Sasaky Kojiro jamás pudo advertir que esa carta que tenía entre sus manos cambiaría su destino: él, que se había convertido en el más grande samurái de Japón, a fuerza de vencer a cuanto oponente se le cruzara en el camino, no supo adivinar que el reto a duelo que se le comunicaba en aquel papel derivaría en su propia muerte.
Kojiro nació en 1585 en Fukui, en la isla de Honshu, Japón. Poco se conoce sobre sus padres, pero sí se sabe que fue adoptado por su sensei, Toda Seigen, cuando contaba con poca edad. No se sabe si esto de debió a la muerte de sus padres, al abandono por parte de estos o simplemente a que el maestro vio un gran potencial en él.
El sensei Seigen era famoso por el uso de la kodachi, una espada demasiado corta para ser larga y demasiado larga para ser corta (unos 60 centímetros); por eso Kojiro se enfrascó en el estudio de la Nodachi, una espada larga (90 centímetros), para poder vencer a su maestro. Esta espada, que medía 90 centímetros y sería su sello personal, fue conocida como "el palo de secar".
Pronto, Kojiro se convirtió en el más grande maestro de Nodachi del país; pero sentía que no tenía el debido reconocimiento de su sensei; entonces para demostrarle que él era el mejor lo retó a duelo y lo venció. Después de eso se fue y creó su propia escuela, que pronto se convirtió en la más respetada de todo Japón.
Una de las técnicas imbatibles que enseñaba Kojiro en su escuela era el Tsubame Gaeshi (Corte de la golondrina giratoria), una técnica de katana letal, rápida y precisa, que desestabilizaba totalmente al rival y lo dejaba expuesto al golpe de gracia. Fue llamada así por que imitaba el movimiento de la colas de las golondrinas cuando volaban.
Según precisa Cecilia Onaha, doctora en historia y especialista en estudios japoneses, la época en que vivió este samurái corresponde al período final del proceso de reunificación y el comienzo de la era Tokugawa o Pax Tokugawa. "Ya la guerra terminó y las destrezas de los guerreros se miden en duelos y competencia entre escuelas de artes marciales", explica Onaha, que se desempeña como coordinadora del Departamento de Asia y el Pacífico del Instituto de Relaciones Internacionales de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la UNLP y como directora del Archivo Histórico de la Colectividad japonesa en Argentina.
En un momento, Kojiro decidió dejar todo y dedicarse a marchar sin rumbo fijo por Japón. Se convirtió así en lo que se conocía como un ronin, es decir, un samurái sin amo alguno. Él era un distinto: llevaba el pelo largo y suelto, muy diferente del peinado ceremonial que marcaba la época; además, era un mujeriego empedernido, y se cuenta que muchos de los duelos que tuvo se debieron a maridos celosos que buscaban venganza.
Cuando llegaba a un pueblo, se dirigía a la escuela de artes marciales del lugar para retar a sus maestros, vencerlos y así acrecentar su mito. Uno de sus más famosos duelos fue uno en el que consiguió defenderse de tres rivales usando solamente un tessen, una especie de abanico metálico que empleaban los generales para dar órdenes en combate.
Cuando su fama llegó al punto más álgido, el señor feudal Tadaoki Hosoawa le ofreció un puesto como maestro de armas. Kojiro aceptó y, durante el tiempo que desempeñó esa función, acumuló riquezas, aumentó su poder y logró ascenso social.
Con apenas 20 años cumplidos, Kojiro era considerado el más grande samurái de Japón, tenía fama, gloria y riquezas. Estaba en su mejor momento. Tocando el Cielo con las manos. Pero... siempre hay un "pincelazo" que lo arruina todo.
Un día recibió una carta formal de Miyamoto Musashi, un duelista errante y mal entrazado, que lo retaba a duelo. Kojiro aceptó inmediatamente y, entonces, se puso lugar y fecha: 13 de abril de 1612, en la remota isla de Ganrjuyima. Ese día, el gran samurái llegó a la hora señalada con su Nodachi y su vestimenta de gala, sin embargo Musashi no apareció.
Tras muchas horas de espera, finalmente Musashi llegó en un pequeño bote a remos, sin su espada y con un palo de madera que él mismo había tallado de improviso. No pidió disculpa alguna por su retraso, sus ropas estaban roídas y llevaba una toalla enrollada en la frente.
El contraste entre ambos samurais era evidente: un señor de la guerra frente a un borracho armado con un palo. Kojiro estaba tan enojado por la irreverencia de su oponente que decidió acabarlo con un solo golpe de arriba abajo; al mismo tiempo, Musashi efectuó también un solo gran golpe con su palo.
Ambos guerreros quedaron inmóviles unos segundos, bañados por el sol de la tarde, tras lo cual el único que quedó en pié fue Musashi. Kojiro cayó muerto sobre la espuma del mar. Se terminó así la historia del que aún hoy es recordado como el más grande samurái de todos los tiempos. Nació ese día, la leyenda del duelo más famoso de Japón.
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