La escasez de dólares agudiza los problemas para importar y desata un mal pronóstico para el año
Los volúmenes ingresados en febrero cayeron 11,6% con respecto al año anterior; alerta por el impacto en la industria
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La delicada situación de reservas del Banco Central, la falta de recomposición en el tipo de cambio y las previsiones de caída en las exportaciones, que alcanzarían mínimos históricos, de acuerdo con los especialistas (unos US$15.000 millones menos que el año pasado) son la base de un diagnóstico complicado para las importaciones este año. En febrero, de acuerdo con Abeceb, cayeron 10,4% contra igual período del año pasado, lo que se explica “pura y exclusivamente” por los menores volúmenes importados (-11,6% en la comparación interanual), ya que los precios aumentaron un 1,1%.
Los números tienen como contracara la demanda de algunos sectores. También, situaciones que rozan lo absurdo, como un pedido de Jurca, la cámara que agrupa a las aerolíneas extranjeras. Hace un mes, denunciaron que el Gobierno no permitía el acceso a insumos imprescindibles para su operación, como los necesarios para imprimir tickets aéreos. Otra situación: el sindicato petrolero dijo que faltan materiales ignífugos para la fabricación de overoles. Los casos se multiplican día a día.
De acuerdo con la consultora, al desagregar por rubro, la principal caída se dio en la importación de Combustibles y lubricantes, que se contrajo un 29,6% en la comparación interanual por el desplome en las cantidades importadas (-36,7%), ya que sus precios aumentaron un 10,2%. Luego, le siguió la importación de Bienes de capital, que cayó 21,1% (-22,4% en cantidades y +1,5% en precios).
En este punto, Marcelo Elizondo, especialista en comercio internacional, explicó: “Todo el mundo está afectado, pero especialmente los bienes de capital. Esto significa menos inversiones, máquinas y aparatos. Lo que implica es una afectación a la capacidad y calidad productiva”, dijo.
El Ministerio de Economía negoció con las empresas participantes de Precios Justos acuerdos que involucran el acceso a divisas. Fuentes del sector apuntan a que no hubo un cumplimiento total de las promesas gubernamentales, aunque quienes están dentro del programa oficial tienen un ritmo de autorización un poco más veloz. “Ninguna empresa está con stocks de SIRA autorizados más allá de un mes. Ese plazo, en términos de importaciones, es prácticamente un día a día”, comentó una fuente especializada.
La importación de bienes de consumo e intermedios también anotó caídas en términos anuales (-9,7% y -4,7%, respectivamente), según Abeceb. “Mientras que en el primer caso la baja se debió tanto por menores precios (-3,1%) como cantidades (-6,7%), en el segundo caso la caída de los volúmenes (-7,1%) fue morigerada por los mayores precios (+2,3%)”, destacaron en un informe.
Además, apuntaron que las únicas dos categorías que crecieron fueron Vehículos automotores de pasajeros (8,3%) y Piezas y accesorios para bienes de capital (+2,8%), aunque pura y exclusivamente por la suba en los precios, ya que los volúmenes importados cayeron 5,9% y 0,9%, respectivamente.
Los tiempos en el comercio exterior provocan que los efectos de las menores importaciones (cerca de ocho de 10 se utilizan en la cadena productiva) se sientan en la producción meses después. El año pasado cerró con cifras que expresan un mal augurio para la economía real.
La Unión Industrial Argentina, en un informe, reportó que todos los permisos de importaciones registraban dificultades, a partir de la implementación del sistema SIRA y el 84,4% de las empresas aseguraban que los plazos se habían alargado para sus autorizaciones para insumos. El 83,7% y el 80,8% contestaron de la misma manera a la encuesta realizada por la entidad, para el caso de repuestos y bienes de capital, respectivamente.
Fernando Furci, gerente General de la Cámara de Importadores de la República Argentina (CIRA) explicó a LA NACION que todos los sectores reportan que las autorizaciones no se aprueban al ritmo que necesitan, aunque hay una comprensión sobre los factores que inciden sobre la menor disponibilidad de divisas. Sin embargo, apuntó a que las importaciones son “una variable de ajuste” y que el difícil comienzo de año se repetirá a lo largo de todo 2023.
El fin del primer trimestre registró una relativa mayor flexibilización que enero y febrero, de acuerdo con conocedores de la materia. Quienes mayor consideración recibieron, aunque continúan alertando por faltantes, son las empresas del sector de la salud, que comenzaron a contar con un canal especial de comunicación con la Aduana.
Los sectores de la energía, la química y algunos insumos industriales de utilización transversal a toda la industria son los que habrían registrado menores problemas, en comparación con el resto de los rubros. Por otra parte, algunas marcas de automotores, que en general giran los dólares que reciben de los clientes por unidad directo a sus casas matrices, también tuvieron menores inconvenientes. De igual manera, todos los sectores se encuentran con dificultades.
La perspectiva es que la falta de importaciones agudice la contracción en la producción industrial en los próximos meses. El Centro de Estudios Económicos explicó que, en términos anuales, la industria anotó una caída en el nivel de actividad de 0,5% en febrero, con resultados heterogéneos hacia dentro de los sectores, con el mayor aporte positivo de parte del sector automotor, con un crecimiento anual de 22,9%, mientras que la elaboración de alimentos arrastró el indicador a la baja, particularmente por la caída de 38,2% en la producción de aceites.
“Nuestra proyección base anticipa una contracción de la actividad industrial para los meses venideros, perjudicada principalmente por la falta de dólares para las importaciones necesarias para el sector, por la merma esperada del consumo, y por el efecto que seguirá teniendo la sequía en la industria del crushing”, dijeron.
El cuello de botella de las SIRA, a su vez, alimenta otro problema, que fue revelado por LA NACION el mes pasado. A mayores restricciones, crecen las oportunidades para “gestores” que cobran un valor que va del 6 al 20% de la mercadería al dólar blue a cambio de aprobaciones que salen del Ministerio de Economía, la AFIP y la Aduana.