La deuda con importadores registró en noviembre la primera baja del año
El stock de pagos con reservas comprometido por estas compras cayó a US$ 7300 millones, según cifras oficiales
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El esquema de diferimiento en el pago de importaciones generado con los últimos rediseños realizados al cepo cambiario ante la escasez de reservas, aquel que obligó a muchas empresas a financiar esas compras por 180 días tomando deuda comercial, acumuló compromisos de acceso al mercado de cambios por US$7300 millones al cierre de noviembre.
Se trata de una cifra importante, que incluso supera en un 30% la tenencia de reservas netas o propias con que se calcula el Banco Central (BCRA) cerrará el año pero -a la vez- algo menor que la estimada en el mercado, según logró establecer LA NACION de una serie de contactos con fuentes oficiales.
Es un stock que incluso, retrocedió en casi US$300 millones durante el último mes, dado que venía de marcar un “pico” cercano a los US$7600 millones en octubre. Ese movimiento, explican, estuvo relacionado con la normalización progresiva del pago de las órdenes que en su momento habían sido validadas por Sistema Integral de Monitoreo de Importaciones (SIMI) pero que no se ejecutaron en “tiempo y forma” por la falta de reservas.
De hecho, en los meses anteriores ese pasivo había llegado a crecer a un ritmo de US$800 millones o hasta de US$1100 millones por mes, entre septiembre y octubre, cuando las SIMI fueron reemplazadas por las SIRA (Sistema de Importaciones de la República Argentina).
Dicha normalización registrada durante noviembre deriva del recupero que tuvo durante septiembre esa tenencia del BCRA, al fomentar la primera versión del dólar soja la liquidación de granos que estaban mayormente acopiados por US$8120 millones (+140% que en agosto pasado y +198% respecto a septiembre del 2021). Eso le permitió a la entidad adquirir un total de US$5014 millones (61,75% de lo aportado por esas ventas realizadas a $200).
Pero también del acomodamiento que ciertas importaciones parecen mostrar a un menor nivel de actividad y la caída que registraron en el último mes (0,3%), al quedar cada vez menos rubros beneficiados con las licencias automáticas.
El economista jefe de Ecolatina, Santiago Manoukian, explica que el cepo aplicado en el año a los exportadores se deja ver en el despegue de la deuda externa privada comercial y en el de los pasivos de empresas emparentadas, que no son otros que los préstamos o el financiamiento que algunas filiales locales de compañías globales reciben de su casa matriz. “Si tomás el Balance de Pagos del Indec, con frecuencia trimestral, la deuda comercial de las empresas creció en casi US$6000 millones en el año y la ‘otra’, que puede haber sido usada para hacer pagos de importaciones o tener otro destino, en unos US$7500 millones”, explica.
Desde lo macro este analista sostiene que esta exigencia planteada a las empresas de obtener financiamiento para concretar compras al exterior “le genera un financiamiento por vía externa al Gobierno que sirvió, además, para mantener algún nivel de actividad”.
“De lo contrario el freno en la actividad hubiera sido mayor al que estamos viendo en este proceso que busca de alguna manera administrarlo”, sostiene.
Aún así, no deja de reconocer los problemas que el corte a las SIMI y el posterior tránsito a las SIRA generó en muchos rubros de la economía ni la incidencia que tuvo -como un factor más- en el impulso a la inflación.
Ambos impactos se dejan ver en los retrocesos que marcó en los últimos tres meses el índice de producción industrial que elabora el Indec (cayó de 135,4 a 133,6 de julio a octubre -último dato-) o el salto del 8,2% registrado por los productos importados en noviembre, que se ubicó 1,6 puntos por encima de la suba que tuvo en el mes el dólar oficial. Esto indicaría que algunos de esos pagos se debieron realizar por vía de los denominados dólares financieros.
La deuda que el BCRA acumula al respecto es uno de los indicadores que siguen los analistas para tratar de determinar el impacto que una tenencia insuficiente de reservas puede tener en la tasa de actividad. El leve repliegue que ese stock tuvo en noviembre es una señal positiva al dejar en pausa la sensación de posibles trabas para importación cada vez más estresante.
Sin embargo, no alcanza para despejar el panorama al respecto, dados los desafiantes meses que se le vienen encima al BCRA, con una oferta de divisas que se volverá a replegar las la caducidad del la versión vigente del dólar soja (como ya sucediera en octubre y noviembre).
Desde la Unión Industrial Argentina (UIA) reconocen que “se está pagando lo que calza con las fechas ya dadas, que son las viejas SIMI”, pero advierten a la vez que “se mantiene algo complicado el tema con las nuevas SIRA, en especial para algunos sectores que no pueden alargar tanto el pago de sus importaciones”.
En la cámara albergan alguna expectativa de que el combo virtuoso generado por “las compras de dólares que hizo este mes el BCRA, dado el rebalanceo en la demanda que generado por las SIRA y la menor actividad, permita dar certeza de pago en adelante”
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