La increíble historia del CEO que prefiere ganar igual que sus empleados
Por convicción, Dan Price, fundador de Gravity Payments, decidió rebajar su salario?de un millón de dólares al nivel del salario de la gente que trabaja para él
Había una vez un empresario que decidió rebajar su sueldo, que asciende a un millón de dólares anuales, y repartir la diferencia entre sus empleados, unos 120 en total. En abril pasado anunció que, en un término no mayor de tres años, saltarían de sus 48.000 dólares anuales, a 70.000, al igual que el dueño de la empresa, quien financiará el incremento rebajando sus ingresos personales 14 veces. Aunque parezca un cuento perteneciente a la literatura de fantasía, el señor que tomó aquella decisión tiene 32 años y un nombre: Dan Price. Su empresa se llama Gravity Payments. Se dedica al procesamiento de tarjetas de crédito para pymes en Seattle, fundada en 2004.
Todo empezó con una conversación con sus ex compañeros de estudios que no tuvieron la misma suerte que él y un trabajo publicado por la Universidad de Princeton en 2010, que aseguraba que para que la gente fuera feliz debería cobrar entre 70 y 75.000 dólares al año. Price se tomó el asunto en serio y de aquí surge la decisión de incrementar los sueldos de sus empleados.
En distintas declaraciones, el CEO aseguró que puede llevar una vida de lujos gracias a sus ahorros, pero es bastante austero. Conduce, por ejemplo, un Audi con 12 años, que obtuvo a cambio de ayudar a un vendedor de vehículos de su ciudad. "Cuanto más tienes, a veces más complicada se vuelve tu vida", dijo.
El primer aspecto a señalar es que la acción de Price se haya convertido en una noticia que recorrió el mundo. Como se sabe, la primera definición de noticia es comunicar un hecho inusual, por no decir, anormal. Price ganó el premio GeekWire por Joven Empresario del Año, en 2013, y fue reconocido nacionalmente el año pasado, con foto de tapa, como Empresario del Año por la revista Entrepreneur Magazine, hasta aterrizar en extensas notas en la cadena ABC y en The New York Times. Si el hecho no fuera extraordinario, hubiera pasado desapercibido.
Un segundo aspecto a destacar son las consecuencias de la difusión de su acto. Por empezar, recibió miles de ofrecimientos de personas que deseaban ingresar a la compañía, hasta tal punto de que ya no pudo responder a todos. A la vez, no imaginó la repercusión que tendría a nivel político, ya que el estado de Seattle había elevado el salario mínimo de 11 dólares la hora a 15. Y hubo críticas de sus colegas, manifestando que semejante ejemplo los podía colocar en una situación difícil.
El tercer aspecto es la reacción de sus empleados, quienes además de manifestar una gran satisfacción y alegría, también fueron incluidos en un compromiso muy fuerte. Queda expresado en Stephanie Brooks, 23 años, asistente administrativa incorporada dos meses antes del anuncio: "¿Estoy haciendo mi trabajo lo suficientemente bien como para merecer esto?"
En las palabras de Brooks aparece un efecto tal vez no deseado, que es la tensión que produce la valoración extrema de un puesto de trabajo pagado muy por encima de la media. Como señala el propio Price, los sueldos promedio de los CEO suelen ser más de 350 veces de lo que gana un empleado. Habría que resignar privilegios desproporcionados, pasar a una vida más austera y pocos estarían dispuestos a hacerlo.
Además, un sueldo que comparativamente sea muy alto respecto de otras empresas, produce estrés por el miedo de perderlo y, un modo sutil de tener cautiva a la persona. Price removió las aguas, pateó el tablero, en materia de remuneraciones se refiere. Esto, por sí mismo, es saludable.
jorgemosqueira@gmail.com
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