La nueva exportación de Alemania: capacitación
CHATTANOOGA, Tennessee, EE.UU.—Las fábricas de transplante de Alemania, como este extenso complejo de Volkswagen AG aquí, no están produciendo sólo autos, maquinaria y químicos. También traen un sistema de capacitación que podría ayudar a reducir la brecha de mano de obra calificada en Estados Unidos.
VW, cuya planta de ensamblaje graduará a su primera promoción de aprendices el año que viene, es una de las decenas de compañías que introducen programas de capacitación que combinan el aprendizaje de estilo alemán con la formación vocacional.
Estos programas para empleados ganan adeptos en EE.UU. conforme los fabricantes lidian con una paradoja: a pesar de que el desempleo parece estancado por encima de 8%, las empresas no consiguen suficientes maquinistas, especialistas en robótica y otros trabajadores altamente calificados para mantener en marcha sus plantas. En EE.UU., se calcula que en torno a 600.000 puestos de producción de alta y media capacitación siguen vacantes, a pesar de que millones de personas buscan trabajo.
"Hemos aprendido que es mejor formar a nuestra plantilla de trabajo en vez de depender sólo del mercado", dice Hans-Herbert Jagla, director de recursos humanos de VW en la planta de Chattanooga, que lleva abierta un año. La automotriz alemana ha lanzado un programa de capacitación de tres años para asegurarse de que tiene suficientes trabajadores preparados para el mantenimiento y la resolución de problemas en los sistemas de alta tecnología y líneas de ensamblaje.
Las compañías y las autoridades nacionales han empezado a fijarse en los programas que tienen VW, Siemens AG y BMW AG. Todos han combinado fuerzas con universidades comunitarias para formar a trabajadores en áreas de maquinaria, soldadura y mantenimiento de equipos de tecnología de punta.
"No hay ninguna compañía con la que haya hablado que no esté interesada en el concepto", dice Mitchell Harp, director de programas de capacitación en Trident Technical College. "En realidad sólo es una cuestión de cómo incluirlo en el presupuesto", agrega.
"En EE.UU., hemos evolucionado hasta el punto en que pensamos que a lo único que debe aspirar una persona es a un título universitario de cuatro años, y el trabajo de fábrica es visto como sucio, peligroso y repetitivo", dice Tom Duesterberg, director ejecutivo del programa Manufactura y Sociedad en el siglo XXI del Instituto Aspen. "En Alemania, el trabajo que se hace en planta y está preparado por su sistema educativo de formación profesional es muy valorado".
Casi dos tercios de los trabajadores alemanes son formados a través de alianzas entre empresas, escuelas técnicas y asociaciones profesionales. El año pasado, las compañías alemanas capacitaron a casi 600.000 aprendices pagos. Las escuelas proveen lecciones teóricas al margen, mientras que los sindicatos se aseguran de que la preparación sea estandarizada.
En EE.UU., no existen colaboraciones de ese calibre. Otro obstáculo ha sido la reticencia de las empresas a invertir en capacitación sólo para ver cómo luego los empleados se van a la competencia. Siemens gasta aproximadamente US$165.000 por aprendiz en su nuevo programa de mecatrónica de tres años en Charlotte, en el estado de Carolina del Norte.
"Las compañías estadounidenses empiezan a darse cuenta de que juegan un papel en la creación de un flujo más confiable de trabajadores preparados", dice Tony Zeiss, presidente de Piedmont Community College.
Los programas de capacitación no tienen por qué ser caros, dice Jörg Klisch, subdirector de operaciones norteamericanas de Tognum AG, un fabricante alemán de motores con una planta en Carolina del Sur. La empresa tiene en la mira estudiantes de secundaria con pocas intenciones de conseguir un título superior. El año pasado, propuso a un distrito escolar local un plan de estudios de dos años para preparar a seis estudiantes como mecánicos industriales en su centro de formación profesional.
El único costo para Tognum serán las horas a la semana que paga a los estudiantes a US$8 por hora. "Creemos que hemos encontrado el eslabón perdido en el sistema educativo entre la escuela secundaria y el comienzo de la universidad", asegura Klisch.