La incertidumbre global causa un éxodo de los mercados emergentes
Las placas tectónicas de la economía mundial se están desplazando, estremeciendo a los mercados financieros desde Nueva York y Tokio a São Paulo y Johannesburgo.
Durante los últimos años, los inversionistas han operado en base a algunas certezas: la Reserva Federal de Estados Unidos va a imprimir mucho dinero y mantener muy bajas las tasas de interés; China proveerá demanda y comprará muchas materias primas y Japón será un actor muy secundario.
Ahora, las tres premisas han sido puestas en duda, lo que ha producido violentas oscilaciones en los mercados de acciones, bonos, commodities y, en especial en las últimas jornadas, divisas.
El martes, las monedas de Sudáfrica, India y Turquía sintieron los efectos del alza del dólar. El peso mexicano, que hace apenas un mes se cotizaba en su nivel más fuerte en casi dos años, descendió a su nivel más débil desde finales de noviembre.
La volatilidad refleja las dificultades que enfrentan los inversionistas a la hora de predecir el momento en que los bancos centrales de las economías desarrolladas empezarán a reducir sus programas de estímulo y las repercusiones de tales medidas en los mercados globales.
Los rendimientos de los bonos del Tesoro de Estados Unidos han aumentado conforme los inversionistas se preparan para la posibilidad de que la Reserva Federal disminuya la compra de bonos que ha estado realizando para reactivar el crecimiento. El retorno del bono a 10 años alcanzó 2,27% el martes, su mayor nivel en 14 meses.
Esto, junto con la idea de que la economía de EE.UU. supera el desempeño del resto del mundo, está haciendo que los activos estadounidenses y el dólar luzcan más atractivos que las acciones y las divisas de los mercados emergentes, que acarrean un mayor riesgo.
Un éxodo de los mercados emergentes podría perjudicar las perspectivas de financiación y crecimiento de las economías en desarrollo que han pasado a depender de grandes entradas de capital extranjero después de la crisis financiera global.
El nerviosismo de los inversionistas fue exacerbado el martes por el anuncio de débiles datos económicos en los mercados emergentes. Filipinas, por ejemplo, reveló que las exportaciones descendieron 7% en abril comparado con el mismo mes del año anterior, reforzando una desaceleración global en el comercio. Los disturbios en Turquía, la decepción de los inversionistas sobre la decisión del Banco de Japón de no alterar su programa de compra de bonos y las renovadas preocupaciones sobre los esfuerzos de Europa de reparar su frágil sistema financiero le echaron leña al fuego. "Parece que la fiesta se está acabando", expresó Howard Wong, director gerente en Doric Capital Corp., en Hong Kong.
La gran pregunta es si el actual paroxismo de los mercados constituye el inicio de una normalización de la economía mundial en la que EE.UU. no necesita dosis repetidas y gigantescas de estímulo monetario, Japón vuelve a crecer y China se expande a un ritmo menor pero sostenible. El escenario alternativo es que se trate del preludio de un período de mayor volatilidad que genere un alza indeseada de las tasas de interés de largo plazo antes de que la economía estadounidense reciba su alta médica.
A pesar de los esfuerzos de los bancos centrales de los mercados emergentes, el éxodo de capital ha continuado, especialmente en el caso de las economías que son muy dependientes de las materias primas. La moneda sudafricana, el rand, descendió casi 2% a 10,38 frente al dólar y acumula una baja de 23% en lo que va del año, antes de recuperar parte del terreno perdido. El dólar australiano alcanzó su nivel más débil frente al dólar estadounidense desde 2010.
El real sufrió nuevas pérdidas y el banco central brasileño intensificó su intervención en medio de la depreciación de la divisa que comenzó el 28 de marzo y ha realizado cinco subastas en dos semanas. Las subastas, que permiten a los inversionistas canjear bonos ligados a tasas de interés del país por deuda indexada directamente al dólar estadounidense, tienden a detener la depreciación del real, pero no por mucho tiempo.
Hace solo dos meses, una ola de dinero cruzaba por el mundo como parte de la búsqueda de los inversionistas de retornos más altos. Las medidas de estímulo anunciadas el 4 de abril por el Banco de Japón coincidieron con un recorte de la tasa de referencia del Banco Central Europeo y las expectativas de que la Fed continuara sus compras de bonos mensuales de US$85.000 millones en el futuro próximo.
Las cosas han cambiado desde entonces. El presidente de la Fed, Ben Bernanke, ha dejado en claro que la compra de bonos podría disminuir este año y el estímulo monetario del Banco de Japón ha intensificado la volatilidad de los mercados financieros. También se ha acumulado evidencia de que los mercados emergentes no se están expandiendo con el dinamismo previsto. "Hasta hace muy poco, la conversación giraba en torno a cómo las entradas de capital causaban burbujas en los precios de los activos", aseveró Gareth Leather, economista de Capital Economics en Londres. "Cambió muy rápidamente".
—Tom Murphy, en São Paulo, contribuyó a este artículo.
Alex Frangos, Daniel Inman, David Wessel y Patrick McGroarty
The Wall Street Journal