La deuda del BCRA no deja de batir récords y tendrá su principal motor en el abultado pago de intereses
Los pasivos remunerados del Banco Central ya superaron los $6 billones y se multiplicaron por 5,5 veces desde que gobierna Alberto Fernández
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La deuda remunerada del Banco Central (BCRA), compuesta por las Letras de Liquidez (Leliq) que vende a los bancos y los préstamos que les toma como pases pasivos para sacar de circulación parte de los pesos que emitió, marcó el pasado miércoles un nuevo récord al superar los 6 billones de pesos.
Esto quiere decir que se multiplicó por 5,5 veces durante la administración del presidente Alberto Fernández, quien había hecho campaña diciendo que volcaría a aumentar al menos “un 20% las jubilaciones” los $52.130 millones pagados entonces en intereses para mantenerla al día (cuanto totalizaba $1,09 billones en diciembre de 2019).
Hoy el costo de mantenimiento de esa pesada deuda ya se encareció 3,25 veces: escaló a $168.630 millones en mayo, cifra equivalente al 84% de los $200.000 millones en que estimó el Gobierno el último paquete de refuerzo a planes sociales, jubilaciones y trabajadores informales, dado que el esfuerzo esterilizador del BCRA (retiró de circulación $1,3 billones en lo que va del año) no sirvió para aplacar la inflación.
Se trata de un gasto que seguirá en aumento, dado que tras la última y particular suba de tasas dispuesta por el BCRA, con sólo mantenerse estable este pasivo y esa tasa generará la obligación de pagar $3,9 billones en intereses, cifra equivalente a la actual Base Monetaria (BM).
Lo de particular es porque al disponer el incremento que rige desde el martes por primera vez colocó la tasa mínima obligatoria que los bancos deben pagar a los ahorristas por encima de la tasa que mantiene definida como de “referencia”, es decir, aquella que les abona a los bancos por las Letras de Liquidez (Leliq) que les vende para sacar pesos de circulación, en un intento por asegurar que se animen a financiar más al Tesoro nacional (ver aparte).
El nuevo monto récord llega como consecuencia de la sostenida monetización del déficit que lleva adelante el Gobierno, pese a su doloroso impacto inflacionario, y la caída sostenida en la demanda de pesos.
“El gasto primario lleva siete meses aumentando a un ritmo muy superior a la inflación y se combina con un crecimiento económico que ya muestra claras señales de desaceleración en el mejor de los casos”, recuerda en un informe la consultora Invecq.
En el primer caso, hay que tener en cuenta que “la ‘maquinita’ ya emitió $612.500 millones en lo que va del año, sin contabilizar el nuevo doble cómputo que hizo de los DEG del FMI”, explica el economista Amílcar Collante (Cesur), quien advierte que ahora el BCRA ya no sólo imprime dinero para “tapar el agujero fiscal y pagar los intereses de su deuda sino también para comprar bonos CER y tratar de sostener sus precios en el mercado”.
En el segundo, la demanda de circulante no dejó de caer, por lo que el ratio de monetización Base Monetaria/PBI se sigue contrayendo (cayó del 6,6% al 6,5% de abril a mayo, alcanzando su menor nivel en 19 años. “El excedente de liquidez sigue haciendo crecer los pasivos remunerados, que, a pesar de la aceleración de la tasa de inflación, provoca que el ratio de pasivos remunerados sobre PBI continúe creciendo y ahora vuelva a trepar a casi 10 puntos”, observan en la consultora LCG.
“Con la suba de tasas que entra en vigencia y la coloca en el 66,3% efectiva (la mejor manera de medirla, ya que es deuda que en su mayoría se renueva constantemente), la emisión endógena ya es equivalente a una BM al año. Esa montaña de pesos implica una posibilidad cierta de emisión futura de otra base monetaria en un año, ya que el pago de intereses demandaría imprimir $3,9 billones (cifra equivalente a la BM actual) y es una inyección pendiente que llegaría cuando la deuda remunerada del BCRA ya representa 1,55 de la Base”, alerta el economista Eduardo Ganapolsky (Proficio).
“Desde ya que entramos en una dinámica muy riesgosa, lo que impacta en las expectativas inflacionarias y complejiza cualquier posibilidad de reducirla”, concluye al advertir. como otros analistas, que a la economía no le es gratis convivir con la amenaza de una “bola de nieve” que aumenta sostenidamente de tamaño y costo.
En el BCRA recuerdan que la deuda remunerada que asumió la entidad es “contraparte del ahorro de las familias y las empresas argentinas”, y sostienen que evaluar ese pasivo en términos nominales es “tendencioso”, ya que creció por debajo de una inflación que se mantuvo alta en todos estos años.
“De hecho, en términos del PBI si bien es una deuda que creció aún sigue debajo de los máximos que alcanzó en la gestión anterior [NdR: llegó al 11% del PBI] y es mucho menos riesgosa que en aquel entonces, ya que tiene como contrapartida a los bancos y no a individuos, por lo que no puede ejercer presión sobre el mercado cambiario, ya que la entidades tienen regulada su posición en moneda extranjera”, insisten.
Por estas razones aseguran que la “bola de Leliq” no es peligrosa, en especial porque confían en que su stock en términos del PBI “vaya cayendo ya desde este año, incluso siendo más activos con las tasas de interés porque las necesidades de financiamiento del Tesoro por parte del BCRA van a ser menores”.
Pero los analistas coinciden en que no hay que desdeñar el peligro que representa esta emisión “latente”.
El economista Santiago Manoukian, de Ecolatina, destaca al respecto que por cada punto que el BCRA aumenta la tasa de sus pasivos remunerados “debe afrontar intereses anuales en torno a 0,1% del PBI”. “El pago de intereses será la principal fuente de expansión monetaria este año -avisa-, en un contexto en que la política fiscal viene mostrando un claro sesgo expansivo por las dificultades que enfrenta el Gobierno para refinanciar su deuda y cumplir con su programa financiero. Son complicaciones que llegan luego de la abultada expansión monetaria del bienio 2020/1 y que harán posar la atención sobre el crecimiento del déficit cuasifiscal [el del BCRA], además de complejizar cualquier plan antiinflacionario”, dice.
“La solución estructural a este dilema requiere acotar la asistencia del BCRA al Tesoro (aliviando el “doble rol” que tiene actualmente, para enfocarse mayormente en la estabilidad monetaria y financiera) y generar las condiciones para que se incremente la demanda de moneda local, reduciendo consistentemente las expectativas de devaluación e inflación. Pero es una salida que no se logra de la noche a la mañana”, advierte el experto.
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