La insoportable levedad del gasto público argentino
La actual crisis argentina nos remite al eterno retorno por el que todo lo vivido ha de repetirse eternamente, tal como Milan Kundera refleja en su novela La insoportable levedad del ser, relatando la vida cotidiana en el ambiente asfixiante y convulsionado de Checoslovaquia luego de la invasión soviética.
Según el diccionario de la Real Academia española, levedad es la "inconstancia de ánimo y ligereza de las cosas", rasgo idiosincrático de la sociedad argentina.
La política económica argentina antes y durante la cuarentena se ha caracterizado por una suma de parches, medidas inconexas, falta de coordinación y de enfoque integral para abordar los graves problemas económicos que la Argentina no logra resolver en las últimas décadas.
Para compensar los efectos negativos del lock down para afrontar la pandemia, todos los países del mundo, especialmente América Latina implementaron rápidamente importantes paquetes fiscales para hogares y empresas financiados con deuda pública: diferimientos y reducciones de impuestos con reducciones compensatorias en el gasto público "no esencial" gracias a la prudencia fiscal y monetaria durante el auge de las commodities. De acuerdo a cifras del FMI y el BID, países como Perú, Brasil, Chile invirtieron ya en abril de este año el 12%, 10% y 7% del PBI en gastos de mitigación económica.
En el caso argentino, posteriormente a la imposición de la cuarentena estricta, se adoptaron un conjunto de subsidios, financiados con emisión monetaria, cuyo alcance ha estado bajo intenso debate en la opinión pública.
De acuerdo a las cifras del Anses, el Ingreso Familiar de Emergencia (IFE) alcanzo al 20% de la población argentina en tres etapas de $ 10.000, insumiendo el 0.9% del PBI. No obstante, de acuerdo a la cuenta de generación del ingreso de las Cuentas Nacionales del Indec del segundo trimestre, el subsidio IFE abonado a los monotributistas (A y B y monotributo social) en su calidad de productores seria del 0.2% del PBI.
El programa de Asistencia de emergencia al Trabajo y la Producción (ATP) consistió en el subsidio de parte de los salarios de los empleados formales que trabajan en relación de dependencia en establecimientos productivos privados, habría alcanzado el 2% del PBI según el Indec. A ello se le puede sumar los créditos al 24% para empresas y a tasa 0 para monotributistas y autónomos que tienen impacto presupuestario solo por el subsidio a tasa de interés.
De acuerdo nuestro Centro de Estudios de la Productividad, en base a datos del Ministerio de la Producción y la OPC, los cinco ATP representaron un monto equivalente al 0.6% del PBI, el crédito a tasa del 24% y los créditos a tasa 0 implicaron un 0.4% y un 1.6% del PBI respectivamente.
Por lo tanto, si a estas cifras se le suma el total del IFE, el gasto público para mitigación económica durante la cuarentena alcanzó al 3.5% del PBI, un cuarto de lo gastado por los principales países de la región en proporción de su economía. Estas cifras son similares a las calculadas por la OPC (Oficina de presupuesto del Senado de la Nación) a junio de este año: el gasto público para mitigación económica habría alcanzado el 3% del PBI, muy por debajo de los países de la región: 2.7% por mayor presupuesto y solo 0.3% por reducción y diferimiento de impuestos y contribuciones.
Para analizar los alcances y capilaridad con que el gasto de mitigación llego al tejido productivo, el Centro de Estudios de la Productividad compiló y comparó base de datos del Ministerio de la Producción con AFIP e Indec cuyos cuadros se pueden encontrar en www.arklems.org.
El crédito a tasa 0 habría alcanzado al 17.4% de los autónomos y monotributistas cuyos montos significaron solo el 20.6% de sus ingresos. El crédito a tasa 24% financiado con desarme de parte de las Leliq y por lo tanto emisión monetaria, alcanzó al 14.82% de las empresas, representando un 20.5% del total de su facturación. El IFE de aquellos que son monotributistas A y B y monotributo social representaría el 16,6% del ingreso de los cuentapropistas.
El ATP1 alcanzo a compensar el 15,8% de la masa salarial pagada por las empresas, pero pasó al 8.1% en el último ATP. Los aportes permitieron cubrir inicialmente el 34.6% del salario promedio al 18.6% en el ultimo ATP. La cobertura del ATP1 paso del 33% de los puestos de trabajo formales al 18.6% en el ATP5. Pero si se toma en cuenta el total de los puestos de trabajo asalariados registrados y no registrados, la cobertura del ATP5 fue de solo el 11%.
En cuanto a las pymes, según AFIP representarían el 98% de las empresas contribuyentes. La cobertura en cantidad de pymes formales de los ATP fue importante solo al comienzo. En efecto, el ATP1 alcanzó al 86% de las pymes que se inscribieron al programa.
Sin embargo, un dato importante y sugestivo disponible solo para el ATP1, es que solo el 57.5% del total de empresas inscriptas en el programa fueron aprobadas para obtenerlo. La cobertura del total empleo pyme registrado bajó del 52.2% al 29.2%. El ATP pasó de sustentar el 23.7% al 5.7% del costo salarial de las pymes.
La decisión de aumentar el gasto público para mitigar los efectos económicos de la cuarentena fue positiva. No obstante, fue insuficiente en la magnitud necesaria para que mitigue eficientemente al conjunto de la economía argentina.
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