La economía de EE.UU. todavía no despega
Seis años después de la recuperación, la economía estadounidense no sale del bache.
Desde que la recesión terminó en junio de 2009, la expansión no ha podido crecer mucho más que 2%. Cada vez que la economía se acelera, luego se frena. Esto es lo que volvió a suceder en el primer trimestre, cuando se contrajo a un ritmo anualizado de 0,2%, según una revisión de los datos del Departamento de Comercio difundida el miércoles.
Muchos economistas proyectan un repunte, con un crecimiento anualizado de entre 2% y 3% en el segundo trimestre, seguido de una mejora en el segundo semestre. Incluso con esa aceleración, 2015 crecería a un ritmo muy parecido a los tres años previos.
Está por verse si el mejoramiento de los fundamentos económicos —creación constante de empleos, primeros signos de un fuerte crecimiento en los salarios, un mercado de vivienda más saludable— podría posicionar el séptimo año de recuperación en el esperado camino de una aceleración sostenida. Aunque el crecimiento se estancó durante el primer trimestre, "la actividad está burbujeando bajo la superficie", dijo Gregory Daco. El economista de Oxford Economics prevé que una mejora del mercado laboral ayude al consumo y que los problemas producidos por el crecimiento desigual de la economía mundial y el repliegue de la industria de energía de EE.UU. se disipen.
Al igual que muchos economistas, Daco proyecta que el Producto Interno Bruto se expanda 2,3% en 2015, una cifra muy parecida al 2,4% del año pasado, el crecimiento más alto en la presente recuperación. La Reserva Federal proyectó a principios de mes que la economía crecería entre 1,8% y 2% este año.
Ellyn Davidson, socia gerente de Brogan & Partners, una empresa de publicidad de Birmingham, Michigan, dijo que sus clientes trabajan con presupuestos de marketing ajustados, pero sienten menos presión que a principios de la recuperación. "No los presionan tanto para satisfacer expectativas inmediatas", manifestó. "Pueden pensar más a largo plazo sobre lo que estimulará el crecimiento de sus negocios".
La Fed evalúa si la economía está cobrando suficiente fuerza en estos meses para decidir si eleva o no las tasas de interés a corto plazo, que actualmente se ubican en cerca de cero. Un crecimiento más dinámico del empleo podría apoyar la idea de aumentar las tasas en septiembre, pero la inflación sigue siendo débil y el crecimiento global ha sido disparejo.
Los economistas dicen que un mayor crecimiento debe ir de la mano de un alza del gasto del consumidor. El consumo representa más de dos tercios de la economía estadounidense.
El gasto del consumidor creció a una tasa de 2,1% en el primer trimestre, una revisión al alza frente a lo que se había previsto un mes atrás. Otros datos mostraron que el gasto en las tiendas repuntó durante el segundo trimestre, una señal de que los estadounidenses podrían estar gastando parte de lo que se han ahorrado con la gasolina más barata.
En Schaeffer’s Corner Market, una tienda de alimentos de Ruffs Dale, Pensilvania, las ventas cayeron bruscamente durante el crudo invierno, en los tres primeros meses del año, pero se han reanimado con el cambio de estación. El aumento de una clientela de trabajadores de la construcción, instaladores de cable y otros contratistas está impulsando las ventas de pizzas para llevar, alas de pollo y sándwiches, dijo la dueña del local, Kristen Ranker.
"El negocio se ha recuperado desde que empezó la primavera", indicó. "Un montón de gente que estaba esforzándose por conseguir un empleo [finalmente] está trabajando de nuevo". No obstante, las últimas cifras del PIB revelaron varias áreas de preocupación. La inversión empresarial —gastos en construcción, en maquinaria y en investigación y desarrollo— descendió 2% el trimestre pasado, su peor desempeño desde 2009.
La desaceleración del sector energético también está afectando la producción. "La historia más amplia del primer trimestre siguen siendo los severos efectos de la caída de la extracción de petróleo y gas… que no alcanzaron a ser compensadas por los ahorros generados por el abaratamiento del combustible", dijo Ted Wieseman, economista de Morgan Stanley.
—Kate Davidson contribuyó a este artículo.
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