La increíble historia de la Boyita y por qué se armó polémica con un posteo del Gobierno
El Ministerio de Desarrollo Productivo publicó en su cuenta de Twitter un posteo que generó de inmediato debate y polémica. "Están por patentar la primera casa rodante del país", destacaron en sus redes sociales, al tiempo que explicaban la historia de una pyme que fabrica y vende este tipo de vehículos, acompañado de un video del emprendimiento familiar.
Muchos usuarios cuestionaron la publicación y recordaron a la querida Boyita, la casa rodante y flotante de Fibra de Vidrio de Plástico Reforzado que tenía hasta la capacidad de ser propulsada por un motor fuera de borda. Según los propios registros del Instituto Nacional de Propiedad Intelectual (INPI), esa casa rodante fue patentada en 1968, hace 52 años. Y no una, sino tres veces, por los distintos modelos y cambios que se introdujeron en esa creación.
Sin embargo, según pudo saber LA NACION, el posteo del Ministerio no buscó reescribir la historia y no se refería a la patente intelectual, sino al patentamiento de la casa rodante, es decir a la chapa.
ESTÁN POR PATENTAR LA PRIMERA CASA RODANTE DEL PAÍS Miguel y Matías, padre e hijo, empezaron soldando y cortando caños para hacer casas rodantes y hoy tienen su fábrica, donde trabajan 9 personas armando y ensamblado los productos que están en todas las provincias del país. pic.twitter.com/OlFlAsHGGv&— Ministerio de Desarrollo Productivo (@produccion_arg) January 10, 2021
Ahora ya no se patentan a las casas rodantes con el 101 más el número de patente (como se hace con los chasis), sino que tienen una patente puntual. Desde el Ministerio que conduce Matías Kulfas pensaron que la idea servía como excusa para contar además la historia de Pbarbus, una pyme fundada por Miguel Barnade, en la que trabajan nueve personas armando y ensamblando los productos que "están en todas las provincias del país", según indicaron en el posteo que generó el debate.
"Nos dedicamos a fabricar motorhomes grandes, adaptarlo de colectivo a motorhome, o bien una casa rodante", explicó Barnade en ese video y agregó: "Nosotros no solo somos fabricantes sino rodanteros de alma".
En otra época había gente que podía patentar las casas rodantes, era opcional, con el certificado de fabricación. La mayoría aprovechó una disposición que los exceptuaba al ponerle la extensión del vehículo que la remolcaba con un 101 adelante.
A partir de este año entró en vigencia la nueva ley que obliga a patentar los vehículos. Y la casa rodante de Barnade fue la primera en ser patentada el 2 de diciembre pasado. "La alegría me invade al ver que el sacrificio valió la pena. Gracias a mi familia que me aguanto tanto y al grupo de trabajo y a todos los que colaboraron en una u otra medida para poder llegar", escribió entonces Barnade en su Facebook.
Una historia particular: Boyita
La Boyita era tan particular que existe un club de propietarios llamado Boyita Club. Según consigan el medio especializado Archivo de Autos las diminutas ruedas y los faros tarseros del Fiat 1500 eran su marca identificable, al igual que sus formas totalmente redondeadas.
"Era una casa rodante muy liviana, por estar construida en PRFV (Plástico Reforzado con Fibra de Vidrio). Las primeras unidades estuvieron listas a la venta a finales de la década del sesenta. Tuvieron cierto éxito en el mercado argentino. Incluso una fue parte de una película argentina del año 2009 dirigida por Julia Solomonoff que se llamó El último verano de la Boyita", consignaron.
En una publicidad publicada en Auto Club (revista del Automóvil Club Argentino) , número 55, de noviembre- diciembre de 1970, se la describía como "la primera casa anfibia del país, con frescura y calor del hogar". Y había una recomendación. "Ideal para cazadores y pescadores 'comodones'. Disfrútela con su familia y siéntase libre con la casa a cuestas", expresaba.
La publicidad también daba las características técnicas de la casa rodante: pesaba solo 350 kilos, entraban cuatro personas, tenía cocina con calentador a garrafa y un tanque de 50 litros para agua potable. Además contaba con batería propia, aislación térmica de poliestireno expandido y un dispositivo para adaptar un motor fuera de borda de cinco a quince caballos de fuerza y "un bastidor portante de fácil acoplamiento".
Ernesto Orlando Castro fanático del Boyita, y quien fuera moderador del Boyita Club, se juntó con el ingeniero Jorge Beritich, el fundador del vehículo, porque quería saber cada detalle. Según narró en un texto que publicó hace once años, logró hacerlo a través del correo de lectores del diario LA NACION.
La producción de Beritich fue desde 1969 hasta 1980, y se llegaron a construir unas 1500 unidades que además de venderse en Argentina se exportaron a Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú, Chile, Uruguay, Paraguay, Puerto Rico e incluso a Alemania. En 1987 estuvo a punto de vender los moldes y matrices, pero la operación no se concretó hasta un año después.
"Las Boyitas se fabricaron con dos modelos de baños. Las más antiguas con tabla y bolsita, aunque después se le colocó la primera generación de inodoros químicos que se conocieron en el país. En su historia tuvo tres tipos de circuitos eléctricos. El primero fue de 6 voltios, y los dos restantes de 12 voltios. Por su parte, los 30 tanques de agua originales se realizaron de fibra de vidrio, aunque después se los hizo de polietileno, para permitir reparar pérdidas más fácilmente", contó.
Beritich también fabricó el Tecnotren, un vehículo ferroviario ultraliviano y murió poco después del lanzamiento del prototipo. "Tengo una vocación de aprovechar las cosas. El que crea es Dios. Yo soy apenas un intermediario. Soy un bendecido", dijo en una entrevista.
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