La meta es dejar de ser emergente en 2020
La economía argentina se prepara para enfrentar un año exigente y claramente de mayor volatilidad. No estamos blindados. Tendremos en 2012 déficits gemelos por el descuido y la dejadez, entre otros motivos, en la cuestión energética.
¿Cómo venimos? La película hasta ahora desde 2003 es favorable con muchos matices. Con las limitaciones que pueda tener el producto bruto interno (PBI) como indicador de bienestar colectivo, lo hemos hecho bastante bien. Los econometristas nos dirán cuánto fue viento de cola de este proceso de crecimiento que ya entró en la historia económica del país y por la puerta grande.
Hay problemas estructurales que se van acumulando y lo que más preocupa es la negación de esos problemas. Es éste un fenómeno común en las organizaciones, en particular en nuestro país se ha dado mucho a nivel de los policy makers. En el caso de este gobierno, la negación es por momentos de libro de texto. Ante esa realidad de falta de autocrítica, las sugerencias de mejora se vuelven repetitivas y faltas de originalidad.
Hacemos un repaso muy breve del mundo para entender el contexto de Argentina a mediano plazo.
En Estados Unidos, todo se ordenará a la reelección. Difícil proyecto para Barack Obama, que convive con una tasa de desempleo de 9%, en un mercado de trabajo que no termina de afirmarse.
Las decisiones tomadas por la Reserva Federal suenan razonables. La proactividad de Ben Bernanke alejó los temores a una recesión más prolongada. El debate por los topes de deuda pública es positivo. La eficiencia e innovación de las firmas hacen que el pronóstico para Estados Unidos sea moderadamente optimista.
En Europa, la cancha está más embarrada. La novela por entregas y con final abierto asusta con el temor de ir hacia una década perdida. Recuerdo que justo hace 10 años llegué a Barcelona un 8 de enero y en el aeropuerto, al ver por primera vez euros físicos, tuve una sensación de cierta perplejidad. Comenzaba esa semana en el continente, en cierto modo, un régimen de tipo de cambio fijo a perpetuidad. El euro coronaba un proceso de unificación orientado por razones mucho más importantes que las meramente económicas. A la vez, terminaba dos días antes en nuestro país la tan popular convertibilidad por la fuerza de los hechos después, una vez más, de un período de clara negación del retraso cambiario.
Había entonces en Europa una ilusión enorme por la unificación con dudas de muchos economistas americanos de si el proceso iba a andar. Diez años después advertimos que la cuestión fiscal no funcionó y no se generó el compromiso necesario para sostener el régimen que ahora está desafiado. No es el final del Estado de bienestar europeo. Está lejos Europa de ser Japón, pero sin liderazgo político y medidas monetarias más contundentes la economía europea se puede complicar.
China desacelera pero poco y se aprecia el yuan. Suben los costos laborales y la inflación es creciente, con temores todavía exagerados de burbuja inmobiliaria.
Finalmente Brasil, nuestro gran socio comercial, está bajando un cambio o dos, el contagio fue más fuerte que en el caso argentino y está muy comprometido en contener la inflación. Agrandados según es su costumbre por ser el sexto país del mundo en PBI, su crecimiento es clave para la Argentina. Cuando Brasil baja un punto de crecimiento, nuestras exportaciones bajan 1000 millones de dólares.
Un desafío para la Argentina hacia 2020 ante países centrales volátiles, en un proceso de desarrollo más sustentable, es aspirar a dejar el club de países emergentes o subdesarrollados. Chile también tiene con firmeza esta meta y la verdad es que viene corriendo bien.
Para encarar este objetivo es clave salir del autismo internacional y reinventar el modelo con mayor inclusión social ya que en la última gestión de política económica perdió fuerza por lo que las estadísticas frías plantean.
La segunda revolución agrícola que algunos anticipan para esta década y la consolidación del sector industrial juegan a favor. Habrá que trabajar en la macro pero mucho también a nivel micro, por ejemplo, sectores y cadenas de valor.
La nueva y bienvenida oficina del Estado a cargo de la competitividad puede ser un gran catalizador para impulsar esta sinergia micro-macro. Mucha mejora micro es necesaria, pero la macro de largo plazo también cuenta.
Lo más relevante en este último plano es que la inflación se controle. De 1990 a 2010, la tasa promedio de inflación en el mundo pasó de 18 a 4%; somos claramente una rara avis.
No debe subestimarse el plano fiscal. Es muy importante el monto que el Tesoro ha tomado del Banco Central estos años, esto no es sano. La decisión de sinceramiento tarifario y desmantelamiento de los subsidios fue valiente, pero debe ser encarada con continuidad asumiendo los costos políticos. Tiene mucho poder la Presidenta para encarar algunos de los puntos señalados y para conducir el lanzamiento de la agenda del desarrollo. Hay que aprovechar esta ventana de oportunidad que la región está capitalizando muy bien.
El autor es director del área de Economía del IAE
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