La maquinita de pesos no para de emitir y complica la revisión del acuerdo con el FMI
El BCRA transfirió al Tesoro otros $92.000 millones y suma $380.500 millones en el año, casi la mitad de lo admitido por el Fondo
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“Escuché a Guzmán decir que no tiene apoyo político, pero tiene el apoyo del FMI, del Presidente, de las centrales obreras y de Clarín. ¿Qué más apoyo quiere?”, declaraba el viernes el diputado Máximo Kirchner en un acto con la militancia en Lanús. Pero en su enumeración al presidente del PJ bonaerense le faltó incluir un sostén fundamental: el de la Casa de Moneda.
El viernes pasado, al mismo tiempo que Kirchner lanzaba sus dardos hacia el ministro de Economía, el Banco Central (BCRA) volvía a encender la maquinita de pesos para asistir al Tesoro, y con ella, las alarmas del FMI, que está por estos días llevando adelante su primera revisión del programa aprobado en marzo. Por segunda vez en el mes, el BCRA le transfirió fondos al Tesoro para hacer frente a gastos corrientes, ahora por $92.000 millones. La operación todavía no figura en las estadísticas publicadas por la autoridad monetaria, pero fue confirmada a LA NACION por tres fuentes del equipo económico. Una semana antes, el viernes 6 de mayo, le había transferido $86.500 millones. En total, en mayo equivalen a US$1525 millones al dólar oficial.
Así, en lo que va del año, la asistencia del BCRA al Tesoro suma $380.500 millones (US$3247,8 millones oficiales). Todavía está por debajo de los $438.500 millones fijados como meta máxima para fines de junio por parte del FMI, pero habla de una dinámica de emisión que empieza a inquietar, tanto a los burócratas del organismo multilateral de crédito como dentro del propio equipo económico, donde Guzmán cosecha en privado casi tantas críticas como desde el kirchnerismo duro.
“La emisión es la principal preocupación del Fondo, más que el déficit fiscal. Con el encarecimiento de la energía, el Fondo puede estar más laxo en la meta fiscal, pero te va a exigir que cumplas con la de no emisión. A lo sumo, pide que busques alternativas de financiamiento”, confía una fuente. El Gobierno descuenta que la primera revisión del acuerdo con el FMI se cumple con creces, pero el problema es que en la misma mesa de negociaciones ahora se está definiendo la recalibración de las metas que se habían firmado en marzo. Los países miembros del FMI estarían a favor de flexibilizar algunas, como por ejemplo, la meta de acumulación de reservas, que hoy es de imposible cumplimiento, pero no la de emisión monetaria.
La aceleración de la impresión de pesos para asistir al Tesoro tiene como contracara una dificultad creciente de Guzmán para conseguir financiamiento alternativo en el mercado de capitales. En abril pasado, Economía solo pudo renovar el 89% de los vencimientos de deuda (le faltaron $77.000 millones), muy por debajo del 155% que había conseguido en el primer trimestre. Este mes, el Tesoro tiene vencimientos por más de $920.000 millones, la mayoría el 23 y el 30 próximos. Con el dinero del BCRA, Guzmán busca cubrir posibles rebeliones del mercado.
Pero la política del ministro hace ruido incluso dentro del propio gabinete. Las diferencias entre Guzmán y el presidente del BCRA, Miguel Ángel Pesce, son más palpables que nunca. El Central sigue insistiendo en que Finanzas debe mejorar el menú que les ofrece a los inversores privados para financiarse en el mercado, y no con la maquinita del Central, que ya probó estar al límite. Más allá del nivel del gasto, la pelea pasa por quién asume el costo de financiarlo.
La inflación, que en abril dio 6%, ya tendría un piso del 5% para mayo, según economistas privados. Y no hay indicios de que vaya a desacelerarse, en la medida en que siga prendida la maquinita de pesos.
El FMI estableció que en todo el año la emisión no debería superar el 1% del PBI, contra el 3,7% de 2021. Con los adelantos transitorios del viernes, Guzmán ya usó casi la mitad del oxígeno monetario que le había habilitado el Fondo para todo el año. El problema es que estacionalmente la necesidad de pesos suele ser mucho mayor en el segundo semestre.
Aunque también el manejo fiscal de Guzmán genera críticas. Sólo el bono de $12.000 para jubilados le costará al Tesoro unos $70.000 millones, mientras que el IFE de $18.000 para monotributistas adicionaría unos $60.000 millones en mayo e igual cifra en junio. Ya en el primer trimestre del año, la meta fiscal fijada en el acuerdo con el FMI se cumplió gracias a la contabilidad creativa que aportó la Secretaría de Finanzas. Parece difícil que se repita.
Congraciarse con los “primos”, como llaman despectivamente al kirchnerismo duro en el equipo económico, tiene sus costos. Ni siquiera el impuesto inflacionario sería suficiente para licuar esos gastos. Más aún, ninguna de estas acciones de acercamiento estaría siendo apreciada por el kirchnerismo. Las palabras de Máximo Kirchner lo dicen todo.
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