La decisión de optar entre dos venenos polariza a los griegos
ATENAS—Tanto en sus casas como en las calles, los griegos sopesan la decisión monumental que tendrán que tomar el domingo: más penurias financieras para seguir siendo parte de la zona euro, o la incertidumbre de salir del bloque monetario.
El debate sobre una simple pregunta divide a Grecia, un país vapuleado por la crisis, en líneas ideológicas y socioeconómicas en la antesala de un referendo convocado por el primer ministro, Alexis Tsipras. Para muchos, la identidad de Grecia como un país plenamente europeo está en juego. Para otros, el referendo es una oportunidad de hacerle frente a Europa.
"Siento que tengo que elegir entre dos puertas, pero nadie realmente me ha dicho lo que hay detrás de cada una", dijo Chara Marantidou, una diseñadora independiente de 40 años y madre de dos hijos.
Marantidou fue una de las miles de personas que llenaron la plaza Síntagma en la capital griega el martes en una manifestación en apoyo al "Sí" a los términos establecidos por los acreedores del país y a un llamado a un compromiso rotundo con Europa.
"Sé que ambas opciones son difíciles, pero siento que sacrificar más para permanecer en el euro es más seguro que aventurarse a lo desconocido", dijo. El día previo, miles habían atiborrado la misma plaza para promover el "No" en el referendo del domingo y un nuevo comienzo para Grecia, sin las exigencias de mayor austeridad, aunque eso signifique volver a una moneda nacional.
Un pedido de última hora de Grecia para extender el paquete de rescate existente más allá de la medianoche del martes fue rechazado, horas antes de que el país entrara en cesación de pagos en un crédito ante el Fondo Monetario Internacional. El gobierno griego también pidió un nuevo plan de rescate para cubrir 29.000 millones de euros (US$32.500 millones) en pagos de deuda hasta 2017, algo que los funcionarios de la zona euro dijeron considerarían el miércoles.
Los funcionarios europeos han dicho que cualquier ayuda adicional también vendría con condiciones, añadiendo más peso a la votación del domingo.
Tsipras, quien lidera el partido de izquierda Syriza, ha dicho que el "No" preservará la dignidad de Grecia y fortalecerá su margen de negociación en la próxima ronda sin abandonar el euro.
La oposición política y muchos funcionarios europeos dicen que el voto determinará si Grecia abandona el bloque o no.
Los votantes más adinerados y políticamente más moderados son más propensos a aceptar el "Sí", como Takis Antonopoulos, un jubilado de 66 años. El hombre recuerda con regocijo los apretones de manos que se dio con sus colegas en 2002 cuando el país abandonó su vieja moneda, el dracma, a cambio del euro.
Antonopoulos enfrenta un dilema. Al igual que muchos griegos de clase media, su pensión ya ha sido reducida a la mitad y los impuestos de la casa que construyó con sus ahorros han aumentado como parte de las políticas de austeridad implementadas durante los últimos cinco años en un intento por apuntalar las arcas del gobierno.
Pero Antonopoulos está convencido que regresar a la vieja moneda llevará a Grecia de nuevo a la escasez de combustible y el racionamiento de alimentos de la era de la posguerra.
"Elijo el euro aunque personalmente sufriré más, y sé que Grecia tendrá un mal acuerdo. Pero volver al dracma será un desastre absoluto, lisa y llanamente", dijo el jubilado desde su casa en Artemida, al este de Atenas.
Los electores más pobres y aquellos con una inclinación más fuerte hacia la izquierda o la derecha tienden a coincidir con el primer ministro, quien fue elegido en enero con el doble mandato de cuestionar las políticas de austeridad de los acreedores, pero mantener a Grecia en el euro. Tsipras convocó al referendo del domingo después de fracasar en su intento por negociar un nuevo pacto.
Sentada en su cafetería en Kypseli, un vecindario de Atenas, Julia Kaldeki, de 57 años, planea votar "No" y seguir apoyando a Syriza en el gobierno.
"Hasta ahora, nuestro estándar de vida ha disminuido lentamente, poco a poco", dice. "¿Y qué pasa si volvemos al dracma? El cambio real toma tiempo, y siempre y cuando mis hijos y yo estemos saludables, podemos capear cualquier cosa", aseguró.
En un país cuya economía perdió un cuarto de su tamaño desde la crisis financiera global en 2008 y donde una de cada cuatro personas está desempleada, el plebiscito está polarizando aún más a los habitantes, que ya están exhaustos por el bajón más prolongado en un país desarrollado desde la Gran Depresión de los años 30.
Uno de cada tres griegos se opone a un acuerdo con las condiciones exigidas por los acreedores, mientras que 47% estaría preparado para aceptar un mayor ajuste de cinturón, según una encuesta publicada el domingo por el diario To Vima. El sondeo se llevó a cabo antes del anuncio del referendo. Los analistas prevén que la brecha se cierre esta semana.
"Grecia va a este referendo cansada, confundida, buscando respuestas, buscando algún tipo de esperanza", dice Nick Malkoutzis, fundador de Macropolis, un sitio web de análisis sin afiliación política.
Grecia depende de las importaciones para muchos bienes básicos como medicamentos y combustibles, y regresar a un dracma débil los encarecería. Muchos griegos sienten que se les pide elegir entre dos venenos.
Konstantina Paschalidi, de 80 años, es una del millón de jubilados griegos que reciben menos de 1.000 euros al mes. El lunes intentó retirar su pensión de un cajero, pero la máquina se había quedado sin fondos. Paschalidi dice que no marcaría ninguna diferencia para ella si Grecia regresa al dracma.
"He sobrevivido la Segunda Guerra Mundial, la ocupación, la guerra civil, la hambruna", cuenta sujetando su cartera de cuero en una plaza de Kypseli. "No tengo miedo a lo que venga; he visto todo", dice.
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