La mujer que no pudo con la seguridad de la Casa Blanca
Julia Pierson renunció tras graves fallas en la seguridad de Barack Obama
Graves fallas de seguridad que permitieron a un hombre armado acceder a pocos metros de las habitaciones privadas de la familia Obama y una cascada de informaciones que revelaron que los agentes de turno no estaban haciendo su trabajo forzaron la renuncia de la directora del Servicio Secreto de Estados Unidos, Julia Pierson, la primera mujer en liderar esa fuerza caracterizada por ser un mundo masculino.
El cargo es ya ocupado de manera interina por Joseph Clancy, el agente retirado del servicio en 2011 que dirigiera la escolta del presidente Obama la polémica noche de noviembre de 2009 en la que un matrimonio famoso por participar en realities shows se coló en la cena de Estado que el presidente ofrecía al entonces primer ministro de India.
El mito de inviolabilidad y residencia inexpugnable que ostentaba la Casa Blanca se derrumbó el 19 de septiembre último. La profesionalidad del Servicio Secreto quedó herida de gravedad, tanto que le costó el puesto a la primera mujer en ocuparlo y que había sido elegida para limpiar la imagen de una agencia muy golpeada tras el escándalo de prostitución de Colombia.
Semanas atrás, Pierson debió comparecer ante un Comité de la Cámara, pero no logró convencer a nadie de que la agencia no era ineficaz e ineficiente. Según los legisladores, es una ineficacia que podría haber costado la vida al en teoría hombre mejor protegido del planeta.
El vocero principal de la Casa Blanca declaró entonces que Obama había aceptado la dimisión de Pierson, a pesar de que había declarado que confiaba en ella, porque ella misma consideró que era lo mejor "para el país y el Servicio Secreto" y porque el presidente creyó que era necesario "un nuevo liderazgo".
La irrupción en la Casa Blanca de un individuo armado con un cuchillo, que fue capaz de saltar la valla –vigilada por francotiradores– y luego rodear la Casa Blanca, atravesar todo el jardín hasta entrar en la residencia –cuya puerta estaba abierta y la alarma desconectada porque molestaba a los empleados– para reducir a un agente del servicio secreto que había acabado su turno fue la última gota en un mar de irresponsabilidades que se dieron a conocer semanas atrás por el diario The Washington Post.
El individuo, relató el prestigioso diario de la capital estadounidense, fue derribado a pocos metros de las escaleras que conducen al área privada de la familia presidencial.
Según The Washington Post, tres días antes de ese grave incidente, Obama compartió ascensor durante una visita al centro de Control de Prevención y Enfermedades (CDC, siglas en inglés) en Atlanta con un empleado subcontratado de seguridad que iba armado y tenía antecedentes penales.
De hecho, los agentes del Servicio Secreto acabaron pidiéndole que se identificara ante la extraña actitud del individuo, que no paraba de grabar al presidente de los Estados Unidos con su teléfono celular. Todo un anticipo de las fallas que luego se darían en la Casa Blanca.
The Washington Post fue quien expuso a la luz pública la mayoría de los errores cometidos por la agencia cuya misión es defender con la vida de sus agentes la del presidente de Estados Unidos.
Sobre la intromisión en la Casa Blanca, el Servicio Secreto ofreció en primer lugar una verdad a medias. Declaró que Omar González había sido reducido nada más al acceder a la residencia presidencial.
Algo parecido sucedió con un incidente ocurrido en noviembre de 2011 y sobre el que el Post reveló ahora una fotografía más completa. Pierson no ocupaba todavía el cargo al que renunció semanas atrás.
En ese entonces, un hombre disparó con un rifle semiautomático contra la Casa Blanca. Sólo cuatro días después el Servicio Secreto del gobierno de Estados Unidos tuvo que admitir todo lo ocurrido en público, ya que cuando sucedió se atribuyeron los disparos que dijeron oír algunos agentes a ruidos procedentes de la calle.
La historia de la mujer
Pierson se hizo cargo en 2013 de una agencia que tiene la etiqueta de ser como un club británico masculino del siglo XIX después del escándalo de prostitución vivido en Colombia un año antes.
La llegada de una mujer –presencia minoritaria de la agencia, en la que un 90% son hombres– hizo presuponer un cambio de mentalidad y aperturismo.
Con la dimisión de Pierson resuenan en la actualidad las voces que consideran que la única manera de que el Servicio Secreto tome una nueva dirección es nombrando a alguien que sea ajeno a la agencia (Pierson estuvo 30 años en ella), en opinión de Ronald Kessler, autor de varios libros sobre el Servicio Secreto.
"Se castiga a aquellos que señalan los defectos y se premia a quien los esconde", señaló el experto.
© El País, SL