sí y no el fondo. Así, durante años, las variables económicas y las acciones de los políticos tomaban este concepto de gobernabilidad autonomizado de los resultados sociales y económicos”, leyó.
Recordó además el video de Pepe Albistur, no lo nombró, comiendo pochoclos en Cariló y anticipando la salida de Milei en abril o mayo. “Hoy ya estamos en marzo. ¿Alguien cree que el Presidente está a 10 días de irse o a 30 días de irse? No, por el contrario. Su popularidad subió”, dijo Caputo, que la ubicó en un 58%. “Si hoy hubiera elección ganaría cómodamente en primera vuelta. El 70% de la gente cree que este Gobierno va a bajar la inflación”, afirmó el ministro. “La gente es la nueva gobernabilidad”, ratificó, entre aplausos, y luego de aclarar que los cambios propuestos serían más rápidos si la política acompañara.
“Pero vamos a seguir por el mismo rumbo. Las cosas van a salir”, dijo y luego explicó: “Primero hay que estabilizar, o sea, bajar la inflación, recomponer el balance del BCRA y salir del cepo; luego crecer con desregulación para que sea sostenido (...) con superávit fiscal se bajan impuestos. No estamos tan lejos. El año que viene”.
La mujer de Caputo, que lo había acompañado, salió del salón. El ministro se paró para saludarla. Llegó entonces la comida –salmón de entrada; carne desmechada de primer plato– y arrancaron las preguntas. La primera fue por el atraso cambiario. Caputo dijo que no es posible comparar el tipo de cambio real con el del gobierno pasado, sobre todo luego de haber hecho un relato de la herencia (reservas negativas, inflación volando con precios distorsionados y pisados, y un rojo fiscal de 15 puntos) y que su equipo mira el “equilibrio general”. Repitió, como le dijo a las alimenticias o a los supermercados, que se siente cómodo en un dólar de $900 o $930. Dijo que se requiere paciencia para salir del cepo. “No estamos ahí”, afirmó sobre las condiciones necesarias y señaló que el rebote de la actividad puede ser rápido (mencionó que así lo creen Artana, Kiguel, Arriazu y Marull). “Espero que venga pronto”, agregó. La última pregunta fue obvia y Caputo ratificó a Milei: “La dolarización es el objetivo final”.
La visión de los empresarios
“Fue muy sincero”, dijo Mario Grinman, presidente de la Cámara de Comercio. “No es un político tradicional. Es alguien convencido que vino por la revancha”, agregó. Grinman dijo que “hay precios que están bajando, y van a seguir bajando porque los comercios necesitan vender”.
“Si logra la estabilidad se nos va a ir la locura por del dólar y eso abre un montón de oportunidades”, aseguró Adelmo Gabbi, presidente de la Bolsa de Comercio. “Hay que creer para ver”, aconsejó a la hora del postre, Adrián Werthein llamando a invertir a sus colegas.
“Las palabras del ministro orientadas a revalorizar el rol del sector privado, a fomentar la inversión, a lograr el equilibrio fiscal y a estabilizar la macro son muy bien valoradas por el empresariado”, dijo Jaime Campos, presidente de la Asociación Empresaria Argentina (AEA).
“Me parece bien arreglar las cuentas y la macro. Es el camino. Pero hay que ver a la velocidad que se hace esto”, alertó Gustavo Weiss, presidente de la Cámara de la Construcción preocupado por el freno de toda la obra pública en el país. En medio de la tensión con los gobernadores, el salteño José Urtubey pidió agregar a la agenda de Casa Rosada el federalismo, en general, y el fiscal, en particular.
“¿Cree que van a bajar las retenciones?”, preguntó LA NACION a Nicolás Pino, presidente de la SRA. “Sí, si no me tengo que matar”, bromeó sobre el cierre.
Eduardo Eurnekian dijo a este medio que comparte el rumbo de Caputo, pero luego le hizo una recomendación a su ex empleado. “Milei necesita una estructura más firme. No puede ser el único director de orquesta”, dijo el poderoso dueño de Corporación América. Una de las únicas personas por las que Caputo se levantó a saludar fue, antes de arrancar, Adrián Mészaros, el director de Finanzas de CGC.
Pese a que la gran mayoría mostró su respaldo, sí hubo preocupación por la recesión. Algunos recordaban que las terminales de autos cerraron en diciembre y abrieron, cuatro de ellas, en marzo en medio de la caída de patentamientos y producción. “La industria ya discute suspensiones”, dijo un industrial. Las mayores críticas, claro, vinieron por la medida de apertura a las importaciones de alimentos y la baja de impuestos a esos productos cuando hay capacidad ociosa, stocks saturados y baja demanda. Muchos recordaron que el 43% del precio de los alimentos son impuestos. Llega al 70% en los autos.
La polémica nominación de Ariel Lijo para la Corte también fue motivo de debate. Un libertario de cuna, como Cristiano Rattazzi, la cuestionó. Rattazzi tiene una causa iniciada por el sindicalista Pablo Biró cajoneada por Lijo hace años. A su lado, Gustavo Cinosi lo contradijo. “Tiene un muy buen manejo de la Justicia”, dijo y cerró que no se puede cuestionar a Ariel por lo que pudiera hacer su hermano Freddy.
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