La fábrica de dólares: una carta desnuda el lobby para ganar una concesión clave
Una empresa interesada en la Hidrovía le pidió al embajador e China, Sabino Vaca Narvaja, que interceda en la adjudicación; advirtió sobre los “beneficios políticos” de acceder al pedido
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La concesión de la autopista fluvial argentina que corre por el Río Paraná y que es considerada vital para el comercio exterior de la Argentina, se ha convertido en un terreno de pelea voraz. Después de una licitación fallida y de acusaciones cruzadas entre varios de los consorcios que participaron, se conoció una carta en la que la empresa China Communications Construction Company (CCCC), un verdadero holding especializado en infraestructura con capital estatal mayoritario, le pidió al Gobierno argentino que intervenga en el proceso a fin de adjudicarle el contrato.
La carta fue dirigida al embajador argentino en China, Sabino Vaca Narvaja, el 27 de enero pasado y no sólo enumera los antecedentes de la compañía, sino que advierte a la Casa Rosada sobre los beneficios que le generaría al país aquella contratación. “Me permito recordarle a su Excelencia [dice en referencia a Vaca Narvaja] que el máximo esfuerzo de la CCCC en sus ofertas le revestirá grandes significados al proyecto y a la cooperación entre la Argentina y China”, se lee en la misiva. Luego enumera: “Influencia política, cooperación multilateral por beneficio compartido y ahorro en divisas para el gobierno argentino”.
El tono de la nota es, quizás, la muestra más palmaria de la presión china por conseguir el contrato. Las formas quedaron de lado y en cada una de las palabras se advierte el velado propósito de dejar claras las consecuencias de no adjudicarle la Hidrovía al consorcio que integran con la belga Deme y la argentina Servimagnus.
La carta fue entregada a la diputada por la Coalición Cívica, Mariana Zuvic, en un pedido de acceso a la información pública enviado a la AGP. A partir de esta novedad, la legisladora amplió la denuncia formulada el 30 de marzo pasado en la que pidió que se investigue un posible “tráfico de influencias” y las “negociaciones incompatibles con la función pública”.
La historia de la concesión de la vía navegable ya acumula varios capítulos de controversia. En marzo, la Administración General de Puertos (AGP), encargada de llamar a una compulsa por 180 días prorrogables para la realización de tareas de dragado en la vía navegable, anuló aquel primer llamado que tenía un presupuesto oficial de US$80 millones. De los cuatro contendientes que se presentaron -la empresa china entre ellos-, solo uno aprobó la propuesta técnica.
El camino quedó allanado para la filial local de Jan De Nul, la compañía belga que fue socia de Emepa en la concesión que venció en 2020 después de una prórroga del contrato. Justamente, según declaró el número uno de Emepa, Gabriel Romero, en la causa Cuadernos ese tiempo extra se logró después de pagar un retorno a la administración de Cristina Kirchner.
Sin embargo, después de haber realizado aquella selección, la AGP anuló la licitación y todo volvió al inicio. Un verdadero juego de la oca. Desde entonces, todo fue un todos contra todos. Jan De Nul acusó directamente a Emepa de ser la causante de aquella marcha atrás. “Ya no estamos en un escenario de juego limpio y todo lo que hemos construido juntos se ve amenazado por la avaricia de unos pocos que se consideran dueños de la vía navegable troncal”, escribió en una carta a sus empleados, el presidente de filial local de la empresa, Pieter Jan De Nul.
El grupo chino no se quedó atrás. Los orientales fueron contra la única pre calificada. “Luego de revisar los documentos de los sobres número 1, descubrimos que Jan De Nul había colocado contenido expresamente prohibido en dicha licitación”, dice la carta que recibió el embajador argentino en China.
Entonces sí llegan los recordatorios de la “conveniencia” de la opción oriental: “Me permito recordarle a su excelencia que el máximo esfuerzo de la CCCC en sus ofertas le revestirá grandes significados al proyecto y a la cooperación entre Argentina y China”. “La Hidrovía siempre ha sido proyecto de total prioridad para el gobierno argentino y para el propio Presidente; facilita, además, la comunicación fluvial de mercancías entre la región, está altamente alineado con los principios de cooperación del Programa La ruta [de la seda] y la Franja que promueve el gobierno chino, al que la Argentina se va a adherir durante la visita del Presidente”, dice la nota de enero. En febrero, Alberto Fernández, adhirió. En marzo, se anuló la licitación que calificaba a Jan De Nul.
Luego, recuerda la necesidad de “lograr una cooperación realmente multilateral por un beneficio compartido” y, finalmente, el relato de la necesidad: “En los últimos años, el Gobierno argentino tiene el gran desafío de escasas reservas de divisas. La participación de la UT CCCC en la implementación del proyecto le ahorraría al Gobierno argentino un gasto significativo en divisas”.
Todo un lugar de sospechosos y sospechados en medio de una licitación clave para el comercio exterior. El campo, el gas natural licuado que ingresa por el puerto de Escobar y las automotrices, entre otras industrias, necesitan de esa vía operable. La Argentina precisa, además, un proceso transparente y alejado de las sospechas que ya tiñeron ese negocio.
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