La historia del argentino que vende 15.000 empanadas por mes en Holanda
Un argentino, con su esposa holandesa, tienen un local en Haarlem; venden en mercados y hacen catering
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Kevin Halporn es el argentino que, hace unas semanas, logró entregarle un regalo a la reina Máxima de Holanda. Envuelto en una bandera celeste y blanca, le dio un paquete con yerba, dulce de leche y alfajores; también una carta. Halporn se fue de la Argentina hace nueve años, cuando tenía 21, para estudiar composición y arreglos de jazz en el Conservatorio de Ámsterdam. Hace cinco empezó, junto a su hoy esposa Myrte Prins, el emprendimiento Empanadas Máxima.
Arrancaron vendiendo en el Grote Markt de Haarlem, a unos 30 kilómetros de Ámsterdam; hoy tienen un local en esa ciudad, comercializan online y sumaron el mercado Albert Cuypmarkt, en la capital holandesa. A las empanadas -venden unas 15.000 al mes- agregaron productos argentinos como los que les regalaron a la reina, además de mates y vinos.
Halporn trabajaba en distintas orquestas y como productor musical, pero un viaje a la Argentina con Myrte cambió, al menos por ahora, el curso. Fueron a visitar a su abuela Aida y la holandesa se fascinó con aprender a hacer empanadas. “Aida y Magda nos enseñaron todo, desde el relleno al repulgue -cuenta él a LA NACION-. En mi casa se solía comer mucha empanada y ahí surgió la idea que fue creciendo; empezamos vendiendo en el mercado de los sábados. Llevamos 300 empanadas y a la hora y pico se vendieron todas”.
El nombre del local se deba a que Máxima es “muy querida por los holandeses”, quienes la asocian “siempre a la Argentina; recuerdan el momento del casamiento en que sonó Piazzolla con un bandoneonista. Como marketing es muy bueno poder usarlo”. El emprendimiento fue uno de los primeros de empanadas en Holanda; después se sumaron algunos más. Hoy emplean a ocho personas.
“Los sabores argentinos se pueden globalizar, gustan mucho -dice Halporn-. Tenemos las de carne, cebollas, jamón y queso, caprese y una vegana de batata con tomate y perejil porque la gente pide veganas”. Empezaron cocinando en su casa, pero cuando el volumen creció alquilaron un ‘estudio de cocina’ y, después, llegó el local.
Comenta que el arranque fue “de cero; a pulmón. Solo preparamos las bicis para cargar”. Hace unos meses alquilaron un local en un área más céntrica de Haarlem: “Tomamos gente, ampliamos los canales de comercialización, hacemos catering para eventos. Empezó a ser un negocio serio; estamos a 100 metros de la Iglesia, en una zona muy turística y eso nos da más rotación”. La inversión ahí fue de unos 10.000 euros.
Halporn señala que, desde que se iniciaron, estaban siguiendo la agenda de Máxima; la reina nunca había estado en Haarlem y, cuando se enteraron de que iría a inaugurar una nueva sala del museo Teylers decidieron armar “un plan” para acercarse.
“Abrimos especialmente ese martes; nos vestimos con la bandera, preparamos la bicicleta, toda una movida para que nos dejaran llegar hasta ella porque siempre está con seguridad -continúa-. Vino una persona, nos preguntó cuál era la idea; se llevaron el paquete y mi documento para chequear. Regresaron y nos dijeron que, por seguridad, se lo daría el asistente. Quedamos desilusionados, pero al rato nos avisaron que la reina había accedido a acercarse. Fue una ebullición de emoción”.
Claro, ese día, después de que la imagen circulara por todos los medios, el local de Máxima Empanadas “explotó”. A las pocas jornadas, desde el Palacio Real les comunicaron que se quedaban con sus datos “por si la reina decide volver a comunicarse”.
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