La primera fábrica argentina de pelotas lucha para sobrevivir a la importación
CORDOBA. Los ingleses nunca lo admitieron –ni lo harán-, pero fue en la ciudad cordobesa de Bell Ville en 1931 donde se inventó la pelota de fútbol sin tiento, la que revolucionó ese deporte por una doble mejora: no sólo eliminó el cordón de cuero, sino que incluyó la válvula de aire. Es el mismo lugar donde se fundó la primera fábrica de pelotas de Argentina, que llegó a producir 12.000 unidades por mes. Hoy, en lucha contra las importadas, hace unas 2000.
Desde hace un año, Bell Ville –a 210 kilómetros de la ciudad de Córdoba- es la "capital nacional de la pelota de fútbol". La declaración la hizo el Congreso en reconocimiento al invento (patentado) de la "superball" (con pico y costuras invisibles) de Luis Polo, Antonio Tosolini y Juan Valbonesi. Ese balón se usó por primera vez en un partido oficial de la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) en setiembre de 1936 y fue incorporada por la FIFA en el Mundial de 1938 de Francia .
En la ciudad –donde en 1954 nació Mario Alberto Kempes - hay una docena de fábricas de pelotas de fútbol, entre ellas la pionera del país, DaleMas. Hoy la gestionan los hijos de Roberto Fuglini, su fundador. "El viejo siempre fue de inventar cosas; era muy creativo; era egresado de una escuela técnica –cuenta a LA NACION, Fernando-. De chico trabajó en una fábrica de motores y ahí vio que estar bajo órdenes no era para él y aunque le ofrecieron mucho más dinero, se fue y abrió su tornería".
A comienzos de los ’60 un cliente le pide que le haga "máquinas para fabricar pelotas de fútbol" (balancines, cilindros, planchadoras, cortadoras) y, unos años después, le ofrece venderle el negocio. "Era más partidario del fútbol que de la tornería –se ríe su hijo- y después de un tiempo de tener las dos empresas, se queda con la de las pelotas".
Al inicio fabricaban para todos los deportes, pero la alta demanda de las de fútbol empujó a la firma a dedicarse exclusivamente a esa variedad para poder responder a sus clientes.
"En esos años del ‘60 no entraba nada importado todavía, no había competencia. En los ’80 producíamos 12000 pelotas al mes; todo cosido a mano. Dábamos trabajo a entre 4000 y 5000 costureros en Bell Ville porque todo era a mano", describe Fernando y recuerda que el de México 1970 fue el primer Mundial el que Adidas ingresó como marca oficial de la pelota, era una Telstar, modelo que se reinventó para el de Rusia .
Los Fuglini mencionan que en los ’80 levantaban pedidos abiertos: "En el talonario no poníamos cantidades; sólo modelo y precio. Los clientes decían ‘vos mándame pelotas y yo te digo basta’. Era difícil cumplir con todos". Los tiempos cambiaron, hoy hacen unas 2000 por mes. "Competís con el mundo; cuando Pakistán y China tengan vía libre en los mercados, nadie más puede fabricar", dicen.
EL MERCADO ARGENTINO
En el país, por año, se venden tres millones pelotas de todo tipo; los fabricantes nacionales tienen capacidad para abastecer 500.000 (no hay fábricas de pelotas de básquet). "Podría ponerse un cupo de importados de 2,5 millones de unidades y todos trabajaríamos; las pelotas chinas y paquistaníes llegan a los negocios a $110, lo mismo que a nosotros nos sale coserlas".
Fuglini explica que, hasta ahora, ingresan pelotas "dos B, bonitas y baratas; pero también las tienen buenas. Saben fabricar; la Telstar con chip interno del Mundial de Rusia se produce en China". Los precios de las pelotas de fútbol van entre $190 a $410 pesos pero la del Mundial cotiza a $5000.
El récord de ventas de la fábrica cordobesa lo tiene con la TT48 "la perfecta", la pelota de 48 gajos que diseñó don Roberto. Es la de mayor cantidad de gajos del mundo y, por lo tanto, la con menos posibilidad de que se deforme. Las tradicionales tenían 32 gajos (20 hexágonos y 12 pentágonos).
El cordobés también es el creador de la "Leroi" –ahora Roni (un homenaje a Roberto y Nidia, los padres)- la pelota con la menor cantidad de gajos, sólo seis. La clave es que coserla lleva sólo entre 30 y 45 minutos frente a las tres horas que insume al tradicional.
"La cosmética, el dibujo, es lo que modifica los modelos y marca tendencias, al igual que los colores –apunta Fluglini-. La estrella, por ejemplo, ‘garpa" y es muy nuestra". Asegura que exportar es imposible: "Necesitaríamos un dólar a $200; imaginen que con US$5 se compra una paquistaní que encandila. Tres veces importamos, pero no es para nosotros; la decisión es seguir fabricando por siempre".
La empresa, a mediados de los ’90, empezó a fabricar indumentaria y accesorios deportivos (que hoy representan la mitad del negocio). Tienen locales comerciales en Bell Ville, Córdoba y Villa María . Emplea a 30 personas (era el doble de personal cuando sólo producían pelotas). En 1995 perdieron todo por un incendio y empezaron de nuevo.
La cordobesa aparece en el Guiness de los récords por tener la mayor colección de pelotas distintas del mundo. La categoría estaba vacante y la certificaron en 2008; son unas 5000 pelotas.
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