La inflación ultrabaja golpea a unos y beneficia a otros en la zona euro
La inflación ultrabaja que se arraiga en Europa se está manifestando de formas sorprendentemente diferentes a lo largo de las 18 economías de la zona euro.
En países golpeados por la crisis como Grecia y España, los efectos negativos de una caída de los precios, conocida como deflación, se evidencian claramente en ganancias y sueldos más bajos conforme las empresas intentan adaptarse. Sin embargo, en economías más saludables como Alemania y Austria, donde el desempleo es bajo y los ingresos suben, la consecuencia más obvia es un mayor poder adquisitivo de los consumidores.
A una tasa anual de 0,4%, la inflación de la zona euro es mucho menor que la meta del Banco Central Europeo de cerca de 2%. Un sondeo de gerentes de compras publicado esta semana mostró que los fabricantes estaban reduciendo sus precios por segundo mes consecutivo. El martes, la Comisión Europea proyectó que la inflación de la zona euro seguirá por debajo de la meta hasta por lo menos 2016. Además, redujo su previsión de crecimiento del Producto Interno Bruto este año a 0,8%, frente al 1,2% que vaticinó hace unos meses, debido a una falta de inversión interna y tensiones políticas en Ucrania y Medio Oriente. En 2015, la expansión se mantendría baja, en 1,1%, frente al 1,7% pronosticado antes. En 2016, subiría a 1,7%.
El BCE se reúne el jueves y los analistas prevén que el banco central se abstendrá de implementar más estímulos, pero que mantendrá la puerta abierta a medidas radicales como compras de bonos soberanos. Funcionarios han indicado que prefieren esperar a que medidas recientes como las reducciones de la tasa de interés, los préstamos a bancos y las compras de deuda privada surtan efecto antes de dar nuevos pasos.
El daño es evidente en España, donde las empresas buscan reducir costos para restaurar su competitividad e impulsar las exportaciones, y los precios al consumidor han caído en términos anuales por cuatro meses consecutivos. Los salarios de muchos trabajadores se han estancado o incluso han disminuido últimamente, lo que supone una carga extra sobre los hogares con problemas financieros.
Desde el año pasado, María José Odriozola, una empleada de 51 años en un centro de baños termales en Cestona, en el norte de España, lidia con una reducción de 200 euros (US$250) de su salario mensual tras un recorte de costos de su empleador. Obligada a reexaminar sus gastos, su familia ya no come en restaurantes y compra solamente lo básico para la cocina. Sus dos hijos han dejado de tomar clases privadas de música y baile.
Como se ha vuelto común en España, la familia ha recurrido a sus ahorros para pagar sus deudas: una hipoteca y un préstamo que sacaron para hacer reparaciones en la casa, gastos mensuales fijos en momentos en que los ingresos de la familia han disminuido.
"Incluso cuando tienes mucho cuidado es difícil llegar a fin de mes", dice Odriozola.
En Italia, la baja inflación y una economía en contracción hacen difícil para el gobierno evitar que la deuda nacional se eleve en relación al PIB, a pesar de años de políticas de austeridad fiscal. La deuda de 2,2 billones de euros de Italia ya representa cerca de 132% del PIB, y sigue aumentando.
La pregunta de si Roma podrá reducir esa relación alarmante dependerá en gran parte del PIB nominal—el valor en euros de todos los bienes y servicios que produce el país—, que, a su vez, depende de la inflación y el crecimiento. Elevar ambos es tan importante para la solvencia a largo plazo de Italia como su disciplina fiscal, dicen los economistas.
El gobierno italiano ha prometido reformar la economía para apuntalar el crecimiento. Sin embargo, el ministro de Economía, Pier Carlo Padoan, dijo en una reciente entrevista que no podía "hacer mucho sobre los precios".
Señaló que le preocuparía "si la tendencia hacia cambios de precios negativos no se revierte" a una tasa de inflación más normal.
En Alemania, en cambio, donde las compañías son más saludables, el principal impacto de la debilidad de los precios ha sido un beneficio para los consumidores.
"La baja inflación siempre es muy positiva para mí como consumidor", dice Jürgen Seeber, de 61 años, quien encabeza el consejo de trabajadores en la planta en Darmstadt de Horiba, un fabricante japonés de instrumentos y maquinaria especializada.
"Si me dan un aumento, que es algo que preveo, y la inflación sigue baja, entonces tendré más dinero para gastar", explica. Seeber se opone a la política de tasas de interés ultrabajas del BCE, que ha deprimido los intereses de los depósitos bancarios. "A las personas comunes y corrientes no les conviene ahorrar en este momento".
La tasa de inflación de 0,7% de Alemania es casi el doble que el promedio de la zona euro, aunque aún bastante más baja que la meta del BCE.
Jochen Ruths, copropietario de un minorista de ropa de propiedad familiar y con un siglo de historia en Friedberg, dice que está dedicándoles más espacio en el establecimiento a los artículos más baratos y que incluso ha reducido precios. Cuenta que gana alrededor de 5 euros menos por producto que hace un año, pero que un mayor volumen de ventas compensa eso.
Ruths agrega que ha tenido peores problemas en el pasado cuando la inflación era alta o había una aguda recesión, "cuando no había nada que se pudiera vender".
—Giada Zampano y Todd Buell contribuyeron a este artículo.
The Wall Street Journal