La deuda empresarial es el flanco débil de los mercados emergentes ante el ‘brexit’
Los efectos del referendo se transmiten a las economías principalmente a través de la volatilidad cambiaria
Los mercados emergentes ya luchaban para eludir los efectos de una economía global estancada. Sin embargo, el voto del Reino Unido a favor de la salida de la Unión Europea está provocando una nueva agitación en esas economías. Una parte del problema es la preocupación de los inversionistas de que el crecimiento en el mundo en desarrollo resulte castigado por la incertidumbre que predomina en Europa.
La amenaza clave del brexit se canaliza a través del tipo de cambio. A la par del resultado del referendo, los inversionistas retiraron su dinero de la libra esterlina, el euro y una serie de mercados emergentes, para volcarlo a monedas de refugio, principalmente el dólar.
El esloti polaco, el florín húngaro y el rand sudafricano registraron algunos de los mayores movimientos. A medida que la fecha del referendo se acercaba y los mercados empezaban a ver que la probabilidad del brexit era mayor de lo que originalmente pensaban, el dólar se disparó. Si suma el aumento registrado en el último año, la divisa estadounidense se ha apreciado 9,4% respecto de una canasta de monedas de mercados emergentes.
El Fondo Monetario Internacional señala que el valor del dólar está ya entre 10% y 20% por encima de lo que las condiciones económicas justifican, y es probable que un prolongado período de incertidumbre ligado al brexit haga que suba más. Es también probable que la volatilidad de las monedas de países emergentes no desaparezca en el corto plazo.
En las últimas semanas, a medida que se acercaba la fecha del referendo del Reino Unido y su salida de la UE se convirtió en una fría y dura realidad, el yuan cayó casi 3% frente al dólar. En combinación con la depreciación que sufrió desde junio del año pasado, la divisa china muestra hoy una depreciación nominal de 6%.
Debido a que abarata el precio de los productos en el exterior e impulsa las exportaciones, la depreciación de una moneda puede ayudar a la economía de un país. Esta teoría funciona mejor en la práctica cuando hay una demanda mundial de bienes, pero en los últimos años el crecimiento se ha desacelerado, arrastrando consigo al comercio internacional. Una depreciación también estimula la inflación, que puede ser un gran dolor de cabeza en momentos en que los bancos centrales quieren recortar las tasas para acicatear el crecimiento pero sienten la presión para elevarlas para evitar alzas de precios rampantes.
El mayor riesgo, sin embargo es la exposición a la deuda. A medida que las monedas de los países emergentes caen y el dólar sube, su carga efectiva de deuda crece y el pago de los intereses se hace mucho más oneroso. En la última década, la deuda en dólares de los países emergentes se ha triplicado. El aumento fue impulsado por una era sin precedentes de tasas de interés ultrabajas y la compra de bonos por la Reserva Federal.
China es el país más endeudado, de lejos, pero otras economías también han acumulado deudas considerables.
El sector empresarial en los mercados emergentes es el más expuesto, aunque los bonos soberanos también podrían caer bajo la misma presión, sobre todo teniendo en cuenta que la deuda corporativa podría terminar en los balances estatales dado el gran número de empresas de propiedad gubernamental, el uso intensivo de deuda garantizada por el Estado y la posibilidad de que los gobiernos deban rescatar a los sectores financieros en dificultades.
Desde principios de 2010 hasta septiembre de 2015, según el Instituto de Finanzas Internacionales, los inversionistas volcaron más de US$1 billón en bonos de mercados emergentes. Diez por ciento de esa suma fue a Brasil.
Desde empresas azucareras brasileñas hasta fabricantes de tubos en Rusia, las firmas de los países en desarrollo se endeuda-ron a tasas bajas gracias al dinero barato con el que los bancos centrales intentaron reanimar las economías tras la crisis fi-nanciera de 2008.
Gracias a ese crédito, los mercados emergentes se convirtieron en los motores del crecimiento mundial. Entre 2004 y 2014, las empresas de los países en desarrollo más que cuadruplicaron su endeudamiento, de alrededor de US$4 billones a más de US$18 billones.
Después de la lenta recuperación tras la avalancha de rebajas de calificación de deuda soberana posterior a la crisis, la calidad del crédito de esos países está volviendo a deteriorarse rápidamente.
De todos modos, la turbulencia en las economías en desarrollo no es tan mala como podría ser, dicen muchos economistas. En comparación con episodios anteriores, las fugas de capital han sido hasta ahora moderadas.
Robert Kahn, investigador principal de economía internacional en el centro de estudios Council on Foreign Relations, dice que "siempre y cuando la economía de China siga en marcha, los precios de las materias primas se mantengan y la Fed no suba las tasas, los mercados emergentes deberían resistir el shock del brexit".
Sin embargo, advierte que son más probables períodos de intensa volatilidad. "Debemos ver el repunte (del lunes) como una calma temporal, no el final de la tormenta".
Julie Wernau contribuyó a este artículo
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