La devaluación ya se produjo
Es raro que se discuta si se va a devaluar, porque la devaluación ya se produjo. Devaluar quiere decir perder valor y el peso argentino, que es lo que perdería valor frente a otras monedas como el dólar si se devaluara, ya perdió y sigue perdiendo valor cada día. Así que en realidad lo que se está discutiendo es si vamos a reconocer la devaluación que ya sucedió o si nos vamos a hacer los distraídos un rato más. Cuando vaya un solo señor a comprar un dólar al Banco Central a cien pesos y el banco le diga “no tengo más”, se acabaron la discusión y el rato de distracción.
Otra manera de ver lo que de verdad se discute en estos días es si se va a seguir penalizando a los argentinos que venden cosas o servicios a algún extranjero y si vamos a seguir subsidiando a los argentinos que compran cosas que producen extranjeros, a costa de los más pobres de la Argentina. Eso es lo que se hace cuando el comercio exterior se opera a 100 pesos por dólar, mientras la gente común paga 200 pesos por dólar (la famosa brecha entre uno y otro valor es del 100%). Los argentinos que producen y venden el producto del trabajo argentino son obligados a recibir 100 pesos por sus dólares, y si con esa plata quieren comprar dólares, reciben la mitad de los dólares que cobraron. Al mismo tiempo, los argentinos que compran trabajo extranjero, venden en el mercado paralelo 50 dólares, le pagan con esos pesos su compra al Central y este organismo del Estado les da 100 dólares.
¿Por qué suceden estas cosas extraordinarias, propias de Aladino? Precisamente porque el Gobierno quiere gastar más pesos de los que tiene y entonces les quita un poco de valor a los pesos que poseen todos los argentinos y se gasta esa diferencia. ¿Cómo lo logra? Porque tiene al Banco Central, que maneja simultáneamente una moneda de verdad (los dólares) y otra de mentirita (los pesos), y logra quitarles valor a los pesos por el sencillo mecanismo de imprimir millones de nuevos billetes.
Al imprimir millones de nuevos pesos (del mismo modo en que lo haría un falsificador de billetes), los pesos de los pobres argentinos que cobraron sus salarios o jubilaciones valen menos, es decir, compran menos cosas. Si quieren comprar carne, compran menos kilos, y si quieren comprar dólares, compran menos dólares.
Lo extraordinario es que el Gobierno consigue que la noticia sea “subió el valor del dólar” (o de la carne), en lugar de que se delate su truco: el Gobierno bajó el valor del peso. La diferencia es políticamente importante, porque cuando suben todos los alimentos el Gobierno logra que la gente odie al chino del súper, que para el Gobierno es mejor que que lo odien a él por depreciar o devaluar el peso.
La única manera de parar esta máquina infernal que hace a los argentinos cada vez más pobres y a algunos (los que compran del exterior) cada vez más ricos, hasta que se acaben los dólares, es con medidas de gobierno que estabilicen los precios (dejen de quitarles poder de compra a los salarios) y aumenten la producción, el trabajo y los servicios.
Para lograr lo primero, hay que pagar los salarios y las jubilaciones en una moneda que no pierda su valor en el tiempo, y para lograr lo segundo hay que bajar impuestos a la producción, al trabajo y a las exportaciones. Por supuesto que con esas medidas el Gobierno deberá gastar sólo los recursos que le ingresan y no tendrá más que esos, además de lograr que el aumento de la luz y el transporte se compense con las bajas de impuestos a los más pobres.
Algunos dirán que eso sería un horrible ajuste. Se equivocan. El horrible ajuste es el que ya hicieron los argentinos y el que seguirán haciendo por un tiempo si nada cambia, mientras que la estabilización de los precios con una moneda de verdad, lo que logrará es generar previsibilidad y confianza en el futuro, lo que permitirá que haya muchas nuevas inversiones, mucha nueva generación de empleo y mucho mayor crecimiento y desarrollo social, con bastante rapidez.
Con la baja y la simplificación de impuestos muchos pasarán de la actividad negra a la blanca, se recaudarán más impuestos y las cosas se habrán equilibrado. El problema no es el Fondo Monetario; el problema es la devaluación del peso, que ya sucedió.
Presidente provisional del Senado de la Nación (2015-2019)
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