La crisis europea genera llamados para la separación de España
BARCELONA—A Cataluña se la conoce tradicionalmente como "la fábrica de España" gracias a su capacidad para generar la riqueza que ayuda a sostener a todo el país. Pero la región, golpeada por años de recesión, se ha convertido en el campo de batalla de lo que amenaza con transformarse en una guerra civil económica.
Cientos de miles de catalanes han adoptado en manifestaciones grandes y pequeñas una postura drástica: la única manera de que Cataluña se libre de los males económicos es rompiendo los lazos con España y volviéndose independiente.
Los catalanes acuden a las urnas el 25 de noviembre para una elección parlamentaria regional y las encuestas muestran a los partidos independentistas en la delantera. "El gobierno en Madrid ha sido una sangría para nosotros por demasiado tiempo", opina Josep Casadella, gestor de recursos humanos quien se convirtió en una sensación en Internet tras publicar un video en el que se negaba a pagar el peaje y se quejaba de que España debería construir carreteras gratis por todos los impuestos que recauda.
Consternada por el sentimiento separatista, una asociación de veteranos de guerra dijo que los políticos que presionan por la independencia de Cataluña deberían ser juzgados por "alta traición". Hace unos días, los partidarios de la unidad española realizaron una protesta más pequeña. Uno de los carteles decía: "Ayuda, Europa. Los nacionalistas están locos".
El conflicto de España es parte de un debate más amplio de la zona euro en momentos en que las naciones más ricas del norte se quejan del apoyo a las más pobres del sur. Ahora, mientras Europa entra en su quinto año de crisis, las tensiones económicas exacerban las fracturas en algunos países.
En España, Bélgica y, hasta cierto punto Italia, los gobiernos locales y nacionales luchan sobre la asignación de recursos escasos. Incluso en Alemania, que es económicamente más fuerte y políticamente más estable, las zonas más ricas se quejan por el costo de subsidiar a las más pobres.
Artur Mas, el presidente de Cataluña, se refirió en un discurso reciente al matrimonio entre su región y España como de "fatiga mutua", comparándolo con la forma en que "la Europa del norte también se ha cansado de la Europa del sur".
Las diferencias culturales y lingüísticas dentro de muchos países de la Unión Europea sólo agravan la situación. En la propia Cataluña, por ejemplo, el catalán es ampliamente hablado e inculcado en las generaciones más jóvenes como el idioma principal en la mayoría de las escuelas primarias.
A lo largo del continente "hay tensiones de larga data a raíz del desigual desarrollo económico que ahora están saliendo a la superficie", dice Adrian Smith, editor de la publicación European Urban and Regional Studies.
El conflicto catalán constituye una gran amenaza para la esperanza de los líderes europeos de contener la crisis mediante la estabilización de España, la cuarta economía de la zona euro. Las autoridades esperaban que la ayuda de la UE mantuviera a flote a España mientras los inversionistas digerían sus pérdidas en Grecia.
Los mercados españoles tiemblan ante la mera mención de la secesión de Cataluña, que representa casi 19% del Producto Interno Bruto de España y 21% de la recaudación tributaria. Los inversionistas temen que la revuelta socave el plan del presidente del gobierno español, Mariano Rajoy, para obtener el control del gasto, sobre todo en los 17 gobiernos regionales que han sido una gran fuente del déficit español.
Si los partidos independentistas triunfan en la elección regional del 25 de noviembre, Mas enfrentará la presión de los votantes para cumplir su promesa de realizar un referéndum sobre la independencia. Las autoridades nacionales dicen que eso sería ilegal.
Mas evita cuidadosamente la palabra "independencia" para definir su objetivo y algunos analistas creen que quedará satisfecho con un reparto más favorable de los ingresos compartidos. Pero sus comentarios, impulsados por el amplio apoyo a favor de la secesión, se han vuelto más audaces. Mas ha afirmado públicamente en varias ocasiones que "los catalanes reclaman instrumentos de Estado".
"Estamos convencidos de que una Cataluña independiente es perfectamente viable económicamente", sostiene Albert Carreras, secretario de Economía y Finanzas de la región. "Más bien, nos preguntamos si España es viable si Cataluña fuera independiente".
Para enturbiar más el panorama político español, los grupos independentistas del País Vasco, otra región donde el sentimiento separatista es fuerte, obtuvieron el control del parlamento vasco en las elecciones del 21 de octubre.
España no es un caso aislado. En Bélgica hay un vibrante movimiento separatista en la pudiente Flandes, donde la población habla holandés, que quiere cortar los lazos con la más pobre y francófona Valonia. El actual gobierno de coalición excluye al partido separatista N-VA, a pesar de haber obtenido la mayoría de los votos.
En Italia, al igual que en España, las disputas regionales provienen en parte de acuerdos previos a la crisis que dieron a los gobiernos regionales más autonomía en el gasto, pero sin una mayor responsabilidad a la hora de obtener ingresos, dice Alberto Alesina, economista de Harvard. "De lo único que la gente habla es de los enormes escándalos y despilfarro de dinero a nivel regional", señala.
En España, los problemas financieros están poniendo a la unidad en dificultades. Cataluña anunció en agosto que solicitaría un rescate de 5.000 millones de euros del gobierno nacional para pagar su deuda. Las autoridades catalanas dicen que no tendrían que recortar el presupuesto o pedir rescates si el gobierno central distribuyera de manera más equitativa los ingresos fiscales. Cerca de 43 centavos de cada euro que Cataluña paga en impuestos no regresa a la región, según del gobierno catalán.
Detrás de las quejas se halla la imagen que los catalanes tienen de sí mismos como trabajadores y ahorrativos, "los alemanes o luteranos de España", según el sociólogo Enrique Gil Calvo. Los catalanes critican abiertamente lo que consideran la indolencia de los españoles del sur. Los madrileños, por su parte, se burlan de lo que perciben como la adicción al trabajo y tacañería de los catalanes.
Como nación independiente, Cataluña sería el séptimo Estado más rico de la Unión Europea, detrás de Dinamarca y por delante de Alemania, con un PIB per cápita de 30.500 euros, según el grupo independentista Fundació Catalunya Estat.
Rajoy calificó recientemente la ofensiva por la independencia catalana como "un disparate de proporciones colosales".
Pero a medida que la economía se hunde en la recesión, más catalanes están dispuestos a asumir los riesgos. "Hay mucha gente que no favorecía la independencia hace dos años que ahora la ve como la única salida", señala Laia Serrano, un economista que el año pasado formó el grupo sin fines de lucro BarcelonaActua para ayudar a las víctimas de la recesión.