La discreta rebelión de los consumidores chinos
Cansados de los controles del gobierno, exploran alternativas
BEIJING—Una helada noche de invierno, Philip Chow se saltó una larga fila de gente que esperaba un taxi en el aeropuerto de Beijing al utilizar una aplicación en su teléfono inteligente que alertó a los conductores de que estaba dispuesto a dar una propina si lo pasaban a recoger rápidamente.
La aplicación, llamada Didi Dache, es un ejemplo de la nueva fuerza que arrasa en China: el poder de los consumidores.
Los hogares chinos están perdiendo la paciencia con los controles gubernamentales que interfieren con sus intereses. Pero han empezado a cosechar importantes victorias, no solo encontrando maneras para sortear las artificialmente bajas tarifas que reducen el número de taxis disponibles, sino también creando alternativas a los altos costos de servicio celular que cobran las firmas estatales de telecomunicaciones y a los bajos intereses sobre sus ahorros que ofrecen los bancos estatales.
La tendencia, a menudo con la ayuda de la tecnología, se está abriendo camino en una cruzada en la que los líderes chinos han fracasado: la redistribución de la riqueza y una mayor repartición de los beneficios del desarrollo del país entre los consumidores, una meta crucial para hacer que el crecimiento sea más sostenible.
Didi Dache es una pequeña pero importante ilustración de esta tendencia. Las tarifas fijadas por el gobierno para los taxis no se han ajustado al ritmo de la inflación, reduciendo los incentivos para que los taxistas salgan a trabajar. Eso deja a Beijing, al igual que otras grandes ciudades, con insuficientes taxis (apenas 66.000) para satisfacer la demanda en una capital de 20 millones de habitantes.
"Si es hora pico, olvídese de encontrar un taxi", señala Chow, un consultor de filantropía que vive en Beijing. La nueva aplicación abre la puerta a la intervención de las fuerzas del mercado al permitir que los consumidores paguen extra por un servicio rápido.
En los últimos 10 años, una combinación de salarios bajos, intereses bancarios mínimos sobre los depósitos y limitadas oportunidades para los emprendedores ha hecho que los hogares chinos no reciban su tajada de la prosperidad del país.
La prioridad de la nueva generación de líderes chinos es conseguir que los fondos vuelvan a fluir hacia las billeteras de los chinos. Según los economistas, eso requerirá amplias reformas, desde el control gubernamental sobre la economía hasta un sistema financiero más basado en el mercado. El gobierno ha conseguido progresar un poco, mediante un alza del salario mínimo.
Pero uno de los grandes obstáculos para hacer más en China son las empresas estatales, que se benefician de los arreglos existentes, que se traducen en más de US$230.000 millones en ganancias al año. "Las estatales disponen de muchas maneras para bloquear las reformas", señaló Minxin Pei, un experto en política china de Claremont McKenna College.
En el sector de las telecomunicaciones, los consumidores siempre han sido rehenes de los altos costos de enviar mensajes de texto de las tres firmas estatales que dominan el mercado. Ahora, WeChat, una aplicación de mensajería gratuita, ofrece una alternativa, permitiendo que los usuarios intercambien mensajes de texto y de voz gratis vía Internet. WeChat ya cuenta con 300 millones de usuarios desde que fue lanzada hace dos años y medio por el gigante de Internet Tencent Holdings Ltd., una de las compañías privadas más grandes de China.
En la banca, los hogares chinos sufren bajos retornos sobre sus depósitos. En la última década, con las tasas de interés generalmente por debajo del nivel de inflación, los chinos estaban generando jugosas ganancias para los bancos y proporcionando tasas de crédito baratas a las empresas estatales.
Los productos de gestión de patrimonio e inversiones a corto plazo que ofrecen parte de la seguridad de un depósito pero retornos más altos, empiezan a cambiar el panorama.
Hace tres años, Stella Kuai, gerente en una firma de servicios financieros en Beijing, tenía todos sus ahorros en depósitos bancarios. Ahora, tiene miles de yuanes en productos de gestión de patrimonio. "Normalmente compro los productos que ofrecen los retornos más altos", aseguró.
Los activos en este tipo de productos han crecido de casi cero hace unos años a alrededor de US$1.200 millones a fines de 2012, según datos oficiales.
Aun así, el imperio estatal de China aún puede contraatacar y hay que considerar que los chinos están empezando desde una base muy baja. El consumo privado representó solo 35,7% del Producto Interno Bruto de 2012, en comparación con 70% en Estados Unidos.
—Kersten Zhang y Olivia Geng contribuyeron a este artículo.