La izquierda mexicana declara la guerra petrolera
El PRD intensifica amenazas de convocar una consulta para rechazar la reforma energética
CIUDAD DE MÉXICO—El principal partido de izquierda de México sigue adelante con sus amenazas de organizar el primer referéndum de la historia del país para deshacer la ley que la semana pasada puso fin al monopolio de 75 años del gobierno sobre la industria de petróleo y gas.
Enrique Peña Nieto se convirtió el viernes en el primer presidente en más de 50 años en proponer y lograr cambios a la Constitución en el sector energético. Antes de él, sólo Adolfo López Mateos lo había hecho en 1960, y más bien para fortalecer, en lugar de debilitar, el monopolio creado en 1938 cuando el presidente Lázaro Cárdenas expropió la industria petrolera y convirtió el crudo en un símbolo nacionalista de la soberanía mexicana.
"Este año, los mexicanos hemos decidido superar mitos y tabúes para dar un gran paso hacia el futuro", dijo, el viernes, el presidente en su discurso durante la promulgación de la reforma energética.
Defensores de la ley dicen que atraerá miles de millones en nuevas inversiones de petroleras privadas, revertirá la caída en la producción petrolera mexicana e impulsará la competitividad de la manufactura local al hacer la energía más abundante y barata.
Sin embargo, no todos están de acuerdo. El Partido de la Revolución Democrática (PRD) se está jugando su futuro político al tratar de revertir los cambios.
El partido ha prometido deshacer la reforma a través de una consulta popular que se realizaría en 2015, coincidiendo con las elecciones legislativas. Cambios a la Constitución en 2012 abrieron la puerta a los referéndums, que pueden llevarse a cabo sólo bajo ciertas condiciones y necesitan la aprobación de la Suprema Corte de Justicia.
Algunos expertos legales y analistas dicen que el tribunal podría vetar una consulta popular sobre la reforma energética, en parte porque la ley señala que no puede haber consultas sobre temas que afecten las finanzas del gobierno. Aun así, hasta que no se tome una decisión final, la propuesta del PRD podría crear incertidumbre entre los inversionistas en los próximos meses.
El debate sobre la energía parece colocar al PRD otra vez más hacia la izquierda tras un período de moderación este año en el que cooperó tanto con el gobierno como con la oposición conservadora en reformas a las telecomunicaciones y la educación.
"Habría sido un suicidio político apoyar una reforma constitucional en el tema energético", dijo en una entrevista Jesús Zambrano, presidente del PRD. "Mejor que digan la opinocracia y los inversionistas internacionales que fuimos una izquierda que no tuvo capacidad de negociación a que la mayoría de los mexicanos nos vea como traidores por no defender el petróleo y nuestra soberanía", agregó.
El PRD podría salir ganando si la reforma no logra impulsar la industria energética del país o si los mexicanos comunes y corrientes no perciben los beneficios a través de electricidad y gasolina más baratas o nuevos empleos, promesas que Peña Nieto hizo de manera explícita en su discurso del viernes.
Muchos mexicanos sienten que las privatizaciones anteriores de industrias nacionales como la de telefonía o los ferrocarriles sólo enriquecieron a unos cuantos empresarios, dijo Zambrano. El dirigente político agregó que el PRD hará de la reforma energética su prioridad en la batalla política de las elecciones de 2015, con o sin referéndum.
Pero algunos analistas dicen que la postura intransigente del partido podría alienar a la clase media y reforzar la imagen intolerante del PRD. Su ex líder, Andrés Manuel López Obrador, se rehusó a aceptar su derrota en las elecciones presidenciales de 2006 y protagonizó protestas durante meses.
Para el consultor del sector energético Jorge Chávez, un ex funcionario del gobierno, el referéndum es una espada de doble filo para el PRD.
La izquierda siempre argumentó que los mexicanos comunes y corrientes se enfurecerían si alguien intentaba abrir el sector petrolero. Pero otros apuntan a la baja acogida que han tenido protestas recientes en contra de la reforma energética.
"Creo que el referéndum es más peligroso para el PRD que para el gobierno. A los mexicanos no les importa la reforma energética, y el referéndum podría acabar siendo un desastre que deje al PRD completamente aislado", dijo Roger Bartra, un sociólogo prominente que ha estudiado la historia de México extensamente y quien fue un comunista activo en su juventud.
Las encuestas señalan que los mexicanos están ampliamente divididos sobre si quieren la participación del sector privado en la industria energética, aunque los resultados dependen de cómo se formule la pregunta. Una consulta realizada por Demotecnia, una de las encuestadoras más prestigiosas de México, mostró que 49% de los mexicanos están a favor de la inversión privada, 42% en contra y 9% no sabe.
El PRD asegura que ya cuenta con los 1,6 millones de firmas que necesita para organizar el referéndum, que sería vinculante tanto para el Congreso como para el gobierno si por lo menos 40% de los votantes acuden a las urnas.
Pero el gobierno tiene algunas cosas a su favor. Para empezar, un proyecto de ley que detalla cómo deben organizarse las consultas populares está congelado en el Senado debido a la oposición del oficialista Partido Revolucionario Institucional y el conservador Partido Acción Nacional. La Suprema Corte de Justicia podría bloquear la realización del referéndum. El PRD espera la decisión del tribunal para mediados del próximo año.
"Incluso si el referéndum se celebra, el PRD lo tendrá complicado para llevar a la gente a las urnas, dado que el gobierno va a tener una gran presencia en los medios y muchos más recursos para decidir la votación a su favor", sostuvo Ignacio Marván, politólogo del Centro de Investigación y Docencia Económica.
El llamado del PRD a una consulta es un cálculo político basado en matemáticas electorales, dice Luis de la Calle, un ex funcionario de comercio y analista político. El PRD, dijo, teme que su suerte electoral caiga drásticamente en 2015 porque no es un año de elecciones presidenciales y López Obrador ha dejado el partido para formar uno propio. Hoy en día, el PRD tiene 30% de los congresistas, un número que podría caer a la mitad en 2015, calcula De la Calle.