La historia del exfutbolista del ascenso que les enseña a jugar a cientos de chicos chinos
Estaba cumpliendo el sueño de miles de chicos y adolescentes. Tenía 26 años, entrenaba todos los días y ganaba plata cuando pateaba una pelota. Jugó en clubes del ascenso y hasta tuvo un paso por el fútbol del exterior, en Ecuador e Israel.
Fue en ese último país donde Brian Nejamen decidió terminar su carrera de futbolista porque se dio cuenta de que, a pesar de que estaba en la posición que miles de personas envidiaban, no se sentía cómodo en su trabajo.
Salir de la zona de confort, la frase tan trillada en el mundo laboral, para Nejamen fue dejar un trabajo vocacional al que muy pocos llegan. Unos años después volvería, pero con un rol distinto.
Su historia tras el retiro del fútbol empezó con el estudio del idioma chino: quería dedicarse al comercio y a la comunicación y trabajar con su padre, importador de juguetes de China hacia la Argentina.
"En 2014, cuando decidí viajar a China por primera vez en busca de oportunidades, reapareció el fútbol como medio de comunicación cultural. En ese momento surgió la idea de crear una ‘escuelita’ para formalizar el intercambio comercial", relata el exjugador.
El esposo de su madre, Eduardo Delgado, también fue jugador profesional: pasó por Vélez, Rosario Central y All Boys, entre otros clubes, entre los años 70 y 80. Nejamen lo convocó para armar la escuela.
En ese momento, por su capacidad para hablar el idioma, Nejamen ya había sido entrenador voluntario en colegios y había organizado algunas clínicas de fútbol. Cuando se sumó su padrastro, los contrató una compañía de entrenadores con la que estuvieron trabajando un año y medio.
En medio de su búsqueda, el gobierno chino asumió al fútbol como una política de Estado. Ese año se publicó el "Programa para la reforma y el desarrollo del fútbol chino", una hoja de ruta para convertir al país asiático en una potencia futbolística. "Pude notar claramente un antes y un después a partir del acontecimiento. Vimos el cambio en el interés de sus padres para que sus hijos practiquen este deporte desde muy pequeños, mientras que antes temían que se lastimen", relata.
Para aprovechar ese cambio cultural, en 2017, después de algunas idas y vueltas entre la Argentina y China, fundaron Airez Sports Group, una escuela de fútbol que ya tiene acuerdos con tres colegios y dos academias de fútbol a las que les brindan todo el soporte del entrenamiento profesional. Además, la compañía organiza la Copa Argentina de Fútbol Infantil, con dos ediciones anuales, un campamento de verano y un viaje de intercambio a la Argentina cada febrero.
Además, la firma realiza una especie de "consultoría" para entrenar al staff chino de cada institución con la que se asocia. "En cada colegio u organización hay cientos de chicos. Nosotros generalmente nos encargamos de los jugadores seleccionados, pero el staff capacitado puede brindar clases de fútbol generales al resto de los niños", describe Nejamen.
Los desafíos de emprender en China
Hablar y leer chino no es fácil: basta ver los ideogramas para desanimarse ante la idea. "En mi caso, el proyecto de aprender el idioma tenía un objetivo que me mantuvo en el camino; tal vez si lo hubiera elegido como hobby no habría pasado el primer año", dice Nejamen. Fueron tres años de estudio que incluyeron profesores particulares y viajes al país asiático para afianzar.
Aun con conocimiento del idioma y capacidad para comunicarse, el primer año como emprendedor en China fue complicado, admite. "Lo más difícil es que confíen en vos, que te empiecen a creer. Por eso optamos por hacer muchos eventos con el consulado argentino, que nos apoya mucho en la imagen", asegura.
Además, el cambio de vida cuando se mudó a Shanghai, una ciudad de más de 26 millones de habitantes, lo afectó en ese primer año. "No tenía mucha vida social", recuerda. Más adelante, descubrió una megaurbe "muy cosmopolita" que lo relacionó con el mundo. "Estar acá, para mí, es una experiencia de vida llena de oportunidades", describe. Vive en una zona "tranquila" de la metrópolis, a 30 minutos de la zona turística.
Hoy nota que la distancia principal es "idiosincrática", agrega. "En lo futbolístico, tratamos de transmitirles a los entrenadores la manera de llegar a los chicos. También hacemos mucho hincapié en compartir nuestra cultura, lo que nos acerca a ellos desde lo emocional", resume.
"Para vivir en China o vincularte con su cultura, te tienen que gustar los desafíos", aconseja. Y cierra con un aprendizaje personal: "Esforzarme para ponerme en el lugar de ellos y poder comunicarme mejor me estimuló para despegarme de creencias que traía del pasado. Esto me ayudó a explorarme más para encontrar mi verdadera vocación y transmitirla de manera original".
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