La esquizofrenia de la que nadie habla
Ese día, el Gurú de la cortada de la calle Estomba llegó puntual, como lo hacía cada vez que lo invitaban a comer. Recordaba aquella apuesta que hizo tiempo atrás cuando le jugó a un compañero que podría pasar un mes de almuerzo en almuerzo sin pagar ni uno solo. Este encuentro empezó con la panera arriba de la mesa. Allí estaban, casi imperceptibles, cuatro palillos. Aquella mujer los tomó y llamó al mozo. "Llévelos, no los vamos a usar", dijo. El motivo estaba lejos de la inutilidad o no de los pequeños y poco glamorosos adminículos de higiene bucal. "En mi trabajo me dedico a defender la industria nacional y esos palillos eran brasileños", cerró el asunto.
La historia es mínima, pero sirve para arrimar a uno de los temas que más se ven en las corporaciones modernas. Se trata de la esquizofrenia organizacional, como la define Andrés Hatum, profesor de Management y Organizaciones de la Universidad Torcuato Di Tella (UTDT).
¿De qué se trata? "Sucede cuando las empresas en sus misiones expresan algo, pero en la práctica hacen otra cosa. Se parecen a los síntomas de esquizofrenia", dice el profesor.
Los ejecutivos suelen ser muy cuidadosos con las formas. En eso son maravillosos. El Gurú siempre cuenta aquella vez cuando un ejecutivo pidió agua de la canilla al comprobar que en la carta no figuraba una sola bebida de la marca que aquel hombre representaba. "Una foto lo puede sacar del cargo", dice el Gurú. Sin embargo, ese cuidado con las formas no suele ser igual que con el fondo del negocio. Allí mandan los números, y muchas veces, estos altos ejecutivos a los que les gusta mostrar ceros en la columna de resultados, aplican el grondoniano "siga-siga".
Hatum, estudioso de la psicología de las organizaciones, dice que cuanto mayor el gap entre lo que se dice y lo que se hace, mayor la enfermedad. De inmediato, el profesor da un ejemplo concreto, que lamentablemente se comprueba seguido. "Esto se ve cuando en la misión o los valores de la compañía proclaman que la gente es lo más importante, y ante la primera crisis despiden a todo el mundo. En 2001 se vio un grado espantoso de esquizofrenia. ¿El resultado? En 2003, cuando se recompuso la economía y las empresas fueron a contratar nuevamente, a las que habían sido esquizofrénicas y echado a mucha gente les costó encontrar gente y les salió mucho más caro atraer talento. El mercado de la gente buena sabe de estas cosas", concluyó.
Pero quizás haya pocos ejemplos más palmarios que aquello que escribió un grupo de personas en abril de 2015. "Son objetivos de esta institución (...) promover la integridad, el comportamiento ético y la deportividad con el fin de impedir que ciertos métodos o prácticas, tales como la corrupción, el dopaje o la manipulación de partidos, pongan en peligro la integridad de los partidos o competiciones". Un mes después, en Suiza también, varios redactores de aquella proclama quedaron detenidos. Interpol había llegado por los maestros de la FIFA.
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