La globalización todavía no está en retirada
Aunque Estados Unidos atraiga gran parte de la manufactura mundial, es improbable que eso esté acompañado por muchos empleos
NUEVA YORK.- Hace no mucho, ejecutivos de la multinacional holandesa Royal DSM, un fabricante mundial de suplementos dietarios y materiales de alta tecnología, solía requerir una batería de estudios internos para decidir dónde hacer un negocio o ubicar una nueva planta industrial.
Pero hoy "ni siquiera hacemos el estudio", dijo el miembro del directorio para las Américas, Stephan B. Tanda. "Está claro que será en Estados Unidos."
Estados Unidos, señala, tiene mucho gas natural barato y un mercado laboral poco regulado. Al mismo tiempo, China, donde Royal DSM tiene unas 40 plantas, está perdiendo su ventaja. "Es menos atractivo que antes como fuente desde la cual atender al mundo", dijo Tanda.
Si uno quiere pensar en qué momento Estados Unidos fue tan competitivo como lo es ahora, hay que remontarse a antes de la primera crisis del petróleo en la década de 1970. De los US$ 3600 millones en adquisiciones de Royal DSM desde 2010, el 80% ha ido a los Estados Unidos.
¿Podría la globalización hacer un giro en U? En el último año o dos, un número creciente de analistas de negocios vienen sosteniendo que estamos entrando en una nueva era de manufactura global, con Estados Unidos en el centro de la escena.
El mes pasado, el Boston Consulting Group, al hacer una actualización de un estudio anterior que sugería que la "repatriación" de fábricas a los Estados Unidos era la nueva tendencia, difundió un informe que sostiene que Estados Unidos tiene los costos de manufactura más bajos entre los principales exportadores del mundo desarrollado y está cerca de poder competir con China.
Pero antes de entusiasmarse demasiado con las perspectivas de un renacimiento industrial estadounidense, vale la pena mirar con un poco más de escepticismo a la afirmación de que la globalización se ha agotado.
"No estoy de acuerdo con que el momento de China llega a su fin", dijo Karl P. Sauvant del Columbia Center on Sustainable Investment. "El determinante más importante de la inversión es el tamaño y el crecimiento del mercado, y China sigue siendo un mercado grande y sigue creciendo a tasa razonable".
¿Qué importa que los obreros de las zonas costeras chinas se están volviendo más costosos? El país subirá la escalera del valor agregado para producir cosas más sofisticadas. Por cierto, los países tienden a comerciar más a medida que convergen sus ingresos, no menos. Los fabricantes que busquen mano de obra barata tienen aún muchos lugares a dónde ir, como Vietnam, Bangladesh, México o incluso el interior chino con gran población, que se beneficiará de la inmensa inversión de Pekín en infraestructura del transporte que lo conecte a la costa.
Hay dinámicas que podrían afectar realmente a la globalización. Si los precios de la energía despegan de nuevo, eso favorecerá redes de producción regionales en vez de globales. La piratería de la propiedad intelectual en China podría atemperar el apetito de las corporaciones multinacionales por invertir en industrias avanzadas allí.
Las tecnologías que permiten a menos obreros realizar tareas más sofisticadas -impresión 3D, por caso- podrían alentar más producción en países ricos, cerca de los mercados masivos de consumo.
El crecimiento lento ya está socavando los argumentos en favor de los mercados abiertos de los que depende la globalización. El comercio se ha desacelerado de modo significativo desde la gran recesión. Las medidas proteccionistas de pequeña escala se han multiplicado, al buscar los países proteger los productores locales.
El terrorismo y la inestabilidad política podrían hacer aún más lento el proceso, agregando otra capa de costos a las redes de producción globales.
Quizá los costos en ascenso chinos finalmente le den una oportunidad a los trabajadores estadounidenses que han estado perdiendo terreno por dos décadas frente a un pozo de mano de obra barata que en un tiempo no tenía fondo.
"Los trabajadores pueden tener la oportunidad de recuperar la participación en el producto en las décadas por delante", sugirió este año Dean Baker, del Center for Economic and Plociy Research, en un ensayo breve que también sostuvo que ningún otro país podrá copiar los éxitos chinos.
Aún así, Richard Baldwin, del Graduate Institute of International and Development Studies de Ginebra, señala que es improbable que la convergencia de ingresos promovida por la industrialización acelerada de China y otros países como Brasil y la India se detenga pronto. En 1988 la participación de dos tercios del ingreso mundial en manos de las siete naciones más ricas llegó a su pico. Para 2010 había bajado a la mitad del ingreso mundial. Baldwin propone que es "probable que siga cayendo por décadas".
Es difícil encontrar evidencias en los datos de que la globalización está entrando en reversa. Los flujos de inversión externa directa se mantienen sustancialmente por debajo del récord de US$ 2000 millones de 2007. Pero el año pasado se recuperaron un 9%, a US$ 1450 millones, según datos de las Naciones Unidas. Más de la mitad fue a países en desarrollo y China recibió US$ 124.000 millones, casi un récord y aproximadamente un 50% más que hace seis años.
Aunque Estados Unidos atraiga una mayor parte de la manufactura global, es improbable que ello venga acompañado de muchos puestos de trabajo con alto salario.
Jan Svejnar, del Center on Global Economic Governance de la Facultad de Política Internacional y Pública de Columbia, es optimista respecto de la perspectiva para Estados Unidos. "El mercado emergente más prometedor del mundo es Estados Unidos", me dijo. Pero toda manufactura nueva que se desarrolle aquí será capital intensiva, agregó, con muchos menos obreros fabriles que en el pasado.
Y por más esperanzas que haya de que la energía barata y abundante de Estados Unidos o el alza de los costos laborales chinos podrían producir una oleada de repatriaciones, hasta ahora eso no se ha producido.
James B. Rice Jr. Y Francesco Stefanelli, del Center for Transportation and Logisitics del Massachusetts Institute of Technology, analizaron cuidadosamente 50 compañías estadounidenses -incluyendo Apple y General Electric- que habían anunciado que repatriarían empleos. La mayoría aún no ha concretado nada.
"No creemos que eso sea realmente lo que está sucediendo", me dijo Rice.
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