¿Dolarización?: la intimidad de la charla urgente de Luis Caputo con los dueños del dinero y el arranque de la resistencia K
El eventual ministro de Economía de Milei comienza a dar pistas sobre su hoja de ruta mientras el peronismo empieza a hacerse a la idea de hacer oposición sin compás de espera
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Es curioso. Aquellos que se van ya ofrecen certezas: habrá caos. Mientras quienes llegan -incluso sin confirmación- son los encargados de brindar confianza ante el abismo que se abre en el país. Minucias de la Argentina que deja Alberto Fernández y Cristina Kirchner ante el advenimiento del Macrileismo.
Luis “Toto” Caputo busca revancha. Con promesas de abrir un mercado financiero clausurado para una Argentina sin credibilidad -dólares frescos- les dice a sus amigos que lo suyo es una patriada. Es el autoconvencimiento que encuentra para iniciar un segundo tiempo frente a las resistencias de su círculo más íntimo. Para un kirchnerismo, que prepara sus trincheras antes de que el libertario sea ungido, el apellido Caputo es la mejor bandera para herir a Milei a través de Macri. Se tejen ya los pañuelos con “la emisión de deuda a 100 años”. El ex presidente donó seis meses para estabilizar la economía. Por las declaraciones de dirigentes, sindicalistas y empresarios esta semana, el peronismo dará menos tiempo.
Aquellos malpensados criticarán que no podía ser de otra manera: la primera visita de Caputo fue a la banca. Pero fueron los directivos de las entidades los que insistieron en verlo ante el nerviosismo que hay en el sistema. Sus depósitos -que no son de ellos, sino de sus clientes- están atados a una brutal deuda remunerada que llega a $23 billones y que, en las últimas horas (cruzando caminos entre leliqs y pases) se acortó en un plazo tal que amenaza con inundar la calle de pesos. Se trata de más inflación “escondida bajo la alfombra”, parafraseando a una banquera exitosa –numeróloga mediante- como Silvina Batakis.
Sin comida, la reunión con los bancos arrancó a las 14 en un auditorio de La Rural. El único dueño de un banco fue Jorge Brito. El único orador fue Luis “Toto” Caputo, el ministro de Economía en funciones, pero aún no confirmado por el presidente electo, Javier Milei. Lo escuchaban unos quince presidentes de entidades privadas, a las que Caputo describió como fundamentales para la gobernabilidad que viene.
Caputo no mostró su plan; no quiere que “lo operen”, dijo. Pero sí hizo promesas. Quedará por ver si alcanza para extender la fiesta en los mercados que dejó ver su nombre durante los últimos días.
Se comprometió desde el primer día de su gestión como ministro, si le toca, a implementar una hoja de ruta muy ortodoxa y “sin sorpresas”. Será shock. No hay lugar para el gradualismo entre los argentinos. Tampoco hay plata. Habrá un ajuste fuerte en lo fiscal, la principal ancla, y en lo monetario. Se habló de recortar dos puntos del producto bruto interno de inmediato. Sonó incluso la posibilidad de un equilibrio financiero ya, lo que eleva esa cantidad del recorte. Se tenderá a la unificación cambiaria. Es que el cepo no se levantará el primer día, por el temor a una híper como dice Milei, por lo que es esperable que sobreviva una brecha. Caputo les dijo a los banqueros que la demanda de dinero está muerta.
El viernes previo a las elecciones, en Bull Market Brokers (el dueño es Ramiro Marra, conocido libertario) hablaban de esa unificación. Se pensaba en una devaluación grande –cerca de Sergio Massa estiraban el oficial a $650, pero en las huestes libertarias siempre miraron el CCL- y luego un tipo de cambio fijo por un tiempo largo. Caputo no dio detalles con los banqueros. Los libertarios desmintieron esa filtración.
Sin reperfilamiento ni Bonex
El hombre elegido, pero no confirmado por Milei endulzó a los banqueros. Dijo que no reprogramará ni reperfilará obligaciones (deuda), y negó un plan Bonex (se respetará la propiedad privada). Es una extensión del discurso del libertario el domingo pasado por la noche, cuando juró respetar los contratos. Como si fuera poco, criticó las regulaciones del sector. También negó una dolarización asimétrica. Hay un temor instalado en las empresas, sobre todo con la deuda comercial, y la posibilidad –no confirmada- de verla valuada a un dólar diferente al actual. En algunos sectores de la economía agitaban que Caputo pensaba en un sistema bimonetario con desdoblamiento cambiario. No hubo detalles al respecto.
Sobre la posibilidad de que Demian Reidel llegue como presidente del Banco Central (BCRA) el ministro en funciones no fue contundente. “Vamos a ver”, dijo sobre el brillante físico, economista y especialista en matemática financiera. A Reidel lo bajaron de un avión para que reemplace a Miguel Pesce.
Hubo preguntas a Caputo por la dolarización, sobre todo luego de que su posible entronización como ministro eyectara a Emilio Ocampo como el primer encargado de desmantelar el BCRA. Entonces, contó una anécdota. Dijo que conoció a Javier Milei cuando le entregó al libertario hace tiempo un informe sobre el tema. No especificó si positivo o negativo. En Anker la cuestionaban. Sí, en cambio, aclaró que ese proyecto -la principal espada electoral de Milei, junto al concepto de casta- se postergará. Para él, la prioridad es estabilizar la economía. Explicó que la dolarización no es una herramienta para lograr la estabilidad. Hubo calma en el auditorio bancario. Sin embargo, no la descartó. Estimó que a largo plazo una dolarización servirá para solucionar el problema de la demanda de dinero, la volatilidad del tipo de cambio y el financiamiento. Pero remarcó frente a los banqueros: es una herramienta para el futuro.
Caputo fue cauto con la posibilidad de tomar fondos frescos del Fondo Monetario Internacional (FMI) en un programa que ya está caído. Se trata de un cable pelado que engloba un mal pasado: la crítica por la deuda a Macri fue mortal y Caputo era su secretario de Finanzas. El vínculo con el Fondo es una relación que el eventual ministro deberá recomponer luego de sus batallas perdidas cuando fue presidente del BCRA de Macri. Entonces había buscado infructuosamente que el organismo le diera permiso para intervenir en el mercado. No se lo dieron. Desobedeció y se fue. El FMI recién avaló esa posibilidad cuando Guido Sandleris dejó de ser el segundo de Nicolás Dujovne para eyectar a “Toto” de la entidad monetaria. Las minutas entre Caputo y Alejandro Werner pueden leerse en la red social X. Son imperdibles.
Werner, como cuenta el presidente Macri en su libro y vos sabés bien, siempre estuve en contra de ese acuerdo del que no participé en su negociación, y la reacción del mercado fue la que les anticipé: la opuesta a la que vos y tus colegas del FMI esperaban. 1/5 pic.twitter.com/IuSkONWQvy
— totocaputo (@totocaputo6hb) August 23, 2023
Luego Caputo habló sobre lo que viene: dijo que es posible hacer el ajuste con el Congreso en contra. No se refirió a la calle y la eventual conflictividad. Lo escuchaban Javier Bolzico (Adeba), Brito (Macro), Fabián Kon (Galicia), Alejandro Butti (Santander), Martín Zarich (BBVA), Facundo Gómez Minujín (JP Morgan), Patricio Supervielle (Supervielle), Juan Nápoli (Valores) y Guillermo Laje (Ciudad). Hubo gente de Ualá.
Esas promesas tendrán un fuerte viento de frente en una economía que está descontrolada. Un dato simbólico: desde que asumieron Alberto Fernández y Cristina Kirchner, el dólar blue ya subió más de $1000. La brecha cambiaria esta semana se mantuvo cerca del 200% y superó a la que se vivía durante el Rodrigazo. Lo recordó Sandleris. La inflación viaja a un 300% anualizada. Los pasivos remunerados del BCRA crecen $2 billones por mes. Las reservas netas son US$-11.000 millones y la deuda comercial creció en US$25.000 millones este año. Pero la peor deuda es la social: seis de cada diez chicos son pobres. En estos días se dispararán el pan y la carne: saluden al chori que se va. El ayuno intermitente para muchos será permanente. El peor final para un gobierno que había llegado con la promesa de llenar la heladera.
Pese a esa herencia, dirigentes, gremialistas y empresarios ya comenzaron a armar la resistencia. Es probable que las marchas de la CGT por la inflación arranquen el 11 de diciembre. El ultracristinista cura Paco Olveira pidió a los votantes de Milei que no se acerquen a sus comedores. “No va a haber recursos para todes (sic)”, dijo. Luego quiso bajar un cambio y terminó pronosticando que es probable que Milei no dure cuatro años en la Casa Rosada. Aunque se desdijo luego, el titular de la Asociación de Pilotos de Líneas Aéreas (APLA), Pablo Biró, afirmó que “si se quiere cargar Aerolíneas, nos va a tener que matar”. La Cámara Argentina de la Construcción alertó que “ya hay telegramas de despido en empresas ligadas a la obra pública” pese a que Milei todavía no gobierna. El libertario impulsa un ajuste en ese sector.
Más de un 80% de los consultados en un relevamiento de CB Consultora esta semana afirmó que es necesario un ajuste. Un 53% reclamó que sea moderado, sin tocar la educación, salud pública y partidas sociales. O sea, sin tocar a la gente. Piden que se oriente -como prometió Milei- hacia la política. Pero un 28,4% afirmó que debe ser “el máximo posible”. Habrá que seguir de cerca si, cuando se arranque la motosierra, esos números no comienzan a describir un concepto contado por Macri: “Con la mía no”.
Será una tarea titánica incluso para aquellos que “fuman debajo del agua”, como se dice de un Messi de las finanzas. Sobre todo, será difícil en una sociedad que todavía no entiende que colocar con éxito un bono a 100 años -cancelable en cualquier momento- debe interpretarse como un signo de confianza para países como la Argentina, mientras la “bola de pases” de Alberto y Cristina -que se prometía, iba a engrosar las licuadas jubilaciones criollas- es la mecha encendida de una bomba que está a sólo un día de explotar.
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