La doble Nelson
Será muy difícil que en los casi veinte meses de transición que le quedan a la actual administración el nivel de actividad crezca y la tasa de inflación no crezca.
Por un lado, resulta inviable que la actividad crezca con tan pocos dólares en la economía. Es que para que el mercado cambiario no se recaliente, el Banco Central no tenga que vender muchos dólares, las reservas no caigan y el tipo de cambio no suba todo el tiempo, las importaciones tienen que contraerse. A este programa no le queda otra. Esto es así aun con los dólares de la soja y el control de cambios. Sin salto exportador a la vista y con el Gobierno "tirando con perdigones" a ver si consigue algún financiamiento EXTERNO para no pagar el 100% de la deuda pública con reservas, la única manera de manejar la escasez de dólares es con recesión y retracción de las importaciones (y el turismo). Es el instrumento que le queda al programa para "juntar dólares".
El blanqueamiento de la menor suba del PBI 2013 es la vía miope y cortoplacista que eligió el Gobierno para "conseguir" US$ 3000 millones y eludir la tensión cambiaria que iba a generar el pago del cupón PBI. El blanqueo del PBI (y la inflación) es positivo. La forma de cuidar las reservas "manejando el número del crecimiento" no: puede ser pan para hoy y hambre para mañana. Temeroso y estresado por la ruta YPF-blanqueo de la inflación-Club de París-holdouts-FMI-etc, para conseguir plata, el Gobierno prefirió más pájaro en mano que cien volando y le imprimió una mancha más al tigre dejando de pagar el cupón PBI. Con el no pago del cupón y endeudando a YPF "a la Martínez de Hoz" se intenta sobrellevar la caída de las reservas. Queda por ver si ahorrar US$ 3000 millones puede dejar más margen para liberar importaciones y así moderar la recesión.
Este año hay que trabajar con un escenario de caída del nivel de actividad. Será más notoria que el estancamiento de 2012, aunque igual de larga. Las cosechas suavizarán el mal momento de la actividad, siempre y cuando el clima acompañe. Lo hizo en 2013. Por lo tanto, la causa principal de la caída será la disminución del salario real. En suma, se viene una transición muy flojita en actividad, no un derrumbe macro, pero sí un bache evidente y prolongado.
Por otra parte, el Gobierno no bajará la tasa de inflación porque la está usando como impuesto para financiar al Tesoro. Con la presión tributaria en nivel récord y poca propensión a moderar la suba del gasto público, es poco el margen para reemplazar al impuesto inflacionario, que sumó $ 100.000 millones en 2013. Bajar los subsidios es el camino lógico, pero los reajustes anunciados en gas y agua hasta ahora se sentirán mucho más en el bolsillo de la gente que en los números macro-fiscales. A lo sumo, este año los subsidios subirán menos, pero no se reducirán porque la suba de los costos por la inflación le ganará al reajuste tarifario. Y habrá que ver que no termine siendo una forma de financiar subas de otros gastos. Que el Tesoro ahora coloque deuda en pesos es una manera un tanto más prolija de financiarse que con la "maquinita". Es lo que hacen los gobiernos en el mundo. De todas formas, colocar $ 10.000 millones en cuotas es una mínima partecita del agujero a financiar este año que puede ser de $ 150.000 millones.
Por lo tanto, para ir tirando y llegar al final del mandato, el programa "necesita" recesión con inflación. Son dos eventos con alto costo político, pero la degeneración del modelo oficial condujo a esta doble Nelson. Cuando el Gobierno palpe la recesión, intentará sortearla con expansionismo fiscal, monetario (bajando la tasa de interés) y/o salarial ("dejando correr" subas de ingresos). Pero chocará con la escasez de dólares y volverá a foja cero. El programa sólo "cierra" con un monto de importaciones para una economía recesiva. Al mismo tiempo, si el Gobierno intenta moderar la inflación con los Precios Cuidados, el control de los costos y la esterilización de pesos del BCRA chocará contra las necesidades fiscales de emitir moneda y el alto costo político y social que significaría aminorar en serio la expansión del gasto público. El programa "cierra" con una tasa de inflación de dos dígitos altos, creciente si el agujero fiscal crece. Este año, la suba interanual de los precios rondará el 30% largo, con posibilidad de llegar al 40%. Habrá que ver si se "estabiliza" ahí.
En el camino hacia el cambio de administración en 2016, está descartado que las reservas progresen. La aspiración es que se mantengan o caigan a un ritmo soportable. También está descartado que la inflación baje. En este caso, la aspiración es que la suba de precios no tenga una aceleración riesgosa. Lo tercero descartado es que la actividad suba y se sostenga. El mejor escenario es un bache no pronunciado en la medida que el agro ayude.
Se alternarán períodos de "calma" con otros de "temblores". El "programa económico" de enero (devaluación con apretón monetario) no será el último. Se sucederán miniprogramitas iterativos y acomodaticios detrás de cada temblor, en un contexto de nominalización ascendente de las variables (precios, tipo de cambio, salarios, y tarifas).
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