La economía de la felicidad, una meta más loable que el PBI
NUEVA YORK.- Vivimos en una época de vértigo. A pesar de la riqueza total sin precedente del mundo, existe gran inseguridad, gran malestar y gran insatisfacción. En Estados Unidos, una amplia mayoría cree que el país está "en el camino equivocado". El pesimismo se disparó. Lo mismo es válido en muchos otros lugares.
Llegó la hora de volver a considerar los motivos básicos de felicidad en nuestra vida económica. La búsqueda implacable de un mayor ingreso conduce a una desigualdad y a una ansiedad sin precedente, y no a una mayor felicidad. El progreso económico puede mejorar la calidad de vida, pero sólo si es un objetivo que se persigue junto con otros.
El reino de Bután en el Himalaya viene liderando el camino. Hace 40 años, el joven y flamante cuarto rey de Bután hizo una elección notable: Bután debía perseguir la "felicidad nacional bruta" (FNB) en lugar del PBI. El país ha experimentado una estrategia alternativa para el desarrollo que hace hincapié no sólo en el crecimiento, sino también en la cultura, la salud mental, la compasión y la comunidad.
Decenas de expertos recientemente se reunieron en la capital de Bután, Thimphu, para analizar la experiencia. Fui uno de los anfitriones junto con el primer ministro de Bután, Jigme Thinley. Nos reunimos tras una declaración de la Asamblea General de las Naciones Unidas de julio, que instó a los países a examinar de qué manera las políticas pueden promover la felicidad.
Todos los que nos reunimos en Thimphu coincidimos en la importancia de la felicidad. Analizamos cómo alcanzarla en un mundo con rápida urbanización, medios masivos, capitalismo global y degradación ambiental. He aquí algunas conclusiones. Primero, no deberíamos denigrar el progreso económico. Cuando la gente tiene hambre, carece de las necesidades básicas, como agua potable, atención médica y educación, y no tiene un empleo digno.
Segundo, la búsqueda del PBI sin tener en cuenta otros objetivos tampoco conduce a la felicidad. En Estados Unidos, el PBI aumentó marcadamente en los últimos 40 años; no así la felicidad. La búsqueda del PBI llevó a grandes desigualdades, sumergió a millones de niños en la pobreza y causó degradación ambiental.
Tercero, la felicidad se logra con una estrategia equilibrada frente a la vida. Como individuos, no somos felices si se nos niegan nuestras necesidades elementales, pero tampoco somos felices si la búsqueda de ingresos reemplaza a la familia, los amigos, la comunidad, la compasión y el equilibrio interno. Como sociedad, una cosa es organizar las políticas económicas para que los niveles de vida aumenten, y otra muy distinta es subordinar los valores a la búsqueda de ganancias.
La política en Estados Unidos permitió que las ganancias corporativas dominaran las demás aspiraciones: imparcialidad, justicia, confianza, salud física y mental y sustentabilidad ambiental. Los aportes corporativos a la campaña cada vez socavan más el proceso democrático, con la bendición de la Corte Suprema.
Cuarto, el capitalismo plantea amenazas a la felicidad. Está destruyendo el medio ambiente, mientras que la propaganda de la industria petrolera hace que mucha gente desconozca esta situación. Está debilitando la confianza social y la estabilidad mental, mientras que la prevalencia de la depresión clínica está en aumento. Los medios masivos se han convertido en lugares desde donde transmitir los mensajes corporativos, muchos de ellos en contra de la ciencia, y los norteamericanos padecen adicciones de consumo.
Consideremos de qué manera la industria de la comida rápida usa aceites, grasas, azúcar y otros ingredientes adictivos para crear una dependencia poco saludable de alimentos que contribuyen a la obesidad. Un tercio de los norteamericanos son obesos. El resto del mundo seguirá sus pasos a menos que los países restrinjan las prácticas corporativas peligrosas, entre ellas, la publicidad de alimentos adictivos y poco saludables para los jóvenes. El problema no es sólo la comida. La publicidad masiva contribuye a otras adicciones que implican costos para la salud pública, entre ellas, un tiempo excesivo frente al televisor, apuestas, consumo de drogas, tabaquismo y alcoholismo.
Quinto, debemos identificar factores más allá del PBI que pueden aumentar o reducir el bienestar de la sociedad. La mayoría de los países invierte para medir el PBI, pero gasta poco para identificar causas de la mala salud, la caída de la confianza social y la degradación ambiental. Una vez que entendamos estos factores, podremos actuar.
La búsqueda demencial de ganancias corporativas nos está amenazando a todos. Sin duda, deberíamos respaldar el crecimiento económico y el desarrollo, pero sólo en un contexto más amplio que promueva la sustentabilidad ambiental y los valores de la compasión y la honestidad que se necesitan para generar confianza social. La búsqueda de la felicidad no debería estar confinada al bello reino montañoso de Bután.
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Son los años que el reino asiático de Bután lleva midiendo la felicidad nacional bruta. En este lapso, EE.UU. aumentó mucho su PBI, pero no la satisfacción de sus habitantes
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El autor es profesor de Economía y director del Earth Institute en la Universidad de Columbia