La política presiona al Banco Central para que deje de ocuparse solamente de la inflación
El gobierno de Cambiemos será exitoso sólo si nos saca de la estanflación. Este objetivo dual se alcanza con un mix de política económica único y coordinado: política monetaria contractiva para bajar la inflación y política fiscal expansiva de baja de impuestos para volver a crecer.
La política fiscal es exactamente opuesta a la que se necesita para volver a crecer. El presupuesto para 2017 planea aumentar la presión tributaria, el gasto público y el déficit fiscal. Así, el sector privado continúa ahogado y sin posibilidades de ganar dinero, desincentivando la inversión, la generación de empleo y la ampliación de la producción.
Lógicamente, no aparecen los brotes verdes y cada vez hay menos chances de que en 2017 se dispare un proceso de crecimiento económico "en serio" y sostenible hasta fin de mandato. A lo sumo, el nivel de actividad experimentaría un rebote estadístico, pero el producto bruto interno (PBI) per cápita caería -1,6% al comparar 2017 contra 2015.
Sin resultados en materia de actividad, "la política" presiona al Banco Central de la República Argentina (BCRA) para que deje de ocuparse solamente de la inflación y se empiece a preocupar por el nivel de actividad, bajando la tasa de interés para estimular el consumo y la demanda agregada. En este marco, en las últimas tres semanas, el BCRA bajó la tasa de interés 150 puntos básicos (de 26,75% a 25,25%) cuando los fundamentos de expectativas de inflación y de la inflación observada avalaban dejarla sin bajar.
Puntualmente y de acuerdo con sus objetivos de corto y mediano plazo, el BCRA debería bajar la tasa de referencia sólo si la inflación mensual baja a 1,5% y las expectativas de inflación anual se aproximaran a 17% (meta 2017), lo cual no está sucediendo. La inflación promedio mensual de julio a ctubre (sin el affaire de la tarifa de gas) se ubicó en 1,72% (Instituto Nacional de Estadística y Censos -Indec-); 1,85% (Ciudad Autónoma de Buenos Aires) y 2,07% (IPC Congreso). Paralelamente, la inflación de noviembre estaría en 1.6% y según el REM publicado por el Banco Central, las expectativas de inflación mensual se ubican en 1,6%/1,7% para los próximos 4 o 5 meses.
Además, las expectativas de inflación anual del REM (19,7%) para los próximos 12 meses se ubican casi 3 puntos porcentuales por encima de la meta 2017 (17%). No sólo esto, la expectativa de inflación anual de la Univeridad Torcuato Di Tella subió de 20 a 25% para los próximos 12 meses.
Bajar la tasa sin el aval de los fundamentos nos dejará "sin el pan y sin la torta", porque la economía no se reactivará, pero el proceso de desinflación se terminará abortando. Es que la falta de crecimiento no es un problema de tasa de interés elevada, sino consecuencia de una equivocada política fiscal. Las pruebas son contundentes en este sentido. Durante las dos presidencias de Cristina Kirchner la política fiscal fue similar a la actual y el BCRA fijó tasas de referencia sistemáticamente negativas en términos reales, pero el PBI per cápita apenas creció (1,8%) en 2008/2015 y cayó (-4,0%) en 2011/2015. Por otro lado, la baja de tasa primero abortará la reducción de expectativas de inflación y de inflación observada; y más tarde terminará probablemente alimentando una suba de ambas.
La teoría monetaria y la evidencia empírica muestran que para bajar exitosamente la inflación desde niveles elevados (30%/40%), es imprescindible que la estabilidad de precios sea el objetivo de largo plazo predominante para la política monetaria del Banco Central. Por el contrario, un objetivo dual (inflación + actividad) con política activista de parte del Banco Central terminaría deteriorando la performance de la política monetaria. La política monetaria activista de baja de tasa despierta el riesgo de más inflación, lo cual termina castigando el nivel de actividad y el empleo. A su vez, este objetivo dual complica la comunicación entre el BCRA y los agentes económicos, lo cual es contraproducente para su credibilidad, la calidad y los resultados de su política.
Objetivo principal
En pocas palabras, si pretendemos que la inflación baje hasta los estándares de la región (3%/5% anual), el BCRA debería ocuparse sólo de la inflación. Y en este sentido, la tarea del BCRA recién comienza y está lejos de terminar, ya que la política monetaria contractiva debe continuar para alinear las expectativas con los objetivos de inflación en el corto, mediano y largo plazo. El BCRA debe proseguir aplicando una política monetaria prudente y contractiva hasta 2019 cuando, si todo sale bien, la tasa de inflación bajaría hasta 5%/3% anual (meta para 2019).
No obstante, hay que advertir que, si no se cambia la política fiscal y no se reduce fuertemente el déficit fiscal, los esfuerzos del BCRA terminarán siendo infructuosos. Déficits fiscales sostenidos conducen al irremediable fracaso del sistema de metas de inflación. En este marco, no se puede descartar que los políticos terminen "llevándose puesto" al BCRA. Para los políticos argentinos un poco de inflación es bueno. La evolución del PBI per cápita argentino confirma que no es cierto.
El autor es economista y directorde Economía & Regiones (E&R)