La dolarización no sacó a Ecuador de la crisis
El sistema acumula serios problemas
El régimen monetario dolarizado de la República de Ecuador, establecido en 2000, entró en su tercer año con serios problemas y perspectivas más grises que claras.
El dólar es -como corresponde a la economía norteamericana- la moneda o divisa internacional más importante y de mayor valor en la economía globalizada. Por lo mismo, el régimen monetario dolarizado de Ecuador es severo en exigir disciplinas y apropiadas políticas públicas y empresariales.
Sin embargo, las decisiones y el manejo de las políticas económicas más trascendentes para la dolarización lucen superficiales e inconsistentes. Más allá de una ligera y pasajera preocupación, no se ha tomado mayor lección del fracaso de la convertibilidad argentina. En una actitud más inmadura que seria frente al resto del mundo, autoridades gubernamentales, editorialistas de la plutocracia y políticos pretenciosos se han dedicado a brindarle consejos a la Argentina, a identificar a la ligera las causas de su crisis y a calificar las decisiones que está asumiendo.
El Estado ecuatoriano y la plutocracia, saturados de autocomplacencia, por un lado, y los partidos políticos y precandidatos presidenciales, entusiasmados en emprender la campaña presidencial que se viene, por otro, no ven las señales amarillas, naranjas y rojas que está emitiendo la dolarización.
El régimen está expuesto a grandes riesgos que ya se advierten y que socavan sus bases. Y son los siguientes:
- La debilidad e inestabilidad de la reserva monetaria internacional de libre disponibilidad.
- El aumento de las importaciones, las dificultades de las exportaciones y el saldo comercial en rojo.
- El déficit de la balanza de pagos.
- Las complicaciones de las variaciones de los precios al consumidor, con inflación y al productor o mayoristas, que tienen deflación.
- El financiamiento del déficit del presupuesto con mayor endeudamiento.
- La masa circulante de dólares y la cantidad voluminosa y descontrolada de bonos emitidos por diferentes entidades públicas y privadas. Tanto entre los dólares como entre esos papeles existe una cantidad desconocida de falsificaciones.
- La problemática compleja de la tasa de interés, del crédito y del ahorro y la debilidad de la banca y demás instituciones financieras privadas.
El funcionamiento del Banco Central y de la masa de fondos que moviliza, presta, administra, fuera de las emisiones de dólares metálicos, que ha iniciado recientemente, agregando otra señal de alerta.
- El aumento de la deuda externa privada y pública y el incremento de los atrasos en esta última.
- Las exigencias imperativas del FMI y las posibilidades limitadas de que el actual gobierno pueda llegar a un nuevo acuerdo que aporte créditos frescos a partir del presente mes, al mismo tiempo que la abstención de los demás organismos financieros internacionales de aportar nuevos recursos.
- El vigor y la amplitud que han venido ganando la economía delictiva y el lavado de capitales.
El gobierno trabaja con poca información, incompleta y escasamente confiable y consistente, y además no tiene equipo que la procese y que le proporcione análisis y sugerencias. Menos datos y conclusiones poseen las cámaras empresariales.
No hay ni imaginación ni interés de enfrentar y negociar seriamente con el FMI, convocando el respaldo de potencias que es dable que apoyen a Ecuador. Cuando esa ayuda se sabe buscar, siempre se la encuentra.
En vez de procurar la eficacia en las relaciones financieras y comerciales externas se ha visto la disposición oficial de enfrentar con rigor inusitado y hasta con signos represivos a los movimientos reivindicativos, que con desesperación surgen por todos lados.
La otra actitud observada es la de acumularle déficit y problemas al gobierno que se iniciará en 2003. Lo señalado es obvio en lo relativo al presupuesto y al endeudamiento externo.
El gasto presupuestario se está desarticulando, en un juego de demora de pagos necesarios, en tanto que, desde 2001, se entró en un reparto de fondos públicos para congraciarse con municipios, cantones y parroquias y con grupos populares específicos, y otros del poder fáctico de empresarios y ricos.
La falta de conciencia de los riesgos latentes de la dolarización por parte de las autoridades políticas y empresariales y fácticos no les deja advertir que en los tiempos que corren -de la globalización y la volatilidad- las grietas que sufren los regímenes monetarios dan lugar a veloces y masivas salidas de divisas que constituyen verdaderas estampidas.
El gobierno, por su estilo, no ha sido capaz de llevar adelante verdaderas políticas nacionales de bien público. Las que ha pretendido realizar -modernización, descentralización y privatizaciones, por ejemplo-, de hecho, están fracasadas.
El próximo gobierno heredará, además, una verdadera anarquía monetaria y la dura problemática de la dolarización, fuera del desorden presupuestario.
El autor es economista, reside en Ecuador y es autor de numerosos libros internacionales sobre economía.