La letra chica es La Cámpora
El día en que, para sorpresa del Gobierno, al que venía de respaldar públicamente, el empresario Marcos Galperin entró en las oficinas que Alberto Fernández tiene en la calle México, se encontró con lo que podría ser un anticipo del futuro: además del candidato del Frente de Todos lo esperaba el camporista Eduardo de Pedro. Galperin, dueño de Mercado Libre, valoraba tanto la continuidad de Macri que llegó a ofrecerse como fiscal electoral del oficialismo en La Matanza. El 8 de agosto, tres días antes de las primarias, había publicado una foto del Presidente que decía "Yo lo voto" y explicaba los motivos: "Porque quiero que mis hijos vivan en una república democrática, con una Justicia independiente, con libertad de prensa y de opiniones, con libertades individuales y mirando hacia el futuro". A la semana siguiente, cuatro días después de conocerse el resultado, se reunió con Fernández. En la compañía quedó una sensación ambivalente: la charla, de tono amable, no impidió volver a constatar el peso que La Cámpora tiene en ese espacio.
Dicen que el encuentro fue franco. Que Galperin admitió haber apoyado a Macri y que el exjefe de Gabinete hizo varias preguntas sobre la situación de Mercado Libre. Hablaron, por ejemplo, de las dificultades que tiene con Hugo Moyano por el encuadramiento sindical. Los visitantes de la calle México dudan todavía de la oportunidad y el lugar de ese acercamiento. Acaso por la escasa discreción con que se hizo: al salir, a Galperin lo esperaban las cámaras de TV. El trato de De Pedro, correcto pero serio, tampoco ayudó a disipar antiguos fantasmas.
Es cierto que los camporistas suelen ser fríos en el mano a mano. En el PJ se quejan de ese modo que, suponen, esta corriente del kirchnerismo ha adquirido de "los pingüinos", como llaman a la familia de la expresidenta. Contestar un mensaje de WhatsApp puede llevarles varias horas. Rasgos comunes en realidad a líderes con funciones ejecutivas de cualquier ámbito, público o privado, político o empresarial, donde a veces hay que hacer esfuerzos para no perder el registro del otro.
Galperin vio ahí, en vivo y en directo, la convivencia de la que está pendiente todo el establishment económico. La incógnita sobre cómo se resolverá esa relación entre dos facciones que se unieron para ganar las primarias fue el origen de las corridas cambiarias de estos días y divide todavía a empresarios que votaron mayoritariamente a Macri o a Lavagna, pero que, una vez conocidos los resultados, se han dedicado a exaltar las virtudes que le reconocen desde hace tiempo a Fernández. ¿Qué Alberto los espera después de octubre? ¿Habrá que creerles a los peronistas que afirman que el ejercicio y el afán de poder terminarán de alinear al partido, a los gobernadores y a La Cámpora en un horizonte común? Los hombres de negocios más optimistas están seguros de que sí. Destacan, entre las ventajas, que cualquier dirigente justicialista tendría más posibilidades que Macri de desindexar la economía, es decir, retrasar los aumentos salariales para que el país no siga perdiendo competitividad.
Los más prudentes o escépticos prefieren aguardar en silencio. Suponen, como único rasgo positivo, que no habrá en los próximos años demasiado margen para excentricidades. El miércoles, durante el foro que la Asociación Empresaria Argentina (AEA) hizo en Retiro, LA NACION le preguntó a Cristiano Rattazzi qué pensaba del proyecto de reforma agraria que Juan Grabois pretende llevarle a Fernández, pero el líder de Fiat Auto evitó explayarse: se alejó con una carcajada sonora. Al PJ le conviene evitar las tensiones. Lo viene logrando a la perfección desde el 11 de agosto. Quienes trabajan para Cristina Kirchner cuentan que ella ha decidido tomar una considerable distancia. Incluso sobre las piezas de campaña, para las que ya no parece necesaria la tarea de control encomendada originalmente a otro camporista, Santiago "Patucho" Álvarez, un expresidente de Télam cuya última objeción relevante había sido atenuarle a Leandro Raposo, publicitario que trabaja desde Barcelona, un mensaje destinado a la clase media: el spot inicial destacaba la intención de no "repetir errores del pasado".
Es probable que esta autonomía se extienda si se repite el triunfo en octubre. Al menos en una primera etapa. El riesgo volvería en todo caso si se llegara a demorarse la salida de la recesión, se agravara la crisis y empezaran a surgir diferencias. A Macri, que también llegó a la Casa Rosada con una coalición, las primeras disidencias lo asaltaron en el segundo año de mandato. Es cierto que el PJ es siempre verticalista, pero se hace imposible anticipar comportamientos porque el kirchnerismo tiene sus propios modos de disentir. Y su presencia será fuerte, mayoritaria en las listas de senadores y diputados, y en diez intendencias bonaerenses y cuatro provincias que ya da por ganadas: Buenos Aires, Mendoza, Santa Cruz y Tierra del Fuego.
La coexistencia de estas dos cosmovisiones estará condicionada por el período de tolerancia que la sociedad decida darle al nuevo presidente. Ese lapso será importante para despejar la amenaza de la hiperinflación y captar el interés de los inversores, el único sector capaz de generar los stocks que ya no están, como lo estaban entre 2002 y 2008, a disposición de la política. Los empresarios necesitan saber cuanto antes si ciertas declaraciones, como la que Alberto Fernández hizo anteayer sobre el sector de los hidrocarburos en Madrid, sede de Repsol, son solo palabras de campaña. "No tiene sentido tener petróleo si para extraerlo hay que dejar que las multinacionales vengan y se lo lleven -dijo allí, según consignó la agencia Reuters-. No tengo problemas con las multinacionales, pero mi principal preocupación es generar riquezas para la Argentina y los argentinos". ¿Estaba pensando en alguna en especial? El país ha empezado a revertir el proceso de declinación gracias a las inversiones en gas y crudo no convencionales. Quien más apostó por ese negocio, Paolo Rocca, había dejado una advertencia 24 horas antes, en el seminario de AEA: "La velocidad de desarrollo de Vaca Muerta es absolutamente comparable con la de caída. En el momento en el cual se para, la vuelta atrás es inmediata. Este año importamos 30 barcos de LNG, hace dos años importábamos 80. Si se para la inversión en Vaca Muerta volvemos atrás".
Si gana, Fernández lo hará ante una sociedad de escasa paciencia. "Yo todavía no soy presidente", insiste en aclarar. Está obligado a ese equilibrio: si bien puede sentirse favorecido con las tormentas financieras que provocó hasta ahora el inminente regreso del kirchnerismo, necesita que esas consecuencias no le sean todavía asignadas a él sino a Macri. Su mayor riesgo, la otra cara del apuro con que los empresarios se agolpan desde el 11 de agosto para contactarlo, es que su desgaste empiece antes de tiempo.
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