La desigualdad definirá la próxima década
La globalización ha hecho del mundo un lugar más igualitario, elevando las fortunas económicas de miles de millones de personas de escasos recursos en los últimos 25 años. Pero, al mismo tiempo, ha hecho que los países ricos sean más desiguales, reduciendo los ingresos de la clase media y baja.
Durante un tiempo, la crisis financiera parecía haber revertido la tendencia hacia una mayor desigualdad en los países industrializados. Pero los datos más recientes sugieren que fue sólo una breve interrupción.
En torno a 2010, las tendencias previas a la crisis se restablecieron, a medida que el estímulo del gobierno dio paso a la austeridad, las prestaciones por desempleo se agotaron y las medidas de los banqueros centrales impulsaron los retornos sobre los activos financieros, ayudando más que nada a los acaudalados.
Las cifras compiladas por Emmanuel Saez, de la Universidad de California en Berkeley, y Thomas Piketty, de la Escuela de Economía de París, mostraron que en 2012 el 10% con mayores recursos se quedó con la mitad de todos los ingresos generados en EE.UU. Esa cifra es la más alta desde 1917, el primer año del que se dispone información.
"Creo que tenemos un problema político. En algún momento, las clases medias en países ricos podrían oponerse a la globalización", apunta Piketty. Un orden mundial en el que una mayoría se beneficia —pero una minoría influyente, no— podría no ser sostenible por mucho tiempo.
Algunos expertos prevén que estas disparidades se arraiguen más en las economías más pudientes y que las divisiones entre los muy ricos y el resto dependerán de si tienen acceso a capital. De tener razón, las sociedades desarrolladas regresarían de alguna manera al mundo de los siglos XVIII y XIX. En ese mundo, la verdadera riqueza vendría de encontrar a un cónyuge rico o heredar propiedad. La idea del siglo XX de que la riqueza en gran parte depende de una carrera de trabajo duro bien remunerada se desvanecerá.
El Informe de Riesgos Globales del Foro Económico Mundial, publicado en anticipación a la reunión anual de esta semana en Davos, Suiza, y basado sobre una encuesta entre expertos de todo el mundo, identifica la severa disparidad en los ingresos como el riesgo mundial más propenso a manifestarse en la próxima década.
Los miembros de la "exprimida" clase media en los países desarrollados ya están alzando sus voces, y algunos están apoyando movimientos que se oponen a la globalización.
Branko Milanovic, un ex economista del Banco Mundial, indica que los datos de encuestas a hogares muestran que, de 1988 a 2008, los ingresos reales del 50% con menos recursos en EE.UU. crecieron apenas 23%.
A sus pares en el 50% más necesitado en Alemania y Japón les fue incluso peor: los japoneses más pobres experimentaron un descenso de 2% en sus ingresos reales. Entretanto, los ingresos del 1% más adinerado de EE.UU. ascendieron 113%.
"Las desigualdades nacionales, en casi todos lados menos América Latina, han aumentado", asegura Milanovic.
Sin embargo, a nivel global, las nuevas clases media y obrera en economías emergentes como China, India y Brasil han surgido como las grandes beneficiarias de los últimos 20 años. Los mayores perdedores son el 5% más pobre del mundo, muchos de ellos en África.