La debilidad de la economía de EE.UU. apuntala el Dow
Primero, la mala noticia: la economía estadounidense sigue débil. Ahora, la buena noticia: la economía estadounidense sigue débil.
Irónicamente, lo que asusta a muchos economistas a largo plazo es lo mismo que los alienta a corto plazo: una economía floja. Esto se debe a que los problemas de la economía obligan a la Reserva Federal a mantener la tasa de referencia de corto plazo en casi cero y continuar inyectando miles de millones de dólares en el sistema financiero.
Esto es positivo para las bolsas porque gran parte de ese dinero acaba en los mercados. El dinero barato también mantiene los costos de financiación bajos y apuntala las ganancias de las empresas. El jueves, el mercado bursátil se disparó luego que la Fed anunció que mantendrá las tasas bajas. El viernes se informó que la tasa de desempleo en Estados Unidos había saltado a 10,2% y las acciones subieron un poco más. El Promedio Industrial Dow Jones cerró la semana en 10.023,42 puntos y acumula un alza de 14,2% en lo que va del año.
Los economistas de Morgan Stanley miden la cantidad de efectivo que circula en la economía global como porcentaje de la actividad económica total. Las inyecciones masivas de dinero por parte de los bancos centrales han catapultado el índice a su nivel más alto desde que Morgan Stanley empezó a hacer un seguimiento hace 30 años.
De modo que, si bien los motores económicos básicos en EE.UU. como las ventas, el empleo y el crédito, siguen con respirador artificial, la expansión del dinero fácil significa que un pilar fundamental del mercado bursátil se mantiene firme.
Algunos inversionistas temen que la intervención estatal provoque déficit insostenibles o nuevas burbujas en los precios de los bonos chatarra, mercados emergentes o materias primas. Pero ese es un problema para más adelante. "Lo que tenemos por delante es un período de tasas de interés bajas", asegura David Kotok, director de la firma de gestión de fondos Cumberland Advisors, en Nueva Jersey. "A los mercados les encanta eso". Otros inversionistas, sin embargo, son bastante pesimistas y creen que el enorme déficit fiscal acabará pronto con la recuperación del mercado y conducirá a una severa inflación o a una deflación, si se retira el estímulo muy rápidamente. Otros son optimistas y creen que la economía y el mercado bursátil están ingresando a una recuperación duradera.
Una sorprendente cantidad de inversionistas se ubica en el medio: les preocupa el futuro, pero intentan generar ganancias hoy.
La experiencia de los últimos 15 años ofrece una clara lección. Las bajas tasas de interés pueden producir prosperidad, pero también mucho dolor si se mantienen bajas por un período prolongado.
El ejemplo más reciente es el mercado alcista que se extendió desde 1982 a 2000. Los principales indicadores bursátiles de EE.UU. se recuperaron de los atribulados años 70 luego que la Fed derrotara a la inflación con una tasa de referencia que llegó a 20% en 1981. Con la inflación en retirada, la entidad recortó la tasa en forma paulatina y estimuló un período duradero de crecimiento económico y ganancias bursátiles.
Cuando ese lapso alcista por fin acabó, en 2000, algunos inversionistas culparon a la Fed de permitir que las tasas fueran demasiado benignas y el dinero demasiado barato. Eso habría permitido la formación de burbujas en las acciones de tecnología y, posteriormente, los bienes raíces. Los recortes de tasas ayudaron a crear un mercado alcista entre 2002 y 2007, pero fue temporal y sus ganancias se esfumaron en menos de dos años.
En una carta a sus clientes, el estratega de HSBC Richard Cookson compara la dependencia de la economía estadounidense de la deuda con una adicción a la heroína. Cookson equipara el reciente estímulo de la Fed a la metadona: inevitable, quizá, pero que posterga una cura.
Es probable que en los próximos meses, los inversionistas tengan una fijación con las señales que la Fed envíe sobre las tasas. En primer lugar, la Fed empezará a modificar el texto de sus comunicados, elevando de manera gradual la perspectiva de un fin al dinero barato. Desacelerará las compras de bonos que usa para inyectar efectivo a la economía, y finalmente, elevará las tasas.
A medida que el proceso sigue su curso, crecerá el riesgo de una caída bursátil significativa. Dada la historia reciente, los bancos centrales y los inversionistas estarán ansiosos tanto sobre el riesgo de una burbuja como sobre el peligro de actuar demasiado pronto.
"Coloca a los bancos centrales en una posición muy difícil porque no quieren subir las tasas a menos que la recuperación esté afianzada, pero tampoco quieren otra burbuja de activos", dice el economista de Morgan Stanley, Spyros Andreopoulos.