La familia es el motor del desarrollo social
Para luchar contra la pobreza se debe actuar en diferentes ámbitos
Que una de cada tres personas en la Argentina sea pobre lleva a la pregunta obligada: ¿qué hacer para revertir esta realidad?
La primera impresión es que hay que lograr crecimiento económico. Alguien dirá que también se requiere que el crecimiento venga de la mano de muchos empleos bien pagos. Para que los empleos sean bien pagos hace falta educación. Otros sumarán mecanismos redistributivos. Esto es, que el Estado redistribuya ingresos hacia los que menos tienen vía transferencias asistenciales.
Crecimiento económico, empleos, educación, redistribución, son ingredientes para erradicar la pobreza. Pero el receptáculo donde deben combinarse para transformarse en desarrollo social es la familia. Para ilustrar, según la encuesta de hogares del Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec), si se considera el 10% de los hogares de menor nivel de ingreso (o sea, los hogares indigentes), en la mitad de ellas la jefatura es ejercida por una mujer que en la mitad de los casos no trabaja; cuando el jefe es varón, el 75% de las mujeres no trabaja. Entre estos hogares hay 2,7 niños por familia, donde también hay nietos, lo cual implica que medió un embarazo temprano de las hijas de estas familias.
Si se mira en cambio al 10% de la población con mayor nivel de ingreso (o sea, a la clase media), en el 65% de los casos la jefatura es del varón, donde el 75% de las mujeres también trabaja; cuando a la mujer le toca ser jefa de hogar, en el 70% de los casos trabaja. La cantidad de niños por hogar es de 0,3, o sea que hay un niño cada 3 hogares, y prácticamente no hay nietos viviendo con el núcleo familiar, lo que señala que el embarazo temprano es raro.
Estos datos muestran que la pobreza y la indigencia están muy asociadas al abandono económico del hogar por parte del varón, bajo empleo de las mujeres y mayor cantidad de niños. Esto implica que para superar la pobreza y encaminar a estos hogares en una senda de desarrollo social hay que inducir cambios entre las mujeres. Para ello se necesita educación y promoción de prácticas sexuales y reproductivas responsables, además de centros de cuidado de la primaria infancia de alta calidad para garantizar buena educación temprana a los niños de hogares pobres y facilitar la inserción laboral de la mujer.
El desafío exige terminar con la actual superposición de roles entre la Nación, las provincias y los municipios. La Nación debe concentrarse en el crecimiento y el empleo en base a estabilidad, inversión, bajas cargas sociales y una mejor legislación laboral. La salud, la educación y los programas asistenciales, que son las políticas para potenciar a las familias, deben ser bien gestionados por sus responsables: las provincias y los municipios.
El autor es economista de Idesa
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