La era en que el país se asumió como latinoamericano
Los últimos 10 años podrán ser recordados, entre otras cosas, como el momento en que la economía argentina vivió un proceso acelerado de latinoamericanización. Durante mucho tiempo, los argentinos se jactaron de todo lo que diferenciaba al país de sus vecinos, a tal punto de que no pocos se referían a Buenos Aires como una especie de París sudamericana. El panorama cambió radicalmente a partir de la crisis de 2001, que golpeó con fuerza los cimientos de la estructura social argentina.
Un mundo salado
La mejor prueba de latinoamericanización que tuvo la economía argentina es La Salada, el megapolo comercial a pocas cuadras del puente La Noria, en el partido de Lomas de Zamora. Si bien la feria nació en 1991, su gran expansión se dio a partir de 2002, cuando los shopping centers se quedaron prácticamente vacíos y la clase media empobrecida tuvo que dejar de lado los prejuicios para empezar a comprar a orillas del Riachuelo. Y en los últimos años su propuesta se fue replicando en todo el país, a tal punto de que se calcula que en la Argentina hoy funcionan más de 250 “saladitas”, que en la mayoría de los casos se abastecen de La Salada. La vocación latinoamericana de La Salada se desprende no sólo de que los fundadores son un grupo de inmigrantes bolivianos que se radicó en la zona cuando los viejos piletones de agua salada eran tierra de nadie, sino también porque este tipo de propuestas existen desde hace mucho tiempo atrás en las principales ciudades de la región como Lima (donde la principal feria se llama Polvos Azules), Caracas (donde funciona el mercado popular conocido como El Cementerio) y Cochabamba (famosa por la feria de La Cancha).
Chinos y mayoristas
El otro gran emergente de 2002 en materia de consumo masivo es, sin duda, el autoservicio chino. Los saqueos de diciembre de 2001 tuvieron como una de las principales víctimas a los pequeños comercios del conurbano bonaerense entre los cuales los chinos ya tenían una presencia destacada. Sin embargo, los autoservicios chinos también fueron los que supieron reaccionar más rápido a las nuevas necesidades del mercado, liderando la ola de aperturas en momentos en que las grandes cadenas de supermercados optaban por suspender toda su expansión. De acuerdo con las estimaciones de los propios comerciantes, en los últimos diez años el número de autoservicios chinos en la Argentina se multiplicó por cinco y hoy funcionan en todo el país más de 8500. Su irrupción en el mercado no sólo significó una puesta en línea con lo que ocurre en otros países de la región –que también viven una “invasión” de supermercados orientales–, sino también un cambio en las relaciones de fuerza en materia de consumo masivo, ya que el aumento de la demanda por parte de los chinos fue fundamental para la recuperación del canal mayorista. A fines de los 90, los grandes supermercados dominaban casi la mitad de las ventas de alimentos, bebidas y artículos de limpieza y tocador, mientras que la otra mitad se repartía entre los autoservicios, los almacenes y los negocios de barrio, que se abastecen básicamente en los supermercados mayoristas. Diez años después, los clientes de los mayoristas controlan dos tercios del mercado, con la consiguiente superación de su poder de negociación frente a los grandes fabricantes.
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